miércoles, 27 de enero de 2010

UNA ROSA DE FRANCIA. Crónica a Rodrigo Prats

Por: Alberto González Rivero.
La composición musical se desborda, fruto de la inspiración de Rodrigo Prats Llorens, nacido el 7 de febrero de l909 en la ciudad de Sagua la Grande, donde aún se recuerda el aroma de su célebre creación.
Estas son suaves fragancias del autor.
Sagua la grande, tierra de ensueño, jardín en flor.
Desde que era muy pequeño ya tocaba un piano de juguete, quizás una premonición familiar.
A la edad de nueve anos escribió sus primeras composiciones, era un talento en ciernes, además de que su padre Jaime, violinista, fue su propio maestro.
Cuando Rodrigo tenía solo trece años cultiva la simpar Una Rosa de Francia.
La familia decide radicarse en La Habana, y comienza entonces el paso del joven sagüero por los escenarios de la capital.
Una tarde de mayo exhalaba los más románticos candiles, e hizo que creciera la fama de este músico, quien se había iniciado en la Cuba Jazz Band, conducida por el señor Jaime Prats.
También, el que luego fuera director de orquesta, se enroló en La Filarmónica Habanera y en La Sinfónica de Cuba, que dirigía entonces Gonzalo Roig.
Prast llegó a conducir la Orquesta Cubana de la Radio y la Televisión, llevó la batuta en la compañía de Arquímedes Pous y fue fundador del Teatro Lírico Cubano.
Del talento de Rodrigo salieron zarzuelas y pregones que se inscriben entre lo más distinguido del género.
Figuras como Compay Segundo, Barbarito Diez, Bola de Nieve y otros cantantes incorporaron a su repertorio Una Rosa de Francia.
Muchas de las partituras originales del maestro se conservan en el Museo de la Música que lleva su nombre en La Villa del Undoso.
Todavía nos embriaga.
Sagua la Grande, te doy mi corazón, siempre tendrás mi amor.

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