viernes, 21 de junio de 2013

¿Crisis de liderazgo?

Desde hace algún tiempo en cada reunión, encuentro o evento en el que participo mi constante curiosidad me hace prestar atención a un sector “privilegiado” en esos lugares. Me refiero a los líderes (jefes, dirigentes, pinchos).
A algunos los  encontramos  presidiendo los plenarios y a otros en  la primera fila del auditorio, (no porque sea de su interés convertirse en participante, sino porque no hay espacio entre los que están al frente). Ellos (los del al frente y los de la primera fila)  siempre llegan después que los subordinados se encuentran sentados y por educación todos se levantan (casi reverenciándolos). Siempre tienen la última palabra (lo que significa que lo que ellos dicen es lo que vale). Al salir vemos el desfile de autos ligeros donde cada uno se traslada (Un ómnibus para el auditorio y ellos siempre en la distancia).
Sobre esa “distancia” regresaré más adelante, porque me gustaría hacer un particular al tema del traslado. Si algo aprendí muy bien en mi etapa escolar fue a sacar cuentas y 5,6,7,8,9 autos ligeros trabajando a un ritmo intenso de reuniones (en Cuba no inventamos las reuniones, pero somos los que más reuniones per cápita hacemos),  durante un mes,  pueden gastar tanto combustible como el que necesita mi municipio para las ambulancias durante ese mismo periodo de tiempo. 

Por otra parte estos “líderes” necesitan que cada mañana su auto ligero lo recoja en casa, lo lleve a todas sus gestiones, acerque a sus hijos hasta las escuelas y eso evidentemente es combustible (enormes cantidades de combustible que se gastan en todo país para que sus líderes se trasladen y satisfagan sus necesidades). Si analizamos a un municipio como Sagua la Grande donde tradicionalmente las personas se trasladan hacia todos los lugares en bicicletas, coches o “a pie”, podemos darnos cuenta que sus “líderes” rompen con esa tradición. Si los autos necesitan tomar las calles en mejores condiciones ellos nunca sabrán dónde está el bache más molesto o el que más daño hace a su comunidad, o incluso, en horas de la noche nunca sabrán cuáles son las calles más oscuras y peligrosas. Por otra parte es en los coches donde se debaten los temas realmente comunitarios, todo lo que le preocupa a la gente, las “bolas” que corren por la ciudad y es ahí donde se evidencia la “distancia” a la que hacía referencia. Estar en la cola del ómnibus, del coche, de la bodega, del establecimiento donde sacaron una escasa cantidad de productos y todos quieren alcanzar,   es la mejor reunión a la que puede participar un “líder”, pero sus responsabilidades le impiden asistir a tan emotivo encuentro. La sapiencia popular queda descartada, o al menos no les llega de primera mano.
¿Cómo ser un verdadero líder entonces?
“Líder”, palabra que proviene del inglés leader, es una persona que actúa como guía o jefe de un grupo. Para que su liderazgo sea efectivo, el resto de los integrantes debe reconocer sus capacidades. El líder tiene la facultad de influir en otros sujetos. Su conducta o sus palabras logran incentivar a los miembros de un grupo para que trabajen en conjunto por un objetivo común.
De acuerdo a su forma de ejercer la conducción del equipo, el líder puede ser considerado autoritario (toma las decisiones sin dar explicaciones al respecto), democrático (permite que todos opinen y decide por consenso) o laissez faire (es el líder liberal, aquél con una conducta pasiva que delega el poder en los demás).
Para ser líder es fundamental, por otra parte tener la capacidad de comunicación. No sólo saber expresar claramente las ideas y mandatos, sino también saber escuchar y tener presente lo que piensa cada individuo que forma parte del grupo que se representa. Además, como lo definen Salovey y Mayer, es fundamental contar con inteligencia emocional. Es decir, con la habilidad de conducir los sentimientos y emociones de uno mismo y de los demás y utilizar la información para conseguir el objetivo fundamental del grupo y que realmente beneficie a todos y no a uno mismo.
Cuando un líder es escogido por una organización, se habla de un líder formal. Los líderes informales, en cambio, emergen de manera natural o espontánea dentro un grupo. Hoy necesitamos que ambos se conviertan en uno solo.
Existe una regla fundamental en el liderazgo que es la base para que un buen líder, cualquiera que éste sea, lleve a cabo un liderazgo efectivo. La mayoría de los autores la nombran la regla de oro en las relaciones personales, y es fácil, sencilla y muy efectiva: "No pongas a las personas en tu lugar: ponte tú en el lugar de las personas".
¿Qué tipo de liderazgo necesitamos hoy?
El liderazgo es la función que ocupa una persona que se distingue del resto y es capaz de tomar decisiones acertadas para el grupo, equipo u organización que preceda, inspirando al resto de los que participan de ese grupo a alcanzar una meta común. El liderazgo otorga poder y con ese peso no todos pueden cargar.
El líder necesita montarse en el ómnibus con todos y compartir el asiento incómodo, el calor, la situación ajustada.  El líder necesita hacer la cola, saber lo que significa que un producto no alcance, saber cuál es la realidad de las calles y de su territorio en general, necesita que las personas lo  conozcan, conozcan  al ser humano que está frente a ellos con sus virtudes y defectos. El líder necesita estar verdaderamente al frente, vivir como vive su gente, hacer lo que hacen sus trabajadores, servir y no vivir para que le sirvan.
Estoy claro que liderar es una de las tareas más complejas que existe, pero también comprendo que el líder no se puede hacer, necesita estar genéticamente condicionado y se debe formar  partiendo de sus cualidades. Cuando un director de una empresa, un presidente o secretario a cualquier instancia,   dirigen y no lidera, la crisis de liderazgo termina con desvirtuar la organización a la cual representan,  haciéndola caer en crisis también.
Realmente una receta no puedo plantear sobre el buen líder, pues existen tantos líderes auténticos como teorías sobre el liderazgo, y cada uno con su “librito” muy particular. Pero no es un secreto para nadie que el siglo XXI nació con una evidente crisis de liderazgo y es hora de buscar en el pasado.  La historia está llena de ejemplos, líderes de grandes y pequeñas multitudes que hoy deben convertirse en referencia. 

El liderazgo, o crece al nivel del crecimiento del todo o es sustituido por nuevos líderes que emergen, en base a una nueva percepción social que van constituyendo conjuntamente.

Paulo Freire

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