Por: Yoel Riveo Marín.
Se negro, ser pobre y mujer eran los mayores castigos que podía tener un cubano en la década de los 50 del siglo XX. Tal hecho cayó con todo el peso del mundo sobre Hilda Alfonso Torres, quien siendo muy joven se vio obligada a irse para la capital a trabajar en la servidumbre de un médico de cierta posición en la Habana de entonces para poder sobrevivir. Intentó casarse y no pudo pues tal médico se lo impidió, salió embarazada y no llegó a ser madre, pues tal médico la obligó mediante el engaño y prácticamente el secuestro a abortar, algo que le quitó para toda su vida esa posibilidad por la afectación que le quedó en su interior.
El triunfo de la revolución en 1959 fue el mayor regalo que pudo tener Hilda en su vida y desde ese momento sabía que podía ser una persona digna y respetada por la nueva sociedad que surgía. ¿Qué hacer, cómo ganarse la vida a partir de este instante? La oportunidad se presentó sola, pero ella la conquistó con empeño, sacrificio y mucha voluntad, voluntad inigualable que demuestran cuanto valía esa negra que tantas veces fue maltratada y humillada por ser mujer, pobre y de una raza estigmatizada. Un día cuando viajaba hacia el central "Toledo" en la capital cubana vio a unos macheteros cortando caña y se dijo a sí misma, "Eso lo puedo hacer yo", cuando se acercó y lo dijo a los cortadores:
- Usted es muy chiquilla.
- Yo no soy chiquilla, yo tengo treinta y pico de años, yo no soy ninguna chiquilla y además, Fidel y la revolución dicen que aquí cada cual hace lo que le guste, trabajando honradamente.
- Pero no pa’ mujeres. Eso es para el sexo fuerte.
- Eso creen ustedes, aquí, hoy en día, nosotras las mujeres vamos a trabajar en todo. No hay sexo fuerte que valga.
- Coge una mocha.
"Yo no podía con la mocha, pero llegó un viejito y me dio un machete y comencé a cortar caña"…. "¿Cómo fue la cosa?, que me quedé en la brigada, corté aquel año 35 mil arrobas de caña que era la que se cortaba para ser heroína de la zafra"
Desde ese momento Hilda cambio su apellido y comenzó a ser llamada por todos "Hilda la Machetera". Cortaba caña a la par de los hombres y cuando llegó el momento decidió regresa a Sagua la Grande donde se necesitaba de su esfuerzo. Se incorporó a varios pelotones cañeros de la zona hasta que creó su propio pelotón integrado únicamente por mujeres, siendo el primero de su tipo en Cuba y prácticamente el único que existió en la historia de la zafra en la isla.
Durante las 40 zafras en las cuales participó Hilda la Machetera cortó más de 2 millones de arrobas de Caña y fue Heroína Nacional de la Zafra por más de 20 años. Tuvo varios encuentros con el Comandante Fidel Castro, quien encontró en esa negra los mejores valores de la sociedad que se estaba construyendo.
Hilda la Machetera fue delegada al XIX, XV, XVI y al XVII Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, Fue delegada al Congreso Sindical Mundial, Ostenta las medallas Jesús Menéndez de Primera, Segunda y tercera clase, la Medalla Ana Betancourt, La Medalla Lázaro Peña de primer grado entre otros muchos reconocimientos de la dirección de país y del propio pueblo.
Esa Negra, Mujer, Pobre representó a los macheteros villaclareños en múltiples ocasiones y con los años sólo una cosa cambió, ya Hilda se convirtió en Millonaria, ha sido la única mujer millonaria en las zafras cubanas, y de sexo débil nada, demostró que la mujer con toda la carga que le impone la sociedad puede hacer a la par lo mismo que los hombres, por tal motivo tiene que reevaluarse como: El sexo fuerte.
Hoy con 80 años de edad Hilda la Machetera añora regresar al surco, sufre por no estar mocha en mano ante un corte de caña y asegura que con esa edad si la vista se lo permite aún le puede sacar un susto a unos cuantos macheteros que intenten seguirla, con lágrimas en sus ojos, sombrero de guano y mocha en mano asegura: "La caña es mi vida, ella ha sido la que me ha hecho olvidar todo lo que pasé en el imperialismo, cuando yo estoy cortando caña yo no me acuerdo ni que yo me llamo Hilda… Si me opero de la vista y logro ver bien yo corto caña de nuevo, porque tengo fuerza y valor y coraje para hacerlo y para mantenerme cortando caña y volver a traer mi brigada".
Se negro, ser pobre y mujer eran los mayores castigos que podía tener un cubano en la década de los 50 del siglo XX. Tal hecho cayó con todo el peso del mundo sobre Hilda Alfonso Torres, quien siendo muy joven se vio obligada a irse para la capital a trabajar en la servidumbre de un médico de cierta posición en la Habana de entonces para poder sobrevivir. Intentó casarse y no pudo pues tal médico se lo impidió, salió embarazada y no llegó a ser madre, pues tal médico la obligó mediante el engaño y prácticamente el secuestro a abortar, algo que le quitó para toda su vida esa posibilidad por la afectación que le quedó en su interior.
El triunfo de la revolución en 1959 fue el mayor regalo que pudo tener Hilda en su vida y desde ese momento sabía que podía ser una persona digna y respetada por la nueva sociedad que surgía. ¿Qué hacer, cómo ganarse la vida a partir de este instante? La oportunidad se presentó sola, pero ella la conquistó con empeño, sacrificio y mucha voluntad, voluntad inigualable que demuestran cuanto valía esa negra que tantas veces fue maltratada y humillada por ser mujer, pobre y de una raza estigmatizada. Un día cuando viajaba hacia el central "Toledo" en la capital cubana vio a unos macheteros cortando caña y se dijo a sí misma, "Eso lo puedo hacer yo", cuando se acercó y lo dijo a los cortadores:
- Usted es muy chiquilla.
- Yo no soy chiquilla, yo tengo treinta y pico de años, yo no soy ninguna chiquilla y además, Fidel y la revolución dicen que aquí cada cual hace lo que le guste, trabajando honradamente.
- Pero no pa’ mujeres. Eso es para el sexo fuerte.
- Eso creen ustedes, aquí, hoy en día, nosotras las mujeres vamos a trabajar en todo. No hay sexo fuerte que valga.
- Coge una mocha.
"Yo no podía con la mocha, pero llegó un viejito y me dio un machete y comencé a cortar caña"…. "¿Cómo fue la cosa?, que me quedé en la brigada, corté aquel año 35 mil arrobas de caña que era la que se cortaba para ser heroína de la zafra"
Desde ese momento Hilda cambio su apellido y comenzó a ser llamada por todos "Hilda la Machetera". Cortaba caña a la par de los hombres y cuando llegó el momento decidió regresa a Sagua la Grande donde se necesitaba de su esfuerzo. Se incorporó a varios pelotones cañeros de la zona hasta que creó su propio pelotón integrado únicamente por mujeres, siendo el primero de su tipo en Cuba y prácticamente el único que existió en la historia de la zafra en la isla.
Durante las 40 zafras en las cuales participó Hilda la Machetera cortó más de 2 millones de arrobas de Caña y fue Heroína Nacional de la Zafra por más de 20 años. Tuvo varios encuentros con el Comandante Fidel Castro, quien encontró en esa negra los mejores valores de la sociedad que se estaba construyendo.
Hilda la Machetera fue delegada al XIX, XV, XVI y al XVII Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, Fue delegada al Congreso Sindical Mundial, Ostenta las medallas Jesús Menéndez de Primera, Segunda y tercera clase, la Medalla Ana Betancourt, La Medalla Lázaro Peña de primer grado entre otros muchos reconocimientos de la dirección de país y del propio pueblo.
Esa Negra, Mujer, Pobre representó a los macheteros villaclareños en múltiples ocasiones y con los años sólo una cosa cambió, ya Hilda se convirtió en Millonaria, ha sido la única mujer millonaria en las zafras cubanas, y de sexo débil nada, demostró que la mujer con toda la carga que le impone la sociedad puede hacer a la par lo mismo que los hombres, por tal motivo tiene que reevaluarse como: El sexo fuerte.
Hoy con 80 años de edad Hilda la Machetera añora regresar al surco, sufre por no estar mocha en mano ante un corte de caña y asegura que con esa edad si la vista se lo permite aún le puede sacar un susto a unos cuantos macheteros que intenten seguirla, con lágrimas en sus ojos, sombrero de guano y mocha en mano asegura: "La caña es mi vida, ella ha sido la que me ha hecho olvidar todo lo que pasé en el imperialismo, cuando yo estoy cortando caña yo no me acuerdo ni que yo me llamo Hilda… Si me opero de la vista y logro ver bien yo corto caña de nuevo, porque tengo fuerza y valor y coraje para hacerlo y para mantenerme cortando caña y volver a traer mi brigada".
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