jueves, 12 de marzo de 2009

EL HOSPITAL DE CARIDAD “SAN JOSE”

Por: Ing. Yosbanys Roque Herrera
Ing. Ania López Duque
Dra. Sachely Noriega Barreiro
En la Villa del Undoso a mediados de la década del 40 del siglo XIX se instaura el primer hospital, siendo este un Hospital Militar por contrata que por sus comodidades, aseo, orden y buen servicio estuvo a la altura de los mejores de la isla, pero debido a la magnitud que iba alcanzando la ciudad sus capacidades comenzaron a resultar insuficientes para atender a la población.
Por lo que, en abril de 1866, para beneplácito del pueblo Sagüero, se crea el Hospital de Caridad " San José" como muestra de la voluntad por mejorar la salud pública y enfrentar con efectividad las enfermedades que sembraban muertes y calamidades en la Villa y sus alrededores, sobre todo en los sectores más humildes de la sociedad. Quiso la suerte, o quizás fue intencional, que la placa indicativa de la inauguración del Hospital colocada en su parte frontal, fuera construida utilizando el mármol de la tarja mortuoria de Doña Juana Caballero, hija de nuestro ilustre Don Juan Caballero, fundador de la Villa. Por lo que actualmente al dar vuelta a la mencionada placa se puede apreciar su uso anterior.
Sostener esta institución subvencionada por el Gobierno Municipal y una junta de patronos no era tarea fácil, los períodos de crisis económica influían de forma marcada en su sostén. La crisis económica de la primera mitad de la década de los 80 en el siglo XIX producto de una crisis monetaria y la rebaja en los precios del azúcar y otros productos agrícolas tuvo su repercusión el Hospital "San José". Él como otras obras públicas comenzó a sufrir evidentes muestras de deterioro producto de la falta de mantenimiento. Por esta etapa la junta de patronos no lograba reunir los fondos necesarios y los abastecedores se negaron a avituallar a la Institución si antes no se le pagaban los adeudos.
Esta situación crítica en el hospital tuvo su máxima expresión el 24 de mayo de 1884 cuando un colgadizo de 20 varas de largo se desplomó dejando debajo de él a 8 enfermos. Esta profunda crisis estuvo a punto de cerrar a tan importante Institución. Y así habría sido de no ser por la muerte en 1887 de Don Tomás Ribalta en Barcelona dejando 20 000 pesos en su testamento a nombre de los pobres de Sagua con los que se decidió restaurar el hospital.
Al comenzar la década de los 90 el hospital contaba con 9 salas y tenía una capacidad para 130 enfermos pero, según un articulo en el diario Político Reformista "El Porvenir" del 18 de octubre de 1893, las capacidades y servicios aun resultaban insuficientes para la cantidad de población que él se atendía, aunque en dicho artículo se resalta la actitud positiva de los trabajadores de esa institución.
A raíz de los acontecimientos de la inundación del 24 de septiembre de 1894, ante la profunda crisis sanitaria en que se sumió la Villa, amigos de Sagua en Cuba y el exterior se hicieron presentes haciendo colectas y propiciando el envío de donativos que llegaban desde varias partes del mundo. Los hermanos Lamadrid, Sagüeros residentes en Barcelona, lanzaron una campaña en esa ciudad española logrando la mayor donación que se recibiera entonces, con un total de 28782 pesetas, suma con la cual la comisión creada para destinar los fondos llegados decidió emplearlos para restaurar y reformar el Hospital de Caridad "San José", construyéndose dos salas más con una capacidad para 25 camas a las que se le dio el nombre de "Salas de Monserrate" honrando con ello al pueblo catalán, además de una edificación menor en la entrada del hospital para las oficinas de la administración con una inscripción en su parte superior que decía: "Barcelona".
En 1895 comienza una nueva gesta independista, la guerra necesaria como diría Martí Pero como cualquier guerra trajo consigo el hambre, la persecución, la violencia en los campos de Cuba, así que para principios de 1896, la reconcentración comenzaba de manera espontánea, familias campesinas huyendo de la violencia se refugiaban en las ciudades; mientras los más leales a las fuerzas insurrectas continuaban en sus sitios abasteciendo en las medidas de sus posibilidades a sus compatriotas en armas. Así que a mediados de 1896 Valeriano Weyler decretó la reconcentración forzada. Sagua la Grande se convirtió en anfitrión de miles de familias de los alrededores que empeoraron las condiciones y la situación económica higiénica y sanitaria de la Villa.
El inspector de sanidad de la Isla, general Don Cesar Fernández, vino a Sagua la Grande a mediados de 1896 con el objetivo de “solicitar” al ayuntamiento la construcción de un hospital de sangre. El alcalde de entonces, Sr. Noriega, contestó que no tenía fondos para esto, pues con la atención a los reconcentrados se iba todo el presupuesto, el Coronel Escribano, integrante de la comisión, con tono amenazante le contestó: “Que mueran primero todos los reconcentrados ante de morir un solo soldado español”. Por lo que el ejército español durante la guerra independentista del 95 no utilizó las instalaciones del hospital San José para atender a sus heridos y enfermos, para ello se creó un Hospital de Sangre en los antiguos almacenes de Moré y Ajuria en Isabela de Sagua.
El Hospital de Caridad nunca atravesó una peor situación, las contribuciones para esta causa casi no existían y el ayuntamiento podía hacer muy poco, se observaban muchas irregularidades con lo pocos medios que llegaban a él producto de una pésima administración. Las condiciones higiénicas eran terribles, carentes prácticamente de ropas de camas, de medicina, de alimentos, de personal calificado para la atención. Con solo entrar y observar los pisos de madera renegridos por la inmundicia, las camas unidas para albergar la mayor cantidad posible de pacientes pues se recluían en él más enfermos de lo que originalmente estaba diseñado para albergar, porque la insalubridad, el hambre, la miseria hacían sucumbir a muchos reconcentrados ante las enfermedades, sobre todo a los niños que constituyeron el grupo más vulnerable ante la situación existente.
El Dr. Abril Letamendi, un incansable luchador por mejorar la situación de los niños en el hospital, describe en un artículo la situación del hospital, además de solicitar en él que la administración pública se hiciera cargo de la administración de la institución benéfica. Entre otras cosas exponía que en la sala de niños se llegaron a recluir 75 niños (el triple de su capacidad), con frecuencia se observaban 3 o 4 niños con ropas sucias y roídas durmiendo sobre un solo catre que la inmundicia consumía y sin ropa de cama. Las enfermeras estaban carentes de la más elemental preparación profesional y sin posibilidades de mejorar en este sentido pues con la miseria que se les pagaba sólo la necesidad extrema podía llevar a alguien a trabajar ahí, por lo que era frecuente que los tratamientos no fueran correctamente llevados según las indicaciones de los médicos. Los contratistas de medicamentos, alimentos, etc. se negaron a continuar aprovisionando al hospital si no se les pagaban las deudas, así que todo escaseaba y la leche que llegaba a la boca de los pacientes no podía estar más adulterada. Por todo lo anterior nuestro buen doctor concluye que el hospital de Caridad “San José” lejos de ser una institución de salud era un foco infeccioso.
El Alcalde Machado como una de sus primeras medidas y por orientación del Gobernador Civil de la Provincia disolvió la junta de patronos y puso el hospital bajo la tutela de la alcaldía. Enseguida hizo una selección del personal para trabajar en la institución y sacó a todos aquellos que no cumplía con sus deberes, se rascaron los piso de madera para eliminar la suciedad y dejó al señor Alejandro Santos, hombre de probada integridad, al frente de la administración del hospital. Las cosas mejoraron entonces en la medida de las posibilidades, sobre todo en aspectos subjetivos y de organización porque los abastecimientos siguieron siendo pésimos.
Una muestra fehaciente de lo anteriormente expuesto sobre las críticas condiciones del hospital de Caridad durante la reconcentración, lo refleja una triste experiencia sufrida por el alcalde Machado y que sirvió de inspiración para la creación de los asilos para niñas huérfanas:
Resulta que como en el mes de marzo y encontrándose en su despacho, revisando cuentas por pagar, ingeniándoselas como repartir los pocos recursos disponibles en medio de tantas demandas, cuando una joven de aspecto dulce, simpática, pelo rubio, ojos azules y tristes suciamente vestida, en chancletas y con el rostro bañado en lágrimas se presentó ante él con otra niña de la mano y le dijo:
 Sr. Alcalde, por Caridad, por su madre, tenga compasión de mí y de mi hermanita y mande que entierren a nuestra madre que se ha muerto esta mañana……
 ¿Y donde ha muerto? - le preguntó
 Allá, en unos colgadizos, así a la intemperie en el suelo cerca de los almacenes de Betharte
 ¿Y de qué ha muerto? - Volvió a interrogarla con lástima
 No sé, enferma y de hambre, sin alimentos, ni medicinas, salí a ver si recogía una limosna y cuando volví estaba muerta y esta, -Señalando a la hermanita- enferma también, sin comer desde ayer, acostada sobre ella la encontré.
Su congoja era tan tierna, su relato tan desgarrador, que le produjo una emoción inolvidable... -Volvió el rostro hacia el otro lado hondamente conmovido.
Reponiéndose al cabo de un momento, haciendo un supremo esfuerzo y serenándose más le preguntó:
 ¿Cómo te llamas?
 Juana Fariñas
 ¿Qué edad tienes?
 17 años
 ¿Y tu hermanita?
 8
 ¿Cómo viniste aquí?
 Reconcentrada , de Rodrigo
 ¿Dónde vives?
 En ningún lado, en la calle y cobrando espíritu, mirándola con amarga tristeza, con suplica indefinible
 Sr. alcalde - agregó - Yo soy una muchacha buena, yo quiero seguir siendo buena…. yo tengo hambre…. pero prefiero morirme…… ¡Sálveme, Sr. Alcalde, Sálveme!
Comenzó de nuevo a llorar con tal aflicción que él, profundamente afectado, volvió su rostro otra vez y lágrimas ardientes brotaron de sus ojos sin poder contenerlo, ante la inmensidad de aquella desgracia.
 Bueno - le respondí tartamudeando - no llores más veré de que modo te Protejo
 Lléveme de criada su casa, y yo me conformo con las sobras de la mesa para mi hermanita y para mí. Yo trabajo, yo aprendo a hacer de todo, lo que no quiero es andar vagando por las calles sin amparo y que mi hermanita se muera de hambre…. - Suplicó con ingenuidad. Y apoderándose de sus manos las besó, sin que él pudiera evitarlo, llorando convulsivamente.
Reflexionó un instante. ¿Dónde recogería a estas infelices? Era imposible dejarlas a la frialdad del mundo a merced de su candorosa debilidad, porque el fin y al cabo, y por muy buena que fuera vencería siempre el hambre y la imperiosa necesidad de vivir.
 No llores más - Volvió a replicar - No te dejaré abandonada a tu hermanita la mandaré para el hospital para que la curen….
 No, no, señor; al hospital no ¡Por Dios se lo pido, pues se morirá! - arguyó - horrorizada ante la alternativa planteada, pues esa Institución tenía fama de ser la antesala de la muerte y recobrando fuerzas continuó con entereza - ¡Al hospital no, por su madre! Déjela conmigo, yo la cuidaré
Le explicó entonces que en el hospital la cuidarían, que hablaría con el médico para que tuviera especial cuidado de ella y demás, convenciéndola finalmente con sus palabras.
 Aguarda un momento - Le ordenó.
Mandó a llamar al jefe del depósito municipal y al llegar le dijo:
 Usted vive en el depósito con su señora madre. Desearía que le entregara a esta muchacha y que la tenga allí hasta que yo avise … ya veré luego que hacemos…, esta otra chiquita, llévela al hospital con esta tarjeta para el Director…, y cerciórese de que entierren su madre que ha muerto, no se en que lugar… Ella se lo dirá… ¡Lléveselas, lléveselas…!
Moynelo se alejó con ellas llorando y Machado quedó con el corazón roto y una fuerte emoción por la impotencia de no poder hacer más, de saber que en las calles de la villa cientos de Juana Fariñas vagaban y él no podía hacer prácticamente nada.
El final de la Guerra del 95 llegó y luego de la ocupación yanki, con el inicio de la etapa republicana, cambió el nombre del Hospital de Caridad “San José” por el de “Pucurull”, nombrado así en honor a quien fue desde el primer momento muy entusiasta por la causa separatista, como delegado de Martí colabora en la organización del Comité de la Juventud Liberal de Sagua. Se incorporó a la Brigada Sagua, formó parte de varios combates, entre ellos el de San Diego, afectado su sistema nervioso enfermó gravemente y algún tiempo después muere. Por eso el Hospital de esta cuidad llevaba el nombre del médico y patriota Ricardo Pucurull. Mas, lamentablemente, otras cosas no cambiaron, según las entrevistas realizadas a antiguos trabajadores del Hospital "Pucurull", las condiciones continuaron pésimas en el mismo, así como la miseria en que se sumergía. Cuentan los entrevistados que el agua de inyección que debe ser usada para una sola persona, era en aquel entonces utilizada hasta para tres, o sea las enfermeras almacenaban aguas de inyección de varios pacientes para ser empleado en aquellas personas que no tenían presupuesto para pagarlo, todo esto se hacia a escondidas. Expresaron además que en la sala de Pediatría se encontraban hasta 3 niños por cuna y sus madres en el suelo, así como las extracciones de sangre realizadas para posteriores transfusiones no podían ser refrigeradas por lo que estas perdían su calidad y no obstante en muchas ocasiones eran utilizadas en quienes precisaban de ellas.
Con el triunfo de la Revolución y el establecimiento de las nuevas medidas de salud pública en una primera etapa buscando humanizar los servicios se dieron a la tarea de eliminar paulatinamente el pago de los tratamientos y mejorar las condiciones en las Instituciones de Salud. Durante los primeros años de la Revolución el Hospital de Caridad continuó brindando servicios, pero ante las insuficientes capacidades de atención en la región centro norte de Villa Clara se decidió la construcción de un nuevo y moderno hospital que cubriera las necesidades del territorio Sagüero y sus municipios aledaños. El 9 de abril de 1968 fue inaugurado el mismo, que asumió paulatinamente durante un periodo de tiempo en unos meses todas las funciones del antiguo Hospital de Caridad “San José”. en esos momentos Hospital

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