Los pronósticos sobre las probables trayectorias del huracán Lili mostraban el inminente peligro que constituía este meteoro para la región central de la isla de Cuba. La dirección del país ordenó la activación de los planes contra catástrofes por los respectivos Consejos de Defensa Territoriales de las regiones amenazadas. Para el mediodía del 17 de octubre de 1996 se decide pasar al Municipio de Sagua la Grande a la fase de Alerta Ciclónica ante la cercanía del centro del meteoro a la costa sur central con una alta probabilidad de cruzar sobre o muy próximo al territorio municipal.
El huracán Lili penetró a las 03:00 de la madrugada del día 18 por la provincia de Matanzas, tocando tierra sobre la zona de la Ciénaga de Zapata. Pero imprecisiones en el seguimiento de su trayectoria por el Instituto de Meteorología de la República de Cuba provocaron un contradictorio parte, que ubicaba al meteoro saliendo nuevamente al mar por la región de Varadero alejándose del país. La dirección del Municipio acertadamente asesorada por la estación local de meteorología ante la situación concreta que los vientos y las lluvias, que en lugar de disminuir, arreciaban, decidió mantener las medidas tomadas y mantenerse preparados para recibir el impacto del huracán.
El día 18 de octubre a las 11:00 de la mañana los vientos huracanados y las lluvias arreciaban indicando que el área del meteoro cubría la Ciudad del Undoso, persistiendo esta situación crítica hasta las 05:00 de la tarde que comenzaron a amainar los vientos que habían mantenido una velocidad sostenida de 60 Km/h y rachas de hasta 108 Km/h. La peor parte parecía haber pasado cuando a las 06:00 de la tarde el poderoso río Sagua la Grande comenzaba a salirse de su cauce habitual inundando la zona más baja de la ciudad en el barrio “La Gloria” y no regresó a este hasta las 06:00 de la tarde del día 22. Las aguas alcanzaron su cota máxima a las 07:00 de la noche del día 19, manteniendo una parte de la ciudad bajo sus aguas, sometida a sus corrientes durante 4 días.
La inundación sorprendió a los habitantes de la ciudad. Desde 1948 no se reportaba una inundación de esa magnitud. El río Sagua la Grande otrora libre en todo el recorrido de sus aguas, en las décadas del 60 y 70 del siglo XX vio sus aguas represadas en varios lugares con el objetivo de garantizar recursos hidráulicos para el consumo humano y animal, además del riego a los cultivos en épocas de seca. Ahora era preciso que la intensidad de las lluvias a lo largo de su cuenca fuera mayor para que un embalse de gran magnitud como la presa “Alacranes” no pudiera almacenarlas.
El pluviómetro colocado en la cortina de la presa mostró la caída de 131 mm de agua el día 18 y 127 mm el día 19. Las lluvias en el área de la cuenca del río Sagua la Grande fueron intensísimas durante estos dos días como lo demuestran cifras obtenidas de los resultados de las mediciones realizadas en las estaciones meteorológicas en distintos puntos de la provincia.
Las aguas del río crecieron rápidamente una vez que comenzó a aliviar la presa “Alacranes”, llegando a tener una lámina de agua de 2.40 m sobre su aliviadero. La cantidad de agua escurrida por los siete municipios que forman la cuenca del Sagua la Grande superó la estimada para estas situaciones y la capacidad libre de embalse no fue suficiente para almacenarla. Esta obra ingeniera que constituye una de las principales defensas contra las inundaciones en la ciudad y sus áreas aledañas, también constituye una temible amenaza de desastre ante la posibilidad que exista una falla estructural en su extensa cortina.
La preocupación debido a la posibilidad de una falla estructural en el muro de la presa abrumó a los habitantes de la ciudad. El Gobierno Municipal, asesorado por la Dirección Municipal de Recursos Hidráulicos, emitió un comunicado que tranquilizó a la población, en el cual se difundía que los resultados de los controles realizados por los especialistas indicaban estabilidad en la cortina. Las aguas del huracán Lili constituyeron el bautismo de fuego de la magistral obra ingeniera ofreciendo tranquilidad a los temerosos de que alguna vez se convirtiera en la causa de un desastre mayor: El colapso de la cortina de la represa.
El segundo escalón defensivo, el dique al sur de la ciudad, falló en su misión. Producto de que el terraplén construido desde el dique hasta el mar había sido perforado en un punto cercano a la ribera, provocando que las aguas en su mayor parte recurvaran al río por un nuevo curso, mientras el resto escapaba por los canales de riego afectando cultivos aledaños y a la granja porcina “Agustín Bendamio”.
La comunicación por carretera entre las áreas de la ciudad situadas en las márgenes opuestas resultó interrumpida a causa de la situación de los puentes en la zona urbana. El puente situado en la calle Carrillo quedó totalmente bajo las aguas, el puente militar fue levantado de sus cimientos y arrastrado por las aguas, y al puente “El Triunfo” era imposible acceder por el nivel de las aguas en las calles que llegan hasta él. Aun así, la población del barrio “San Juan”, situado en el lado de menor desarrollo, contó con todos los aseguramientos básicos mientras duró la inundación.
Las medidas oportunas permitieron reducir al mínimo posible las pérdidas materiales y que no se tuviera que lamentar víctimas humanas fatales, fueron evacuadas por esta situación 1300 personas de unas 400 familias, a las que además se les trasladaron todos los medios posibles para resguardarlos de las aguas.
La inundación provocada por el huracán Lili no sólo resultó desastrosa para la Villa del Undoso, también resultó ser aleccionadora. Nos recordó que las inundaciones causadas por el río Sagua la Grande continúan siendo la mayor amenaza a tener en cuenta, para la que debemos estar constantemente preparados, porque así lo señala la historia. Nos enseñó a no subestimar las fuerzas de la naturaleza, puesto que no hay obra ingeniera que pueda controlarlas. Nos precisa a ser constantes en la inspección de las defensas contra este tipo de desastre, porque sus averías traen como resultado males mayores.
Tomado de: "Sagua: Lugar de muchas aguas" de los ingenieros
Yosvany Roque y Ania López.
El día 18 de octubre a las 11:00 de la mañana los vientos huracanados y las lluvias arreciaban indicando que el área del meteoro cubría la Ciudad del Undoso, persistiendo esta situación crítica hasta las 05:00 de la tarde que comenzaron a amainar los vientos que habían mantenido una velocidad sostenida de 60 Km/h y rachas de hasta 108 Km/h. La peor parte parecía haber pasado cuando a las 06:00 de la tarde el poderoso río Sagua la Grande comenzaba a salirse de su cauce habitual inundando la zona más baja de la ciudad en el barrio “La Gloria” y no regresó a este hasta las 06:00 de la tarde del día 22. Las aguas alcanzaron su cota máxima a las 07:00 de la noche del día 19, manteniendo una parte de la ciudad bajo sus aguas, sometida a sus corrientes durante 4 días.
La inundación sorprendió a los habitantes de la ciudad. Desde 1948 no se reportaba una inundación de esa magnitud. El río Sagua la Grande otrora libre en todo el recorrido de sus aguas, en las décadas del 60 y 70 del siglo XX vio sus aguas represadas en varios lugares con el objetivo de garantizar recursos hidráulicos para el consumo humano y animal, además del riego a los cultivos en épocas de seca. Ahora era preciso que la intensidad de las lluvias a lo largo de su cuenca fuera mayor para que un embalse de gran magnitud como la presa “Alacranes” no pudiera almacenarlas.
El pluviómetro colocado en la cortina de la presa mostró la caída de 131 mm de agua el día 18 y 127 mm el día 19. Las lluvias en el área de la cuenca del río Sagua la Grande fueron intensísimas durante estos dos días como lo demuestran cifras obtenidas de los resultados de las mediciones realizadas en las estaciones meteorológicas en distintos puntos de la provincia.
Las aguas del río crecieron rápidamente una vez que comenzó a aliviar la presa “Alacranes”, llegando a tener una lámina de agua de 2.40 m sobre su aliviadero. La cantidad de agua escurrida por los siete municipios que forman la cuenca del Sagua la Grande superó la estimada para estas situaciones y la capacidad libre de embalse no fue suficiente para almacenarla. Esta obra ingeniera que constituye una de las principales defensas contra las inundaciones en la ciudad y sus áreas aledañas, también constituye una temible amenaza de desastre ante la posibilidad que exista una falla estructural en su extensa cortina.
La preocupación debido a la posibilidad de una falla estructural en el muro de la presa abrumó a los habitantes de la ciudad. El Gobierno Municipal, asesorado por la Dirección Municipal de Recursos Hidráulicos, emitió un comunicado que tranquilizó a la población, en el cual se difundía que los resultados de los controles realizados por los especialistas indicaban estabilidad en la cortina. Las aguas del huracán Lili constituyeron el bautismo de fuego de la magistral obra ingeniera ofreciendo tranquilidad a los temerosos de que alguna vez se convirtiera en la causa de un desastre mayor: El colapso de la cortina de la represa.
El segundo escalón defensivo, el dique al sur de la ciudad, falló en su misión. Producto de que el terraplén construido desde el dique hasta el mar había sido perforado en un punto cercano a la ribera, provocando que las aguas en su mayor parte recurvaran al río por un nuevo curso, mientras el resto escapaba por los canales de riego afectando cultivos aledaños y a la granja porcina “Agustín Bendamio”.
La comunicación por carretera entre las áreas de la ciudad situadas en las márgenes opuestas resultó interrumpida a causa de la situación de los puentes en la zona urbana. El puente situado en la calle Carrillo quedó totalmente bajo las aguas, el puente militar fue levantado de sus cimientos y arrastrado por las aguas, y al puente “El Triunfo” era imposible acceder por el nivel de las aguas en las calles que llegan hasta él. Aun así, la población del barrio “San Juan”, situado en el lado de menor desarrollo, contó con todos los aseguramientos básicos mientras duró la inundación.
Las medidas oportunas permitieron reducir al mínimo posible las pérdidas materiales y que no se tuviera que lamentar víctimas humanas fatales, fueron evacuadas por esta situación 1300 personas de unas 400 familias, a las que además se les trasladaron todos los medios posibles para resguardarlos de las aguas.
La inundación provocada por el huracán Lili no sólo resultó desastrosa para la Villa del Undoso, también resultó ser aleccionadora. Nos recordó que las inundaciones causadas por el río Sagua la Grande continúan siendo la mayor amenaza a tener en cuenta, para la que debemos estar constantemente preparados, porque así lo señala la historia. Nos enseñó a no subestimar las fuerzas de la naturaleza, puesto que no hay obra ingeniera que pueda controlarlas. Nos precisa a ser constantes en la inspección de las defensas contra este tipo de desastre, porque sus averías traen como resultado males mayores.
Tomado de: "Sagua: Lugar de muchas aguas" de los ingenieros
Yosvany Roque y Ania López.
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