Por Yoel Rivero Marín.
Cuando una pared cae, tras ella encontramos lo inesperado. A veces se descubren nuevas oportunidades, otras, quedan al descubierto rincones y suciedades. Tras esa pared, tal vez se escondían calamidades que teníamos de lastre y nos frenaban el andar. Para que callera fue necesario la idea, luego una presión increíble para que se levantara el mazo y finalmente el golpe, golpe que deben darlo brazos nuevos, pues ya otros se han canzado. ¿Era una pared importante? ¿Era simbólica? ¿Era insustituible? ¿Podemos vivir sin esa pared? Ahora comienzan nuevos debates, pero todos quieren mirar qué había detrás, muchos quieren cruzarla e indagar y algunos hasta ponen su mano para ayudar a cambiar el panorama.
Para aquellos que deseaban la caída de esa pared, todo es una fiesta y hasta se sienten más respaldados para dar sus criterios sobre lo que se debe hacer de hoy en adelante. De los que querían que sus secretos permanecieran alejados de la vista, una parte se ha involucrado en el cambio, pero la otra ha comenzado a buscar una nueva pared para sentirse más segura.
Al ser humano nunca le ha gustado lo incierto, y tras el muro la realidad asustaba, las interrogantes pasan de boca en boca: ¿Qué hacer ahora que ya no está la pared? ¿Se tomará la decisión correcta? ¿Tendrá el provecho adecuado ese nuevo espacio conquistado, limpiado de maleza y de escombros? ¿Será un provecho común o personalizado? Comienzan las interrogantes, las incredulidades, hay hasta quienes dicen que en el mismo lugar se elevará una nueva pared y todo seguirá igual, otros confían en que las paredes colindantes también caerán.
Cuando una pared cae se necesita mucha voluntad, de la incertidumbre se pasa a la acción y de algo sí estoy seguro, el que realmente desea un cambio, no se queda mirando los escombros de la pared, ayudar a recogerlos y atraviesa el umbral.
Aun quedan en mis predios muchas paredes que entorpecen el camino y guardan tras de sí el escombro de otros tiempos. Los temores prevalecen, quitar tantas paredes y limpiar tanto deshecho parece una tarea inhumana, pero el cambio comienza derribando la primera pared.
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