jueves, 30 de abril de 2009

Los puentes en mi río: Necesidad y tradición.

Especialista: Raúl Villavicencio Finalé
Han sido varias las formas que los sagüeros han ideado a través de su historia para establecer contacto entre ambas márgenes del río, porque Sagua es una de esas ciudades, de las tantas que existen en el mundo, que han crecido divididas por un río, lo cual acarrea siempre un serio problema de comunicación entre ambas partes que forman a la vez una misma unidad.
Como ya vimos anteriormente, el primer contacto entre ambos lados del río se estableció a través de la pintoresca chorrera que existió en el mayor bajo que posee este a la altura de la calle de Clara Barton. Por ella se cruzaba a caballo o simplemente a pie.
Durante todo el siglo XIX funcionó una balsa flotante entre ambas márgenes, conocida como el andarivel, por cuyo servicio se cobraba un módico precio. El trayecto existió siempre el lugar donde existe hoy el puente de hierro. Aun se observan enclavados en el margen izquierda los restos del lugar de atraque.
A mediados del XIX existió un pequeño puente de madera en dirección a la calle de Céspedes, buscando una mejor salida para Santa Clara, pero no es hasta el 25 de noviembre en que se construye uno más sólido de madera, en el mismo lugar donde hoy está el de hierro. Fue bautizado entonces como “Puente Militar” por haberse hecho con es misión.Este puente existió hasta principios del siglo XX en que una terrible crecida lo derribó, creando la necesidad urgente de uno nuevo, el cual se inauguró el 20 de mayo de 1905.
Posteriormente debido a roturas de este se crearon en los años ochenta dos puentes menores, el de Carrillo y el llamado puente militar, derribados ambos por las fuertes crecidas del río, pudiéndose mantener aun el primero que ha sido reparado en incontables ocasiones.
El centenario puente de hierro ya se encuentra en estado de deterioro avanzado, debido a lo cual fue cerrado al tráfico de vehículos y el de Carrillo no resistirá los embates de una nueva crecida, debido a lo cual mantiene Sagua su histórica problemática, surgida desde el mismo momento en los fundadores se decidieron por fundar un pueblo a ambas márgenes de un caudaloso río.

Yo soy de donde hay un Río

Especialista: Raúl Villavicencio Finalé
La importancia que tuvo el río Sagua la Grande para el tráfico de mercancías con La Habana primero y después con los EE.UU fue decisivo en el desarrollo de la ciudad que nacía. La infraestructura que se construyó en sus márgenes con ese fin lo provocó que el puerto y la aduana radicaran en los primeros tiempos en Sagua la Grande.
Los muelles que recibían estos cargamentos estuvieron siempre en el tramo comprendido entre las actuales calle calles de Martí y Luis Mesa. El más importante de ellos, El Muelle Real se construyó en 1870 para sustituir al ya viejo y derruido que le antecedió y que no se ha podido ubicar aun el lugar exacto que ocupó en la margen del río.
En 1848 fue botado al agua el vapor Sagua la Grande, primero de su clase en el país que rindió tráfico entre Isabela y el Ingenio El Dorado cuyo dueño era el propietario. Aun en 1852 navegaba por el río.
En 1853 otro vapor navegó por el río, El Veloz Cayero, el cual cuando la marea se lo permitía llegaba hasta el muelle de Sagarzazu y Alberdi, después muelle del alambique. Su travesía desde Sagua alcanzaba los poblados de Cárdenas, Sierra Morena y Remedios.
El Central Resulta, después Antonio Finalet, sacaba sus azúcares por un muelle especial que se construyó en la margen derecha del río, frente a la actual piscina del INDER, conocido también como el “muelle de las patanas”. El mismo funcionó hasta los años 70 del pasado siglo cuando la nueva terminal de azúcar a granel de Sitiecito lo convirtió en obsoleto.
Otros muelles menores existieron en el río a principios del siglo XX, pero irremediablemente la pérdida paulatina de profundidad del río ha provocado una brusca disminución del calado permitido para navegar por él, limitado ahora solo a barcos de muy pequeño calado.
En el siglo XIX, el desarrollo paulatino del proceso de producción de azúcar necesitó grandes volúmenes de agua y el río los prodigó de manera abundante. Gracias a ello entre Sagua e Isabela solamente y a ambas márgenes de este florecieron 13 ingenios azucareros que están recogidos en los mapas de la época, pero río arriba florecieron muchos más y no solo aportó el agua para producir el azúcar sino también la vía más fácil de la época para comerciarla.
Con el surgimiento de los centrales azucareros a fines del siglo XIX la necesidad de agua se incrementó aun más y ahí estuvo la del río para contribuir en ese impulso fabril. Las estaciones de bombeo se instalaron por ambas márgenes para abastecer del vital líquido a este tipo de industria. Aun se abastece del líquido el central Héctor Rodríguez.
La destilería de alcoholes a partir de las mieles de los centrales también floreció junto a estos. Es muy conocida por su fama mundial la destilería de Sagua conocida como Alambique “El Infierno”, la cual también estableció su estación de bombeo en la margen izquierda del río hasta su desaparición en los años 60 del pasado siglo.
La Electroquímica del Caribe, surgida en los años 30 del pasado siglo, también ha consumido durante su historia enormes volúmenes de agua del río y los sigue consumiendo aun.
Para abastecer de electricidad a la electroquímica y a una fábrica de hielo, se construyó también una hidroeléctrica que produjo tal energía gracias a la potencia del agua que circula por el río.
De manera más tardía se construyó la fábrica de Cloro Sosa, la cual también instaló su estación de bombeo en el río para consumir grandes volúmenes de agua de este.
Como se aprecia la ciudad y su desarrollo económico ha necesitado del río durante casi 200 años y necesitará mucho más de él en el futuro, lo cual es motivo suficiente para que reflexionemos todos sobre el cuidado que requiere el mismo, pues no se trata solo de usarlo de manera egoísta sino de encontrar un equilibrio con el mismo.

lunes, 27 de abril de 2009

Un saguero en Santiago de los Caballeros. (República Dominicana)

Por : Lic. José Luís Pérez Machado.
Fue en la tarde del viernes 17 de abril cuando desde la nave vi tierra dominicana, allí llegué para participar en el III Congreso Música Identidad y Cultura Caribeña respondiendo a una invitación del Instituto de Estudios Caribeños, el Centro León y la Secretaría de Estado de Cultura de la República Dominicana. Todo el trayecto, de sur a norte en la convulsa carretera que me llevaría a la ciudad de Santiago de los Caballeros lo hice en un bus admirando las bellezas de esta isla y formulándome crecientes expectativas sobre este evento dedicado a uno de los géneros más acogidos en la comunidad hispano hablente, por sus textos, temática, melodía y temperamento latino que nos regala: el bolero.
Mi ponencia al foro era interesante: “Antonio Machín y el bolero”, en ella argumento la aportación del moreno saguero, de Cuba y de España a este estilo musical cantable y bailable, tantas canciones inmortalizadas en su voz pondrían en la mía la verdad absoluta de su realeza bolerística. Dos Gardenias, Angelitos Negros, Toda una vida, Envidia, Noche triste, Peregrina flor son entre muchas, antológicas piezas de su repertorio.
Desde el comienzo todo fue mágico, fui testigo histórico de un encuentro de bienvenida donde el bolero subyugó a todos los presentes, allí Dany Rivera, Olga Guillot, la genial Omara Portuondo rompieron el ambiente protocolar y suntuoso del lugar, sobre todo esta última que convirtió en una tormenta de aplausos y de “bravos” al mar de personas allí reunidas, La Diva de Buena Vista Social Club hizo gala de su virtuosismo y de su hegemonía. Vi abrazos, besos y lágrimas que fundieron sólidamente a la cultura musical de nuestro caribe, sentí gran satisfacción por todo lo que viví y me sentí más cubano que nunca. Cuando abordé el bus no tenía duda alguna, la mesa de Cuba al próximo día sería un éxito y así fue, sin titubeos, devaneos y mucho menos nerviosismos.
Mis colegas y yo presentamos nuestras ponencias con irreverencia sana y respetuosa, Alicia Valdés Cantero musicóloga de la UNEAC, la investigadora santiaguera Maritza Puig, José Padilla Sánchez, (nieto de Pepe Sánchez creador del primer bolero: “Tristezas”), la realizadora de audiovisual Gloria Torres y yo, saguero de pura sepa, devenido vocero de Machín, Jaime y Rodrigo Prats, Enrique González Mántici, Jacobo Rubalcaba y otros sagueros cultores de la canción. Al finalizar el panel, los aplausos confirmaron el éxito y mucho más; el respeto y el reconocimiento a la historia musical de la mayor de las antillas. Para sorpresa mía allí estaban los verdaderos hacedores del bolero, los que la noche antes hicieron brotar mis emociones, entre ellos también el mejor trecero del mundo, el cubano Pancho Amat, en los minutos para el debate no hubo preguntas, sino diálogo diáfano y coloquial, de pie, con los siempre exagerados gestos latinos, al ritmo de cubanísimos boleros; así terminó la jornada teórica anidada en el bello y eficiente Centro León de esta ciudad, rodeados de otros santiagueros muy hospitalarios también atentos a cualquier inquietud o necesidad nuestra, eso me hizo que me despojara de cualquier vestigio de nostalgia, pues a veces olvidaba que no estaba en Cuba, pero sólo a veces.
En los pasillos, patios, salas y hoteles continuaba el congreso entre polémicas y acuerdos, degustando exquisitas bebidas o platillos. Puertorriqueños, mexicanos, venezolanos, colombianos, estadounidenses, europeos y un senegalés junto a cubanos y dominicanos rompimos cualquier barrera y abrazamos al bolero que nos une en su canto al amor o al desamor, es decir a la vida.
Cuando suceden cosas que superan cualquier expectativa, el susto también aparece, eso me ocurrió con los dominicanos, muchos ángeles aparecidos alumbraron mi breve estancia, cuantos mimos y atenciones, desenfados y cortesías, no podría firmar estas letras soslayando este importante detalle, ejecutivos, dirigentes, músicos, tenderos, choferes; santiagueros o capitalinos, dominicanos amantes de mi Cuba me hicieron sentir gozo y fortuna por estar cerca de ellos, nuestra idiosincrasia, inevitable y locuaz provocó algunas controversias entre el mangú y el fufú o el ajiaco y el sancocho, todos riquísimos e integrados por nuestra transculturación intercambiante. Así me despedí asombrado de la voz aun virgen de José Feliciano y de los temperamentales boleros de Sonia Silvestre, ¿cómo cupo tanta emoción en tan poco espacio y tiempo?, no lo sé. En la tarde apacible del lunes cuando abordé el avión en Santo Domingo, este saguero estuvo seguro y confiado porque sabía que el Caribe bolereando me protegía.

viernes, 24 de abril de 2009

Orquesta Mollinedo, otra Jazband en Sagua

Lic. José Luís Pérez Machado.
Una de las agrupaciones más recordadas por los sagüeros es la orquesta Mollinedo, de ella y su director podemos hablar con múltiples elementos.Esta orquesta de música popular bailable enmarcada dentro del movimiento de jazband, de gran influencia del jazz norteamericano arribado por el canal cultural Florida Isabela surgió en 1950 bajo la batuta de Emilio Mollinedo quien contaba con vasta experiencia en este tipo de agrupación desde los anos veinte de ese siglo por su implicación en otras orquestas de este tipo que proliferaron en nuestra ciudad, me refiero a la Jazz band Polar sagua, la Orquesta Sagua, la Hermanos Quintero y la emblemática Hermanos Cuellar, donde Emilio se dotó del arte de dirigir este tipo de agrupación de música popular bailable, La orquesta existió aproximadamente entre 1950 y 1964 estaba patrocinada por la tienda de confecciones masculinas Los Bobos de Moda lo que le permitió mostrar gran elegancia en su vestir. Se presentaban en diversas plazas de la ciudad como las sociedades de recreo El liceo, el Yack Club, el Casino Español y La Unión saguera, por su puesto que también en bailes populares y en los carnavales.Esta orquesta adoptó varios nombres: Hermanos Mollinedo, Orquesta Molliner y Orquesta de Emilio Mollinedo. Su repertorio era eminentemente cubano, sobre todo el mambo y el cha cha chá y por su puesto los románticos boleros y el son, entre sus voces líderes estuvo Frank Fernández.La Orquesta Mollinedo tuvo gran aceptación en la Habana donde realizó circuitos en importantes cabaret, Hoteles y salones de baile. También hizo innumerables presentaciones y grabaciones en la radio, fue declarada orquesta exclusiva de la emisora villaclarena CMHW donde tuvo un programa semanal los sábados y domingos. Esta orquesta dirigida por Emilio Mollinedo es una de las más conocidas por los sagueros y responsables de la difusión en esta villa de los más auténticos ritmos cubanos.

Un sagüero hace música solo con la boca.

Por: Lic. José Luís Pérez Machado.
Un consagrado vocalista de Sagua que hoy alcanza gran fama internacional por la originalidad de su interpretación, es el joven y talentoso Carlos Díaz Laportilla. ¿Por qué Consagrado?
Carlos demostró excepcionales aptitudes para la percusión y el canto desde temprana edad, se inició en los talleres de creación de la casa de la cultura de nuestra villa, venció las pruebas de admisión para la Escuela Vocacional de Arte de Santa Clara, desde allí transitó para la Escuela Nacional de Arte, donde perfeccionó sus estudios de percusión y aprendió la peculiar forma de la instrumentación vocal de la percusión fundamentalente, este estilo comenzó de manera extracurricular entre sus colegas hasta que el grado de perfeccionamiento posibilitó que estos jóvenes, después de un viaje a Suecia como miembro del Coro de Cámara de la escuela, deciden formar una agrupación vocal liderada por él llamada Sampli.
La calidad de este grupo hizo que alcanzara gran popularidad y demanda de mercado no solo en Cuba, pues recorrieron importantes auditorios en Europa, Asia, Los Estados Unidos y Sur América y grabar decenas de discos.
Posteriormente este saguero fundó otro grupo vocal de igual estilo Vocal LT con el cual mantiene este original trabajo de interpretar vocalizando instrumentos musicales en canciones de diversos y variados géneros, este aun joven vocalista saguero es muestra que la tradición musical saguera es pasada, presente y futura, gracias a nuestra rica historia musical.

Jesús Morales, trovador y mucho más.

Por: Lic. José Luís Pérez Machado
Una figura de la canción saguera que muchos conocieron por su versatilidad como cancionero fue Jesús Morales de la Paz, aún muchos lo recuerdan en su caminar por las calles de Sagua y seriedad cargada de atenciones. Si fuéramos a clasificar a Jesús Morales dentro de canto sería difícil, pues él transitó por disímiles géneros desde los más populares hasta los más clásicos, sin embargo, no existen dudas que la trova fue el principal ingrediente en su repertorio porque además fue un género al cual nunca renunció, este cantor comenzó su vida artística desde muy joven de forma empírica y además de la trova, incursiona con éxito en el son, la guaracha y el bolero. Siendo un adolescente integró el Septeto Juvenil de repertorio tradicional. En 1938 con apenas 18 años viajó a la Habana donde confrontó con los más genuinos exponentes de la música popular cubana, dos años más tarde se presentó en el famoso programa “La Corte Suprema del Arte”donde alcanzó el segundo lugar, luego regresa a Sagua y continúa el camino de la canción. En 1941 integró el Conjunto saguero “Los Comandos” interpretando fundamentalmente trova, guaracha y sones.
Hizo grabaciones en la emisora Radio Progreso, en el programa “Los Mejores Trovadores de Cuba”, fue acompañado por el famoso guitarrista René Enrizo, (Nené). Jesús Morales formo parte de coros polifónicos y de nuestro emblemático Grupo Lírico “Conchita Rodríguez”, donde se desempeñaba como tenor, Jesús estuvo cantando hasta el fin de sus días, este popular y querido personaje saguero falleció el 30 de noviembre de 2006 a los 86 años de edad.

Esfuerzos, estudios y obras ingenieras para enfrentar las inundaciones en Sagua la Grande.

Por: Teresa Rivero.
Sagua la Grande creció vertiginosamente durante la primera mitad del siglo XIX. Los pobladores de la Villa, víctimas de constantes inundaciones y otros desastres, e impulsados por un desenvolvimiento económico positivo, se vieron precisados a tomar medidas en cuanto a la tipología de las construcciones y a realizar mejoras urbanísticas al establecer su zona de desarrollo en áreas más seguras de mayor cota en el terreno. Pero estas medidas aun eran insuficientes ante las enormes crecidas del río. El agrimensor Don Rodrigo Bernardo de Estrada en 1868 sugiere la idea de construir canales entre algunos meandros para enderezar el curso del río. Así se le facilitaría una rápida salida de las aguas al mar, para evitar la retención que provoca este retorcido curso. La falta de recursos financieros y de disponibilidad de máquinas ingenieras necesarias para esta obra impidió llevar a cabo esta idea en esos momentos.Don Jorge Batle, dueño del ingenio San Jorge, proyectó realizar canalizaciones en el río inspirado en la idea de Don Rodrigo Bernardo y Estrada. El proyecto fue acogido con beneplácito por la élite de la ciudad que incluso ofreció un banquete para celebrar la iniciativa, pero lamentablemente unos días después del homenaje murió en su ingenio sin que nunca se pudieran esclarecer las causas de fallecimiento. El 5 y 6 de octubre de 1870, fuertes lluvias provocaron una inundación que duró unas 20 horas, afectando los barrios bajos de la ciudad y descarnando de tal modo la orilla del río que se decidió la construcción de un muro frente al casino español para proteger las construcciones de la calle Rivera. Así nació el muro del malecón que todavía resguarda la antigua calle y sus edificaciones.Luego de la inundación de 1906, la Cámara de Senado de la República aprobó 25 000.00 pesos para estudios y obras de defensa contra las inundaciones. Nuevamente se retoma la idea de Don Rodrigo Bernardo de Estrada, pero se deciden por emplear los fondos en otro proyecto que planteó la construcción de un muro de contención que redujera el torrente a un nivel asimilable por el cauce del río y un canal de desagüe que condujera el exceso de agua retenida hacia la costa por el este de la ciudad. Las obras se comenzaron en el año 1909 y dos años después el muro ya estaba terminado, mas el presupuesto asignado no fue suficiente y la obra del canal de evacuación desde el río hasta el Estero de Ibarra no pudo ser concluida.En 1946 se presentó un estudio denominado “Ensayo sobre un censo general indicativo de obras de ingeniería de urgente necesidad nacional” en el marco del IV Congreso de Ingeniería de Cuba, auspiciado por la Sociedad Cubana de Ingenieros. El ensayo fue presentado por el ingeniero Luís R. Alfonso Cuervo que describió dos obras de primera importancia a desarrollar en Sagua la Grande . La canalización, dragado y profundización del río desde su desembocadura hasta la calle Martí donde debían construirse malecones en ambas márgenes para la protección ante los posibles deslizamientos y para facilitar la carga y descarga de las mercancías, estableciendo con esto un puerto fluvial que apoyara al marítimo en la Isabela. La construcción de una represa que albergara las aguas superiores del río Sagua la Grande y todas las de su afluente Yabú, localizando esta a 4 ó 5 Km al suroeste del poblado de Sitiecito. Ambas obras serían de importancia estratégica para el desarrollo económico de la Jurisdicción de Sagua la Grande, pero a la vez constituirían garantías defensivas para evitar las inundaciones en la ciudad y sus alrededores. La primera propuesta no es más que la idea de Don Rodrigo Bernardo de Estrada, enriquecida con nuevas variantes que amortizarían sus costos e incluso rendiría ganancias. La inundación de octubre de 1948, además de provocar afectaciones al dique, demostró la necesidad de concluir el canal de desagüe. La población se alarmó mucho ante el potencial peligro de que el muro cediera ante el empuje de las aguas, liberando una enorme ola con capacidad para arrasar la ciudad. La situación de la conclusión de la obra protectora al sur de la ciudad, unido a la urgente necesidad de mantenimiento al muro de contención, provocó una gran campaña de protesta por parte de todos los sectores de la población sagüera con gran repercusión en la prensa de la época.Los ingenieros Víctor Suárez y Pedro Martín evaluaron los daños y afirmaron que la situación del dique constituía un serio peligro para la ciudad. El mantenimiento y conclusión de la obra requería de un presupuesto de 75 000 pesos. El entonces Ministro de Obras Públicas, Ing. Manuel Febles, prometió que cuando comenzara el nuevo gobierno se solucionaría el problema. Pero como antes, no pasó de simples promesas. La preocupación por una sucesión de grandes inundaciones revivió con los sucesos de 1948. Nuevamente despertó la antigua idea de canalizar el río para garantizar una salida más directa al mar de sus aguas, esta vez defendida por el Sr. Ramón Alba Ruiz que auspiciado por la alcaldía de la jurisdicción envió una propuesta de proyecto al Ministerio de Obras Públicas con fecha 10 de noviembre de 1948. En esta misiva recuerda al gobierno de la Isla que la obra del dique continuaba inconclusa al carecer de la terminación del canal desde este hasta el Estero Ibarra, y realiza un cálculo comparativo demostrando que terminar esta obra es mucho más costoso que su propuesta de canalización del río. La época lluviosa de 1949 llegó sin que el gobierno de la isla se pronunciara por la solución de los problemas del dique, haciendo oídos sordos a la intensa campaña de reclamaciones de las autoridades y el pueblo de la Villa a través de todos los medios posibles. Incluso se llegó a invitar al mencionado Ministro de Obras Públicas a visitar la ciudad por iniciativa del señor José Luís Pujols a nombre del Club Rotario, para aprovechar la ocasión y mostrarle la urgencia de las obras que poco después, al menos, recibieron mantenimiento.En el año 1953 se excava un canal que ofrece una nueva desembocadura al río Sagua la Grande. La obra ingeniera conocida como “Río Nuevo” requirió dragar un canal de 15 pies de profundidad, 2800 m de largo, 40 m de ancho en su base y de 60 m a 70m de ancho en su parte superior. Está ubicada a 3 Km de Isabela de Sagua, se inicia en el Dorado, desemboca en la Boca del Serón y consta de dos secciones.Río Nuevo tiene tres objetivos fundamentales: Disminuir la acumulación de sedimentos por arrastres en el canal del puerto, acortar el camino al mar 7 ½ Km, y garantizar una salida más directa de las aguas al mar en caso de inundaciones. Los proyectos anteriores de canalización no recogían a este tramo, pero una ampliación de la imagen del proyecto presentado después de la inundación de 1906 muestra claramente esa trayectoria borrada; al carecer del archivo de la memoria descriptiva del mismo, resulta imposible saber el por qué se desechó esta propuesta a última hora. El propio año 1953, Ramón Alba Ruiz, motivado por la obra de canalización realizada, promueve una vez más la idea de canalizar el río entre sus meandros. Presenta un nuevo proyecto que esta vez incluye a Río Nuevo y lo apoya con una maqueta del río para modelar el comportamiento de las aguas y demostrar la efectividad de la idea original de Don Rodrigo Bernardo y Estrada. Las ventajas para el comercio serían muchas con la realización de esta obra que no sólo disminuiría la distancia de la ciudad al mar, también mejoraría las condiciones de navegación en el río. Lamentablemente hasta hoy esta centenaria idea no ha sido puesta en práctica. El Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba se decide a estudiar a fondo la factibilidad de las obras propuestas en el Congreso de Ingeniería de 1946. Contrata para ello al afamado Ingeniero Civil Mexicano: Don Adolfo Orive Alba, que entre los meses de abril de 1953 y mayo de 1954 realizó su encargo. En su informe final llegó a la conclusión que era factible construir una represa (tal y como dijera el Ingeniero Alfonso 7 años antes) en el área de la zona conocida por Alacranes. Desde un punto aguas abajo a pocos metros de la confluencia de los ríos Sagua la Grande y Yabú hasta 2 Km antes del puente Felipe Pazos. Don Adolfo Orive sugirió utilizar el embalse para la producción de energía eléctrica exclusivamente partiendo de sus cálculos, que arrojaban la posibilidad de generación de 5 a 6 mil Kilowatts durante el período lluvioso y de 3 a 4 mil Kilowatts durante la época de seca; y utilizar las aguas represadas en el pequeño embalse Roselló (más cercano a la ciudad) para el servicio de acueducto bombeando el agua mediante turbinas. Una vez más se recomienda, por una voz autorizada, la construcción de una obra, que además de beneficios económicos y sociales, conllevaría una vía más para evitar las inundaciones.La obra del dique no fue concluida hasta después del triunfo de la revolución en enero del 1959, y a la prospección del proyecto del embalse de las aguas superiores del río en el valle conocido por alacranes le sucedió otro tanto.El proyecto de la presa Alacranes es puesto en práctica, con la asesoría de ingenieros del CAME, a finales de la década 1960 -1970. El resultado final se obtiene en 1972 con la conclusión de las obras de la cortina y su llenado paulatino. El embalse tiene capacidad para 352 200 000 m3 de agua (el segundo por este concepto del país), abarca un área de 77 Km2 y tiene una cortina heterogénea de núcleo de arcilla con espaldón de rocoso, con una longitud de 2 950 m. Lamentablemente no se incluyó dentro de las obras de la Presa la idea original de la hidroeléctrica, que justificaría mejor una obra de esta envergadura y resolvería en buena medida el abastecimiento de energía a sectores medulares de la economía y la sociedad sagüera. Fuertes y repentinas lluvias en el área de la cuenca fluvial del río Sagua la Grande, obligaron a dejar inconclusos los trabajos de montaje del pozo de amortiguadores en la compuerta de la presa, que luego no fueron concluidos. A causa de esto, la compuerta en la cortina sólo puede ser abierta hasta permitir evacuar una cantidad limitada de m3 de agua cada 24 horas. La construcción de esta represa, además de resolver el problema de las reservas de agua para distintos usos, es una forma más de combatir las inundaciones en la ciudad y sus alrededores. Ahora se requiere de una cantidad de lluvia muy superior para sobrepasar la capacidad de embalse de esta gigante y de otras más pequeñas construidas en otras partes de la cuenca del Sagua la Grande; siempre y cuando se tenga la precaución de mantener los niveles óptimos de embalse para la época de lluvias, dejando un volumen de capacidad libre presto a almacenar las aguas derramadas por algún evento metereológico severo.En 1973 comienzan las obras de terminación de una de las obras defensivas de la ciudad: El dique. Ahora es doblemente importante porque puede defender la ciudad ante una posible falla en la cortina de la presa Alacranes. El dique izquierdo, Viana – Piñón, se concluye en 1983 y para 1976 comienza la obra del dique derecho que aún está sin concluir. A estas obras se sumó el dique Armonía construido a partir de 1978. La experiencia de la inundación provocada por el huracán Lili (1996) y la del George (2003) demostraron que los barrios bajos en la ribera del río tenían un alto nivel de vulnerabilidad ante este tipo de desastre, por lo que se imponía tomar medidas definitivas con las viviendas en esta área. Así surgió la idea de mudar estas (Las existentes en la parte más baja del barrio “La Gloria”) hacia zonas seguras. En las nuevas casas se empleó una tecnología de construcción resistente a eventos hidrometeorológicos; además, incluía la remodelación o reconstrucción de un volumen bastante grande del resto de las viviendas ubicadas en lugares menos vulnerables cerca del río. En el año 2004 es aprobado el proyecto “Malecón” con la propuesta de 71 acciones constructivas; de ellas, 16 demoliciones totales de viviendas, para reconstruirlas en lugares más seguros. El PNUD otorgó un financiamiento al proyecto de 81 000.00 dólares, del cual se utilizó el 3% asignado a la defensa para instalar un sistema de alerta temprana, con un puesto de mando establecido en la sede del Gobierno Municipal.Cada nueva experiencia vivida con este tipo de desastre es una nueva enseñanza para la gestión del riesgo a que está sometida la ciudad. Sagua la Grande con más de 200 años de experiencia con inundaciones es hoy uno de los municipios del país más preparados en este sentido, sin que esto quiera decir que no hay mucho por hacer todavía, para que las generaciones futuras puedan disfrutar de una Villa del Undoso más segura y desarrollada.

domingo, 19 de abril de 2009

Inundación de Sagua la Grande del 18 al 20 de octubre de 1996

Los pronósticos sobre las probables trayectorias del huracán Lili mostraban el inminente peligro que constituía este meteoro para la región central de la isla de Cuba. La dirección del país ordenó la activación de los planes contra catástrofes por los respectivos Consejos de Defensa Territoriales de las regiones amenazadas. Para el mediodía del 17 de octubre de 1996 se decide pasar al Municipio de Sagua la Grande a la fase de Alerta Ciclónica ante la cercanía del centro del meteoro a la costa sur central con una alta probabilidad de cruzar sobre o muy próximo al territorio municipal.
El huracán Lili penetró a las 03:00 de la madrugada del día 18 por la provincia de Matanzas, tocando tierra sobre la zona de la Ciénaga de Zapata. Pero imprecisiones en el seguimiento de su trayectoria por el Instituto de Meteorología de la República de Cuba provocaron un contradictorio parte, que ubicaba al meteoro saliendo nuevamente al mar por la región de Varadero alejándose del país. La dirección del Municipio acertadamente asesorada por la estación local de meteorología ante la situación concreta que los vientos y las lluvias, que en lugar de disminuir, arreciaban, decidió mantener las medidas tomadas y mantenerse preparados para recibir el impacto del huracán.
El día 18 de octubre a las 11:00 de la mañana los vientos huracanados y las lluvias arreciaban indicando que el área del meteoro cubría la Ciudad del Undoso, persistiendo esta situación crítica hasta las 05:00 de la tarde que comenzaron a amainar los vientos que habían mantenido una velocidad sostenida de 60 Km/h y rachas de hasta 108 Km/h. La peor parte parecía haber pasado cuando a las 06:00 de la tarde el poderoso río Sagua la Grande comenzaba a salirse de su cauce habitual inundando la zona más baja de la ciudad en el barrio “La Gloria” y no regresó a este hasta las 06:00 de la tarde del día 22. Las aguas alcanzaron su cota máxima a las 07:00 de la noche del día 19, manteniendo una parte de la ciudad bajo sus aguas, sometida a sus corrientes durante 4 días.
La inundación sorprendió a los habitantes de la ciudad. Desde 1948 no se reportaba una inundación de esa magnitud. El río Sagua la Grande otrora libre en todo el recorrido de sus aguas, en las décadas del 60 y 70 del siglo XX vio sus aguas represadas en varios lugares con el objetivo de garantizar recursos hidráulicos para el consumo humano y animal, además del riego a los cultivos en épocas de seca. Ahora era preciso que la intensidad de las lluvias a lo largo de su cuenca fuera mayor para que un embalse de gran magnitud como la presa “Alacranes” no pudiera almacenarlas.
El pluviómetro colocado en la cortina de la presa mostró la caída de 131 mm de agua el día 18 y 127 mm el día 19. Las lluvias en el área de la cuenca del río Sagua la Grande fueron intensísimas durante estos dos días como lo demuestran cifras obtenidas de los resultados de las mediciones realizadas en las estaciones meteorológicas en distintos puntos de la provincia.
Las aguas del río crecieron rápidamente una vez que comenzó a aliviar la presa “Alacranes”, llegando a tener una lámina de agua de 2.40 m sobre su aliviadero. La cantidad de agua escurrida por los siete municipios que forman la cuenca del Sagua la Grande superó la estimada para estas situaciones y la capacidad libre de embalse no fue suficiente para almacenarla. Esta obra ingeniera que constituye una de las principales defensas contra las inundaciones en la ciudad y sus áreas aledañas, también constituye una temible amenaza de desastre ante la posibilidad que exista una falla estructural en su extensa cortina.
La preocupación debido a la posibilidad de una falla estructural en el muro de la presa abrumó a los habitantes de la ciudad. El Gobierno Municipal, asesorado por la Dirección Municipal de Recursos Hidráulicos, emitió un comunicado que tranquilizó a la población, en el cual se difundía que los resultados de los controles realizados por los especialistas indicaban estabilidad en la cortina. Las aguas del huracán Lili constituyeron el bautismo de fuego de la magistral obra ingeniera ofreciendo tranquilidad a los temerosos de que alguna vez se convirtiera en la causa de un desastre mayor: El colapso de la cortina de la represa.
El segundo escalón defensivo, el dique al sur de la ciudad, falló en su misión. Producto de que el terraplén construido desde el dique hasta el mar había sido perforado en un punto cercano a la ribera, provocando que las aguas en su mayor parte recurvaran al río por un nuevo curso, mientras el resto escapaba por los canales de riego afectando cultivos aledaños y a la granja porcina “Agustín Bendamio”.
La comunicación por carretera entre las áreas de la ciudad situadas en las márgenes opuestas resultó interrumpida a causa de la situación de los puentes en la zona urbana. El puente situado en la calle Carrillo quedó totalmente bajo las aguas, el puente militar fue levantado de sus cimientos y arrastrado por las aguas, y al puente “El Triunfo” era imposible acceder por el nivel de las aguas en las calles que llegan hasta él. Aun así, la población del barrio “San Juan”, situado en el lado de menor desarrollo, contó con todos los aseguramientos básicos mientras duró la inundación.
Las medidas oportunas permitieron reducir al mínimo posible las pérdidas materiales y que no se tuviera que lamentar víctimas humanas fatales, fueron evacuadas por esta situación 1300 personas de unas 400 familias, a las que además se les trasladaron todos los medios posibles para resguardarlos de las aguas.
La inundación provocada por el huracán Lili no sólo resultó desastrosa para la Villa del Undoso, también resultó ser aleccionadora. Nos recordó que las inundaciones causadas por el río Sagua la Grande continúan siendo la mayor amenaza a tener en cuenta, para la que debemos estar constantemente preparados, porque así lo señala la historia. Nos enseñó a no subestimar las fuerzas de la naturaleza, puesto que no hay obra ingeniera que pueda controlarlas. Nos precisa a ser constantes en la inspección de las defensas contra este tipo de desastre, porque sus averías traen como resultado males mayores.
Tomado de: "Sagua: Lugar de muchas aguas" de los ingenieros
Yosvany Roque y Ania López.

Inundación de Sagua la Grande del 21 y 22 de octubre de 1948


El 21 de octubre de 1948 en horas de la noche las aguas del río Sagua la Grande inundaron la ciudad de igual nombre de manera descomunal como no se veía desde 1906. La Villa quedó cubierta de agua en todos los lugares de una cota menor a la de la calle Colón, no sólo en las partes aledañas al río, también las lagunas se desbordaron afectando los barrios cercanos a ellas.
Las fuertes corrientes destruyeron todo a su paso, derrumbó varias casas en el barrio de Sitiecito, arrancó los sembrados y ahogó a los animales que no fueron evacuados a tiempo dejando cientos de familias campesinas en la ruina total en pocas horas.
El Cuerpo de Bomberos y la Cruz Roja organizaron equipos de salvamento que utilizando chalanas y remolcadores rescataban a las familias atrapadas en los altos de las casas llevándolas a zonas seguras, estos medios podían navegar perfectamente hasta la calle Colón donde los efectivos de la Policía Nacional y el Ejército los recibían, además de velar porque nadie pudiera adentrarse en las áreas afectadas para realizar actos de ratería (cosa que no hubo que lamentar). La eficiente labor desplegada con rapidez impidió tener que lamentar muertes o heridos.
El agua subió hasta el nivel del puente “El Triunfo” en la ciudad, lo que impidió la comunicación entre los barrios en las márgenes opuestas del río. La carretera a Santa Clara también fue cubierta y grandes trechos del terraplén de los Ferrocarriles Unidos fueron destruidos dejando incomunicada momentáneamente la villa de Sagua la Grande.
La noche del 23 se celebró una reunión de las autoridades, ciudadanos pudientes e ingenieros para tomar las medidas necesarias con vista a evitar la ocurrencia de epidemias y el hambre; además de valorar la necesidad o no de evacuar toda la ciudad ante la posible ruptura del dique construido en 1912 en el que se apreciaban fisuras en sus paredes. Las conclusiones de los análisis efectuados arrojaron dos tareas primordiales: Exigir el mantenimiento y terminación de las obras del dique; y la reconstrucción del puente “Felipe Pazos” situado en la carretera a Santa Clara que sufrió graves afectaciones.
El cálculo de las pérdidas producto de la inundación arrojó un monto superior a los tres millones de pesos al sumar los derrumbes de viviendas, comercios, la destrucción de sembrados, vías de comunicación, redes técnicas, puentes, el dique, las pérdidas en medios materiales y animales.
Los ingenieros Víctor Suárez y Pedro Martín designados por el Ministerio de Obras Públicas para la inspección técnica del dique luego de la inundación, determinaron la necesidad urgente de reforzar los muros de la obra ingeniera, así como la construcción de los canales de desagüe que complementan la obra. Ante el pánico general en la Villa por la posibilidad de que el dique no resistiera una nueva crecida y se quebrara de golpe comenzó una campaña llevada hasta el gobierno de la nación por la solución de este problema a través de la prensa y la radio bajo el lema “Nos ahogamos los Sagüeros”.


Tomado de: "Sagua: Lugar de muchas aguas" de los ingenieros
Yosvany Roque y Ania López.