Especialista: Raúl Villavicencio Finalé
La historia del Parque Albarrán no es tan complicada como la de los demás parque sagüeros. La gran extensión que tuvo esta plazoleta desde la terminación de la iglesia, la fue perdiendo poco a poco para quedar reducida, a principios del siglo XX, al tamaño actual, por la edificación de viviendas en todo el resto de su área hasta la calle de Clara Barton.
En 1901 las nuevas autoridades locales establecidas después de la independencia acordaron construir en este lugar un Mausoleo a los caídos durante la Guerra pero la idea no fructificó.
En 1910, aun en vida de Joaquín Albarrán, los sagüeros de entonces, orgullosos de la gloria alcanzada en París por su hijo ilustre acordaron erigirle un monumento a su memoria. Al materializarse el hecho se acordó cambiar el nombre del parque y en lugar de Príncipe Alfonso fue rebautizado como Parque Albarrán. Era entonces una plaza pública pavimentada con áreas verdes muy limitadas y sin asientos fijos.
Pronto el lugar se convirtió en la cita obligada de médicos locales y de distintas latitudes que acudían a rendirle homenaje al insigne científico.
En 1925, la construcción del Hotel Sagua otorgó al parque una mayor prestancia y su imagen general ganó en calidad.
Durante los años 40 y 50 el lugar también fue escogido para mítines públicos, siendo tribuna para oradores de la talla de Jesús Menéndez y figuras como la del tirano Fulgencio Batista.
En el año de 1954, la Logia Panchito Rodríguez erigió detrás de la estatua de Albarrán un busto en recordación de la figura de Luz Caballero, busto este que como sabemos sufrió una peregrinación posterior por el parque vecino hasta ser erigido de nuevo en el 2003 por la misma logia en un lugar cercano al original.
Durante los últimos 70 años el parque ha mantenido en lo fundamental la misma imagen caracterizada por la escasez de adornos, la sencillez y la sobriedad, estando centrada la atención en el valor ornamental de la estatua.
La historia del Parque Albarrán no es tan complicada como la de los demás parque sagüeros. La gran extensión que tuvo esta plazoleta desde la terminación de la iglesia, la fue perdiendo poco a poco para quedar reducida, a principios del siglo XX, al tamaño actual, por la edificación de viviendas en todo el resto de su área hasta la calle de Clara Barton.
En 1901 las nuevas autoridades locales establecidas después de la independencia acordaron construir en este lugar un Mausoleo a los caídos durante la Guerra pero la idea no fructificó.
En 1910, aun en vida de Joaquín Albarrán, los sagüeros de entonces, orgullosos de la gloria alcanzada en París por su hijo ilustre acordaron erigirle un monumento a su memoria. Al materializarse el hecho se acordó cambiar el nombre del parque y en lugar de Príncipe Alfonso fue rebautizado como Parque Albarrán. Era entonces una plaza pública pavimentada con áreas verdes muy limitadas y sin asientos fijos.
Pronto el lugar se convirtió en la cita obligada de médicos locales y de distintas latitudes que acudían a rendirle homenaje al insigne científico.
En 1925, la construcción del Hotel Sagua otorgó al parque una mayor prestancia y su imagen general ganó en calidad.
Durante los años 40 y 50 el lugar también fue escogido para mítines públicos, siendo tribuna para oradores de la talla de Jesús Menéndez y figuras como la del tirano Fulgencio Batista.
En el año de 1954, la Logia Panchito Rodríguez erigió detrás de la estatua de Albarrán un busto en recordación de la figura de Luz Caballero, busto este que como sabemos sufrió una peregrinación posterior por el parque vecino hasta ser erigido de nuevo en el 2003 por la misma logia en un lugar cercano al original.
Durante los últimos 70 años el parque ha mantenido en lo fundamental la misma imagen caracterizada por la escasez de adornos, la sencillez y la sobriedad, estando centrada la atención en el valor ornamental de la estatua.
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