- ¿Es posible que yo te entienda?... Pero… ¿Quién puede entender a una persona como tú? Eres una aldeana equivocada.
- Yo estoy segura de lo que estoy haciendo. Tú te acuerdas que el año pasado todo fue igual, a pesar de eso el abuelo no me presentó quejas, que eso es mucho decir.
- No busques la verdad en una simple esperanza. Esa verdad que buscas te puede dar golpes muy duros.
Mi vida era un ir y venir de las circunstancias. Jamás pensé que pasara algo distinto, algo que rompiera con esa rutina infatigable que corrompía cada uno de mis momentos más satisfactorios. Recuerdo aquella fiesta que cerró mis duros años de estudio en la aldea, cuando pensé que por primera vez el amor me sonreiría, pero qué tonta y qué cursi yo, todo fue un desastre. Esa noche ocurrió el único movimiento sísmico que recuerdan los ancianos de la aldea y pasé hasta las cuatro de la mañana para que mi hermano el Aldeano me llevara hasta la maldita choza donde me tocó nacer, vivir, sobrevivir y comer tierra y lodo todos los días.
- ¡Cállate la boca niña, la gente de la aldea no tiene que saber tus penas!
- Claro, eso porque no son tuyas. ¡Son mías, mías y mías! Son mis penas, tristemente mías hasta que esta sucia y roja tierra me trague.
- Trata de hacer algo útil. Vivir en las nubes, aunque cambien, no te va a servir de nada.
- Todo el mundo tiene derecho a soñar.
- Los sueños muchas veces no llenan la barriga.
- Y tú Aldeano, ¿De qué tienes llena la barriga?
Será que me quedaré enterrada en este desdichado rincón donde solo veo chozas, chozas y más chozas, aldeanos, aldeanos y más aldeanos. Me esforcé, nadie sabe cuánto luché para que me dejaran ir a la universidad de la aldea vecina, una que me recordara que esta aldea tiene otras aldeas alrededor. Pero al final, el regreso, el triste regreso a la realidad. Nada de lo que estudié me ha servido. “Licenciatura en Atención y Servicios”, ¿A quién se le ocurre tal cosa. El año pasado casi tengo suerte y comienzo a trabajar en el único hotel de la aldea. - ¿Qué plaza ocuparía? – Da igual, lo importante era ser universitaria, porque cuando te van a contratar tienes que ser de nivel superior. No importa que no sepas limpiar, ¡eres licenciada!
- ¿Licenciada?
- Licenciada en Atención y Servicio.
- ¿Tienes experiencia?
- He trabajado en los últimos dos años en el grupo de Atención y Servicio de la Comarca.
- ¿Dónde vive?
- Mi choza está en la zona norte de la aldea, pero vivo con mi hermano el Aldeano aquí en el centro.
- ¿Ha salido de la aldea?
- Si. Fui a la aldea vecina para la universidad.
- ¿Mantiene relaciones con aldeanos de otras aldeas?
- Soy muy sociable.
- ¿Sabe otros dialectos?
- Usted no se imagina las cosas que una aprende en la universidad de la aldea vecina.
- Le informo que la tendremos en nuestra bolsa empleadora para cuando surja una oportunidad que coincida con su preparación. Ahora solo tenemos abierta la plaza de mesera.
- Pero… Yo puedo ser mesera.
- Para eso se exige que no sean universitarias, su preparación excede los requerimientos. Recuerde que usted es una “Licenciada”.
Me cayó el mundo encima. Ya he recorrido casi todas las posibilidades de trabajo de esta aldea y nadie necesita una “Licenciada en Atención y Servicio”. La buena fortuna tiene que cruzar mi camino en algún momento. Mientras pienso iré al comedero, siempre le he dicho a mi hermano que con la barriga llena se piensa mejor. Mientras almuerzo tranquilamente algunas boberías que salen del bolsillo del abuelo una jarra inmediatamente adorna mi mesa, única mesa del lugar con un espacio libre y que por compromiso he de compartir, afortunado compromiso, porque ya tengo con qué bajar la carne, una segunda jarra ya me acompaña también.
- ¿Tú eres estúpida aldeana? La pata que doy del embarcadero al aeropuerto y del Hotel al comedero todos los días para conseguir que esta suntuosa comida salga de otro bolsillo.
No entiendo lo que dice ni por qué lo dice, pero con el calor que trae esta mujer encima, imagino que delira.
- Está buena la carne.
- Es una mierda. Yo quisiera que tú probaras los trozos de carne que hacen a tres calles de aquí. El problema es que aquella choza están reparándola y tuve que venir a este tugurio, ¡aquella choza sí tiene clase!
- Hace calor, ¿Verdad?
- Eso es lo mejor. Mientras más calor, más hoteleros. Para algo tiene que servir el calor en esta aldea.
Aquella boca, que grotescamente destrozaba el diminuto pedazo de carne, segregaba la grasa que muchos cerdos quisieran tener. Me tenía perpleja con su conocimiento de la vida y de las calles. Sobre todo porque también era licenciada en Atención y Servicio, pero se reía diciendo que se había perfilado más a la atención cuerpo a cuerpo con los hoteleros. Creo que esa es la voz de mi buena fortuna.
- ¡Aldeana, tú tienes futuro!
No te rindas nunca, que de alguna forma siempre puedes alcanzar tus sueños. Aquella mujer me ha mostrado el mundo real, el mundo objetivo, el mundo que mi aldea nunca me había enseñado que existía. No sé por qué, será por miedo a que me gustara o por conflictos morales con la esencia y el resultado. Después de varias horas conversando con ella me llevó al hotel de la aldea, me llevó al embarcadero, me llevó al aeropuerto y he conocido algunos de sus amigos. Uno en particular me resultó muy interesante.
- ¡Aldeana, tú tienes futuro!
- Eso mismo opina mi amiga.
- La verdad es la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad.
- También me ayudarás.
- Seré algo así como… tu inversionista principal, o si lo prefieres un gestor comercial y alguna que otra vez tendré que realizar control de calidad en el producto que ofertarás.
- Yo soy Licenciada en Atención y Servicio. Eso me va a ser muy útil.
- Tú puedes utilizar los recursos que estimes convenientes, a nosotros solo nos interesa el resultado.
Este personaje parece que va a estar pegado a mi todo el tiempo, tal vez hasta disfrute su control de calidad. Estoy ansiosa por tener mi primer servicio. Espero que sea con un hotelero, ellos tienen mayores posibilidades de transacción. Pobre hermano mío ese Aldeano que no mira más allá de sus narices, piensa que el mundo es solo esta triste aldea, la vida es mucho más y hay que disfrutarla. Cuando llegué a la aldea con mi título de “Licenciada en Atención y Servicio” los aldeanos decían entre dientes – De cantinera nunca va a pasar – y para ellos yo era casi un fantasma. Ahora vamos a ver cuando llegue con los resultados de mi nueva profesión si no van a romperse las manos tratando de saludarme. Aquella narizona llena de huesos ahora tiene la posibilidad de utilizar como corresponde lo que Dios le dio.
- Aldeana, estás trabajando.
- Depende de quién lo pregunte.
- Un Hotelero necesitado de sus servicios.
- Mi prioridad es usted.
- Acompáñeme entonces que estaré dos días en la aldea y tendremos una agenda muy apretada.
La aldea es más bonita de lo que yo pensaba. El Hotelero me mostró en estos dos días una cantidad de rincones que jamás imaginé pertenecían a mi aldea. Comí las cosas que nunca imaginaría mi hermano el aldeano comer en su nuevo puesto de “Asesor integral para las ideas de las minorías”. El hotelero me contó que en su aldea el cielo siempre ha sido de muchos colores y nadie nunca le ha importado, de hecho, allí no se preocupan por mirar al cielo, eso no está dentro de sus prioridades. Esa aldea si me gusta.
Ahora creo que merezco un descanso después de dos días de intenso trabajo. Dormiré tranquilamente en mi choza, espero que mi hermano no me dé ninguna charla educativa.
- Qué cabezona tú eres. ¡Tú eres universitaria!
- Gracias a la Universidad esta aldea está bien instruida.
- Pero, a fin de cuentas, los ancianos te lo dan todo.
- Yo quiero ganármelo, nunca me ha gustado tanta bondad.
- Tú eres licenciada, gánatelo con lo que estudiante.
- Licenciada en Atención y Servicio. Quiero decirte que me ha servido de mucho.
- ¡Pero…!
- El desarrollo Aldeano, el desarrollo. Deja que yo te traiga una máquina nueva para que escribas tus poemas. Desde ese momento te va a encantar mi trabajo.
Este pobre aldeano siempre será un desorientado con sus ideales de perfección. Aquí no hay nada perfecto y tiene que existir una persona para cada trabajo y no quiere entender que para el que he seleccionado hay muchas, muchas personas. La aldea no dejará de ser lo que es porque yo tome un camino u otro. El hotel no perderá clientes por yo, solamente una muchacha, decida dejar esta profesión, hay muchas más ejerciendo y otras esperando su oportunidad. Qué daño hago, si mi intención es hacer todo lo contrario. Los aldeanos no aprueban mis actos porque ellos nunca llegarán a ser hoteleros, ese es un privilegio que no tienen y yo con mi esfuerzo me lo puedo ganar como efecto colateral de mi trabajo. Además, al no ser hoteleros, nunca tendrán los beneficios que ofrecen mis colegas, y yo claro.
Como todo trabajo lleva medios de protección y protocolo de ejecución, ya todo está escrito, así que lo que me queda es aprender mucho. Dice el Inversionista que aunque haya comenzado tarde tengo grandes posibilidades de acomodarme en el mercado.
- Mi hermana, tú no te das cuenta que ese es un trabajo ilegal en esta aldea.
- No lo entiendo. En las demás aldeas es muy agradecido y mucho mejor pagado.
- Todo aldeano ha de hacer lo que más le guste en la vida. ¿Tanto te gusta ese trabajo?
- Me gusta en la preparación, me gusta mucho más en la ejecución y me fascina el resultado final cuando ya regreso a nuestra choza.
Con el trabajo de estos dos días puedo descansar casi una semana, así que lo único que deseo ahora es que este Aldeano me deje dormir. Algo que difícilmente lograré, pues para colmo hay alguien en la puerta de la choza. Seguro que es uno de esos poetas tontos que malgastan su vida en sus tertulias con mi hermano.
- ¿Aquí vive la Aldeana?
- Sí, ¿quien la busca?
- Por favor, dígale que la espera un Hotelero que necesita sus servicios.
- Ahora está descansando.
- Por favor, dígale que el Inversionista la espera en el hotel de la aldea.
- Ya le dije que está descansando.
- Ya le dije que ella tiene un contrato y debe cumplirlo. Muchas gracias.
Descansaré en otra ocasión, el trabajo es el trabajo y exige sacrificios. Además parece que no me tendré que sacrificar mucho porque el Hotelero de hoy es un joven muy agradable. Esta vez será toda una semana y dice que en el hotel algunos amigos suyos nos estarán esperando, así que descansaré poco, muy poco.
- ¿Aquí vive la Aldeana?
- Si, pero ella no está.
- Lo sabemos bien.
- ¿Ya le llegó su hora?
- No sabemos por qué usted no le explicó que nosotros sabemos hacer nuestro trabajo.
- Soy simplemente un aldeano, un poeta, un especulador, un especialista en Recursos Humanos. Ella nunca confió en mis palabras.
- Ahora está sujeta a las nuestras y le aseguramos que bien sujeta.
- ¿Puedo hacer algo por ella?
- Escríbale un poema, se lo va a agradecer mucho.
- ¿Tendrá tiempo de leerlo?
- Todo el tiempo del mundo. Pero no entendemos una cosa, ¿Por qué no le explicó que nosotros sabemos hacer nuestro trabajo?
- ¿Ustedes no viven en la aldea verdad?
- Esa es información confidencial, pero no, no vivimos en las chozas que conoce de la aldea.
- ¿No son aldeanos?
- De alguna forma lo fuimos y ya no lo somos.
- Entonces de nada vale que se los explique, porque ustedes ya no son aldeanos, no viven en la aldea y no tienen que convivir con una Aldeana.
Excelente hermano, un tema muy interesante e "incisivo"...y aplicativo...ciertamente cuando termino su lectura con una gran verdad implícita...para aquellos que ya no son "aldeanos", que no viven en la aldea y no conviven con una aldeana, sobran las explicaciones, porque solo conocen de su tiempo y su realidad, pero no la realidad que ahora viven los aldeanos...
ResponderEliminarCuando fijo mi tiempo en aquella aldea de mi tiempo, viví y conocí una realidad de aquella aldea, y en aquél tiempo...y el comportamiento para aquellos que llevan tiempo fuera de una aldea, les es difícil comprender, que ya no se trata de la aldea de su tiempo, con otro modo de pensar...ya somos aldeanos de aquella aldea, pero extranjeros al pasar los años de la nueva aldea...Excelente cuento, muy aplicativo, muy inteligente...Bravo amigo y hermano mio desde PR...