- ¿Qué hora es?.
- Son las 12 de la noche.
Con ansias esperaba la llegada de este momento, en él confluían dos motivos muy poderosos para reflexionar. El primero; un año más de vida, a esa hora uno se plantea mil interrogantes, saca todas las cuentas posibles y se traza los planes más insospechados.
- Felicidades.
- Gracias, igualmente.
El segundo motivo; los festejos por el día de la medicina latinoamericana.
Uno de los privilegios que tiene todo aquel que vive en esta tierra es contar con las atenciones de salud garantizada y sin costo alguno y no creo que eso sea un eslogan, es una realidad que hacen valer los miles de profesionales de las ciencias médicas cubanas y los recursos que pone en sus manos el estado para que un día como el de hoy sea siempre una fiesta.
Aquellas felicidades dadas por alguien que no conozco, pero que compartía mi desvelo y que, por casualidad, en una conversación perdida, supo que cumplía 34 años de edad, me dio gracia en extremo, gracia porque durante la vida vemos coincidir alegría y tristezas en igual medida y con salidas siempre oportunas, sobre todo pensando en la situación que yo me encuentro.
Llegaron las 12 de la noche del 3 de diciembre de 2008, yo, aún cuando deseaba comenzar mi cumpleaños de una forma diferente, me encontraba casualmente muy cerca de aquellos que celebraban desde ese momento su día, cuidaba a un familiar cercano que se encontraba internado en una institución hospitalaria, siempre he considerado que tales coincidencias no pueden ser ignoradas.
Fue una noche difícil, pero muy interesante. Tuve la oportunidad de acercarme al trabajo de uno de esos miles de médicos cubanos que serían homenajeados durante las próximas 24 horas de ese 3 de diciembre. El doctor Mirdo Luz Espinosa Fuentes, especialista de Primer grado en Medicina Interna es uno de esos seres humanos que le ha entregado su vida a los demás. A sus 62 años de edad ha merecido infinidad de elogios y reconocimientos, pero asegura que los más importantes han sido los que le ha otorgado el pueblo, la satisfacción que siente al diagnosticar a un paciente eficazmente, verlo evolucionar y salir de su sala completamente recuperado. En su andar despacio analiza con rigor cada caso que llega a él, hace de la sala hospitalaria un aula y de cada paciente un libro abierto para llegar a sus estudiantes de la Universidad Médica de Sagua la Grande con los mejores consejos, me asegura que impartir docencia es una satisfacción permanente y lo puedo constatar claramente al verlos pendientes de cada palabra, de cada gesto.
Nadie, sin duda alguna, quisiera pasar su cumpleaños en la sala de un hospital, pero en mi caso, aseguro que ha sido un privilegio, al ver a profesionales como el doctor Mirdo que se entregan con tanta pasión a su labor, sea o no el día de la Medicina Latinoamericana, , a fin de cuentas, este comenzó para el mundo como un día más, pero puedo asegurar que para este médico sagüero y para mi tiene infinidad de de motivos para ser diferente.
- ¿Qué hará en la mañana?
- Ir a la consulta, ¿y usted?
- Iré a contarle al mundo que comencé mi cumpleaños con salud y que usted celebró el día de la Medicina Latinoamericana con el mejor agazajo del mundo, rodeado de sus pacientes.
- Son las 12 de la noche.
Con ansias esperaba la llegada de este momento, en él confluían dos motivos muy poderosos para reflexionar. El primero; un año más de vida, a esa hora uno se plantea mil interrogantes, saca todas las cuentas posibles y se traza los planes más insospechados.
- Felicidades.
- Gracias, igualmente.
El segundo motivo; los festejos por el día de la medicina latinoamericana.
Uno de los privilegios que tiene todo aquel que vive en esta tierra es contar con las atenciones de salud garantizada y sin costo alguno y no creo que eso sea un eslogan, es una realidad que hacen valer los miles de profesionales de las ciencias médicas cubanas y los recursos que pone en sus manos el estado para que un día como el de hoy sea siempre una fiesta.
Aquellas felicidades dadas por alguien que no conozco, pero que compartía mi desvelo y que, por casualidad, en una conversación perdida, supo que cumplía 34 años de edad, me dio gracia en extremo, gracia porque durante la vida vemos coincidir alegría y tristezas en igual medida y con salidas siempre oportunas, sobre todo pensando en la situación que yo me encuentro.
Llegaron las 12 de la noche del 3 de diciembre de 2008, yo, aún cuando deseaba comenzar mi cumpleaños de una forma diferente, me encontraba casualmente muy cerca de aquellos que celebraban desde ese momento su día, cuidaba a un familiar cercano que se encontraba internado en una institución hospitalaria, siempre he considerado que tales coincidencias no pueden ser ignoradas.
Fue una noche difícil, pero muy interesante. Tuve la oportunidad de acercarme al trabajo de uno de esos miles de médicos cubanos que serían homenajeados durante las próximas 24 horas de ese 3 de diciembre. El doctor Mirdo Luz Espinosa Fuentes, especialista de Primer grado en Medicina Interna es uno de esos seres humanos que le ha entregado su vida a los demás. A sus 62 años de edad ha merecido infinidad de elogios y reconocimientos, pero asegura que los más importantes han sido los que le ha otorgado el pueblo, la satisfacción que siente al diagnosticar a un paciente eficazmente, verlo evolucionar y salir de su sala completamente recuperado. En su andar despacio analiza con rigor cada caso que llega a él, hace de la sala hospitalaria un aula y de cada paciente un libro abierto para llegar a sus estudiantes de la Universidad Médica de Sagua la Grande con los mejores consejos, me asegura que impartir docencia es una satisfacción permanente y lo puedo constatar claramente al verlos pendientes de cada palabra, de cada gesto.
Nadie, sin duda alguna, quisiera pasar su cumpleaños en la sala de un hospital, pero en mi caso, aseguro que ha sido un privilegio, al ver a profesionales como el doctor Mirdo que se entregan con tanta pasión a su labor, sea o no el día de la Medicina Latinoamericana, , a fin de cuentas, este comenzó para el mundo como un día más, pero puedo asegurar que para este médico sagüero y para mi tiene infinidad de de motivos para ser diferente.
- ¿Qué hará en la mañana?
- Ir a la consulta, ¿y usted?
- Iré a contarle al mundo que comencé mi cumpleaños con salud y que usted celebró el día de la Medicina Latinoamericana con el mejor agazajo del mundo, rodeado de sus pacientes.
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