La Revolución de 1868 dio inicio en esta región en febrero de 1869 al igual que en el resto de Las Villas; se lanzaron distintos grupos de criollos a los campos en estado de guerra, pero con dificultades e insuficiencias entre las que se destacaban la falta de armas, recursos y experiencias.
En el primer tiroteo próximo a la localidad con fuerzas cubanas, los españoles al mando de Trillo Figueroa hicieron prisionero a Juan Daniel Araoz que se convirtió en el primer mártir de la independencia en Sagua, fue fusilado el 28 de febrero de 1869.
Por decreto del gobierno de la República en armas (marzo de 1870) los límites del distrito militar de Sagua la Grande eran los siguientes:
Con Villa Clara, el río Caunao y luego el de Calabazar, el camino que va a Mata y de este punto una línea a Sitio Nuevo, continuando por el camino de Yabú, Yabucito, Jicotea, callejón de Puerto Escondido hasta San Marcos a Manacas, La Bermuda, Casa Redonda, dividiéndose con Colón hasta el paso del río Mayabón por el camino de Alvarez, y continuando por este hasta la tienda de la Cucaracha o Garrapata; con el estado de occidente, el río de la Palma hasta la desembocadura en el mar.
Como jefe del Distrito militar de Sagua la Grande y Santa Clara fue designado el mayor General Carlos Roloff. En los primeros años de la guerra hasta 1869 se manifestó cierto accionar en las operaciones militares en toda la zona. Antonio Miguel Alcover, en su obra histórica se refiere a varias acciones con participación de fuerzas de Sagua unidas a otras, entre las que se destacaron asaltos a ingenios y a fuertes españoles, quema de cañaverales y alguno que otro encuentro con fuerzas enemigas a campo abierto.
Realmente las operaciones militares en la región se caracterizaron precisamente por estos asaltos a ingenios, fincas, fuertes y quema de cañaverales que causaban daño de acuerdo a la magnitud de las acciones, pero la guerra nunca llegó a generalizarse y , por consiguiente , hacerse fuerte en esta región.
Las razones que llevaron a varias y de diversas índoles; en primer lugar: la posición económica de Sagua, con su alta producción azucarera del país, solo superada por Cárdenas, Colón y Matanzas; además este territorio siempre estuvo vinculado más a las regiones occidentales que orientales por sus relaciones económicas y financieras; debe recordarse que muchos de los capitales invertidos en la región en la década del 1830 eran precisamente de procedencia occidental; por lo que los hacendados sagüeros, estrechamente vinculados a las tendencias reformistas y conservadoras prevalecientes en aquella parte de la Isla temían a una revolución, a perder sus riquezas y verse envueltos en una rebelión de esclavos similar a la de Haití.
Además dentro de la composición de la población blanca de la jurisdicción, los españoles representaban un baluarte importante, pues de los 14 000 peninsulares de Las Villas, 6 000 se localizaban en Cienfuegos y Sagua particularmente en esta última, asimismo, de los 5833 blancos asentados en esta cabecera existían más de 1 000 comerciantes que rápidamente organizaron cuerpos de voluntarios para proteger sus riquezas; por ejemplo en mayo de 1871 se desarrollaron en Sagua grandes fiestas denominadas “Jura de la bandera y estandarte de los voluntarios”.
Estas fuerzas apoyadas por los guerrilleros al servicio de España hicieron mucho daño al desarrollo y consolidación de la Revolución en este territorio durante toda la guerra, unido a ello las autoridades coloniales desde el inicio tomaron todas las medidas para impedir la extensión revolucionaria en la región estrechando la vigilancia sobre los elementos sospechosos de estar vinculados a los conspiradores. Rápidamente, el 24 de abril de 1869 Trillo Figueroa, Teniente Gobernador de Sagua, firma el decreto de confiscación de todos los bienes a implicados y sospechosos en el alzamiento; también las autoridades metropolitanas contaron con el apoyo generalizado de los dueños de ingenios que construyeron fuertes y organizaron partidas armadas para defender sus propiedades, lo que significó un valioso apoyo armado a las fuerzas coloniales pues los ingenios se convertían prácticamente en cuarteles militares al servicio del régimen, que además de su importancia estratégico – militar, servían de centro de aprovisionamiento y avituallamiento para las tropas españolas.
Es preciso recordar que el ya amplio desarrollo económico mercantil alcanzado por Sagua la Grande y fundamentalmente por su cabecera jurisdiccional a inicios de la segunda mitad del siglo XIX, le permitió a personalidades como el Conde Moré (acaudalado propietario) y figuras del régimen colonial como el Teniente Gobernador Francisco Fernández Casariego, (hombre de alta preparación cultural en su época) apoyados por otras figuras locales convertirse en abanderados de un amplio plan de obras públicas y desarrollo cultural en sentido general, que en mayor o menor medida favoreció a todos; suavizando la imagen del régimen colonial español en la región.
Las amplias y rápidas condiciones para la comunicación que existían en la región, fundamentalmente con Cienfuegos, limitaron el desarrollo exitoso y la consolidación de las actividades insurrectas porque posibilitaban el rápido traslado de las tropas colonialistas y la realización de operaciones conjuntas entre fuerzas de Cienfuegos y de Sagua; hay que tener en cuenta también las condiciones topográficas de la región, relativamente llana, que no poseía zonas estratégicas de defensa para las huestes libertadoras.
Todas las razones antes expuestas determinaron que no llegara a generalizarse la revolución del 68 en el Distrito de Sagua la Grande y que a mediados de 1872 el comandante de las cinco Villas, brigadier español Portillo informara a sus superiores en La habana sobre la pacificación de su territorio ganándose el calificativo de pacificador, aunque en realidad las acciones militares continuaron en otras regiones, en Sagua éstas eran insignificantes.
A partir de 1875 con la llegada al suelo villaclareño del Generalísimo Máximo Gómez al frente de la invasión manifestó cierta reanimación de las operaciones militares en la región. Gómez designó a Carlos Roloff con 80 hombres para la zona de Sagua la Grande con el objetivo de reiniciar las acciones bélicas.
El crecimiento de las operaciones militares hizo que muchos hacendados trataran de entrar en acuerdo con los insurrectos pagándoles altas sumas de dinero para que les respetaran sus propiedades. “El 8 de marzo de 1875... Valmaseda (...) nuevo Capitán General (...) informó al gobierno que los insurrectos habían quemado a 3 leguas de Sagua 8 ingenios.
...Las villas, podía disponer además de los nutridos batallones de voluntarios de Cienfuegos, Santa Clara, Sagua, Sancti Spíritus, y Trinidad, 12 escuadrones de Camajuaní, 6 de Sagua, 2 de Cienfuegos y de los 12 escuadrones de las jurisdicciones de Colón y Cárdenas”.
A mediados de 1875 después de la muerte de José González Guerra, Gómez nombró a Carlos Roloff Jefe de la segunda división en las Villas occidentales, éste decidió tomara Sagua la Grande para lo que concentró en sus alrededores una gran cantidad de fuerzas; ya a la vista de los pobladores suspendió el combate por supuestos refuerzos que habían llegado a la ciudad.
Antonio Miguel Alcover en su obra aclara que este supuesto reforzamiento militar de la plaza no era cierto, porque las autoridades militares españolas al conocer de la presencia del gran número de fuerzas insurrectas en los alrededores de la ciudad andaban casa por casa presionando a los vecinos para su movilización urgente y así hacer frente a las huestes libertadoras. Una vez más quedó demostrada la actitud “antibélica” del sector de los hacendados y comerciantes sagüeros que hicieron llegar a Roloff la falsa noticia a través de sus supuestos “informantes”. Este error táctico de Roloff, unido a otros, influyeron en el resquebrajamiento de la moral combativa de las fuerzas bajo su mando en Las Villas occidentales.
En la historia de Sagua la Grande, el historiador Antonio Miguel Alcover, siguiendo partes militares del Coronel Rafael Rodríguez, jefe de operaciones de Villa Clara y Sagua, con fecha de 6 de enero de 1876 , hace referencia a acciones desarrolladas a finales del año anterior en la zona sagüera, en las que se destacó el teniente coronel Luis Morejón que al frente de estas fuerzas dirigió varias acciones: asaltos a ingenios, fincas, quema de cañaverales y desjarretan boyadas, entre otras.
Indiscutiblemente, el año 1875 fue de los de mayor incidencia de la guerra en esta región , respondiendo a la estrategia de Gómez de ir preparando las condiciones para la invasión a las Villas occidentales .
En este año se realizaron 40 acciones que representaron el 29 % de las efectuadas en la guerra de los Diez Años en Sagua la Grande. Durante el año 1876 y 77 se mantuvo esta situación con mayor o menor intensidad, disminuyendo a partir de julio de 1877, después que cayó en poder de los españoles el Teniente Coronel Luis Morejón, de gran accionar en la región .
Al analizar los partes de guerra del ejército Libertador y todo el decursar de la guerra en la región, obviamente hubo acciones militares; pero estas en gran medida se limitaron a objetivos económicos, asaltos a ingenios, fincas y fuertes españoles; estas características se mantuvieron inalterablemente durante los años de mayor incidencia de la guerra en Sagua la Grande y si bien es cierto que hubo afectaciones a ingenios y sus cañaverales en la mayoría de los casos no fueron desastrosas y los dueños podían en un período breve restablecer nuevamente la producción. No se tiene información de grandes enfrentamientos con columnas españolas en esta zona. La tendencia a la disminución de las operaciones militares a partir de mediados de 1877 se mantiene inalterable hasta los inicios de 1878 en que se logró los efectos esperados la política pacificadora de Arsenio Martínez Campos como consecuencia de las contradicciones y males que perjudicaron la contienda de 1868, que condujeron al zanjón. La jurisdicción de Sagua la Grande no estuvo ajena a ese proceso.
“El 23 de febrero (1878) llegaron a esta Villa, procedentes del departamento central para conferenciar con los Jefes de las fuerzas cubanas de esta comarca y lograr su presentación a las autoridades españolas los señores D Marcos García, Coronel y miembro de la cámara revolucionaria y D Enrique Mola, de igual graduación militar y procedente del mismo campo.”
Con la visita de estos representantes del zanjón y sus conversaciones con las fuerzas en la región, lograron que unos primeros y otros después se fueran acogiendo a las bases del pacto y concluyera la guerra en Sagua la Grande.
Realmente los efectos de la guerra de los diez años en Sagua no fueron de gran magnitud. Uno de los más sentidos estuvo dado por el abandono y destrucción de potreros y la inutilización del ganado, lo que provocó un alza considerable en el precio de la carne y un comercio artificial con el ganado. Durante el desarrollo de la contienda fueron afectados 29 ingenios en la jurisdicción para un 18 % de la riqueza azucarera de la región que además de no ser amplio índice, la mayoría de estas afectaciones, eran de fácil recuperación para los propietarios que rápidamente dejaron sus fabricas en condiciones de condiciones de continuar la producción, incluso aumentó considerablemente el número de ingenios durante el desarrollo de la guerra.
Lo mismo ocurrió con la riqueza urbana lo que demuestra claramente la tesis expuesta anteriormente. Además si se compara las afectaciones en la industria azucarera en Sagua con las de otras jurisdicciones de Camagüey y Oriente, se confirma que las diferencias son enormes lo que refuerza las consideraciones hechas sobre este fenómeno. Por todo lo anterior se puede afirmar que el desarrollo de la guerra de los Diez Años, en Sagua la Grande no afectó significativamente la base económica de la región que continuó su paso ascendente garantizado por la actividad contrarevolucionaria de los hacendados y la protección oficial del gobierno.
Por decreto del gobierno de la República en armas (marzo de 1870) los límites del distrito militar de Sagua la Grande eran los siguientes:
Con Villa Clara, el río Caunao y luego el de Calabazar, el camino que va a Mata y de este punto una línea a Sitio Nuevo, continuando por el camino de Yabú, Yabucito, Jicotea, callejón de Puerto Escondido hasta San Marcos a Manacas, La Bermuda, Casa Redonda, dividiéndose con Colón hasta el paso del río Mayabón por el camino de Alvarez, y continuando por este hasta la tienda de la Cucaracha o Garrapata; con el estado de occidente, el río de la Palma hasta la desembocadura en el mar.
Como jefe del Distrito militar de Sagua la Grande y Santa Clara fue designado el mayor General Carlos Roloff. En los primeros años de la guerra hasta 1869 se manifestó cierto accionar en las operaciones militares en toda la zona. Antonio Miguel Alcover, en su obra histórica se refiere a varias acciones con participación de fuerzas de Sagua unidas a otras, entre las que se destacaron asaltos a ingenios y a fuertes españoles, quema de cañaverales y alguno que otro encuentro con fuerzas enemigas a campo abierto.
Realmente las operaciones militares en la región se caracterizaron precisamente por estos asaltos a ingenios, fincas, fuertes y quema de cañaverales que causaban daño de acuerdo a la magnitud de las acciones, pero la guerra nunca llegó a generalizarse y , por consiguiente , hacerse fuerte en esta región.
Las razones que llevaron a varias y de diversas índoles; en primer lugar: la posición económica de Sagua, con su alta producción azucarera del país, solo superada por Cárdenas, Colón y Matanzas; además este territorio siempre estuvo vinculado más a las regiones occidentales que orientales por sus relaciones económicas y financieras; debe recordarse que muchos de los capitales invertidos en la región en la década del 1830 eran precisamente de procedencia occidental; por lo que los hacendados sagüeros, estrechamente vinculados a las tendencias reformistas y conservadoras prevalecientes en aquella parte de la Isla temían a una revolución, a perder sus riquezas y verse envueltos en una rebelión de esclavos similar a la de Haití.
Además dentro de la composición de la población blanca de la jurisdicción, los españoles representaban un baluarte importante, pues de los 14 000 peninsulares de Las Villas, 6 000 se localizaban en Cienfuegos y Sagua particularmente en esta última, asimismo, de los 5833 blancos asentados en esta cabecera existían más de 1 000 comerciantes que rápidamente organizaron cuerpos de voluntarios para proteger sus riquezas; por ejemplo en mayo de 1871 se desarrollaron en Sagua grandes fiestas denominadas “Jura de la bandera y estandarte de los voluntarios”.
Estas fuerzas apoyadas por los guerrilleros al servicio de España hicieron mucho daño al desarrollo y consolidación de la Revolución en este territorio durante toda la guerra, unido a ello las autoridades coloniales desde el inicio tomaron todas las medidas para impedir la extensión revolucionaria en la región estrechando la vigilancia sobre los elementos sospechosos de estar vinculados a los conspiradores. Rápidamente, el 24 de abril de 1869 Trillo Figueroa, Teniente Gobernador de Sagua, firma el decreto de confiscación de todos los bienes a implicados y sospechosos en el alzamiento; también las autoridades metropolitanas contaron con el apoyo generalizado de los dueños de ingenios que construyeron fuertes y organizaron partidas armadas para defender sus propiedades, lo que significó un valioso apoyo armado a las fuerzas coloniales pues los ingenios se convertían prácticamente en cuarteles militares al servicio del régimen, que además de su importancia estratégico – militar, servían de centro de aprovisionamiento y avituallamiento para las tropas españolas.
Es preciso recordar que el ya amplio desarrollo económico mercantil alcanzado por Sagua la Grande y fundamentalmente por su cabecera jurisdiccional a inicios de la segunda mitad del siglo XIX, le permitió a personalidades como el Conde Moré (acaudalado propietario) y figuras del régimen colonial como el Teniente Gobernador Francisco Fernández Casariego, (hombre de alta preparación cultural en su época) apoyados por otras figuras locales convertirse en abanderados de un amplio plan de obras públicas y desarrollo cultural en sentido general, que en mayor o menor medida favoreció a todos; suavizando la imagen del régimen colonial español en la región.
Las amplias y rápidas condiciones para la comunicación que existían en la región, fundamentalmente con Cienfuegos, limitaron el desarrollo exitoso y la consolidación de las actividades insurrectas porque posibilitaban el rápido traslado de las tropas colonialistas y la realización de operaciones conjuntas entre fuerzas de Cienfuegos y de Sagua; hay que tener en cuenta también las condiciones topográficas de la región, relativamente llana, que no poseía zonas estratégicas de defensa para las huestes libertadoras.
Todas las razones antes expuestas determinaron que no llegara a generalizarse la revolución del 68 en el Distrito de Sagua la Grande y que a mediados de 1872 el comandante de las cinco Villas, brigadier español Portillo informara a sus superiores en La habana sobre la pacificación de su territorio ganándose el calificativo de pacificador, aunque en realidad las acciones militares continuaron en otras regiones, en Sagua éstas eran insignificantes.
A partir de 1875 con la llegada al suelo villaclareño del Generalísimo Máximo Gómez al frente de la invasión manifestó cierta reanimación de las operaciones militares en la región. Gómez designó a Carlos Roloff con 80 hombres para la zona de Sagua la Grande con el objetivo de reiniciar las acciones bélicas.
El crecimiento de las operaciones militares hizo que muchos hacendados trataran de entrar en acuerdo con los insurrectos pagándoles altas sumas de dinero para que les respetaran sus propiedades. “El 8 de marzo de 1875... Valmaseda (...) nuevo Capitán General (...) informó al gobierno que los insurrectos habían quemado a 3 leguas de Sagua 8 ingenios.
...Las villas, podía disponer además de los nutridos batallones de voluntarios de Cienfuegos, Santa Clara, Sagua, Sancti Spíritus, y Trinidad, 12 escuadrones de Camajuaní, 6 de Sagua, 2 de Cienfuegos y de los 12 escuadrones de las jurisdicciones de Colón y Cárdenas”.
A mediados de 1875 después de la muerte de José González Guerra, Gómez nombró a Carlos Roloff Jefe de la segunda división en las Villas occidentales, éste decidió tomara Sagua la Grande para lo que concentró en sus alrededores una gran cantidad de fuerzas; ya a la vista de los pobladores suspendió el combate por supuestos refuerzos que habían llegado a la ciudad.
Antonio Miguel Alcover en su obra aclara que este supuesto reforzamiento militar de la plaza no era cierto, porque las autoridades militares españolas al conocer de la presencia del gran número de fuerzas insurrectas en los alrededores de la ciudad andaban casa por casa presionando a los vecinos para su movilización urgente y así hacer frente a las huestes libertadoras. Una vez más quedó demostrada la actitud “antibélica” del sector de los hacendados y comerciantes sagüeros que hicieron llegar a Roloff la falsa noticia a través de sus supuestos “informantes”. Este error táctico de Roloff, unido a otros, influyeron en el resquebrajamiento de la moral combativa de las fuerzas bajo su mando en Las Villas occidentales.
En la historia de Sagua la Grande, el historiador Antonio Miguel Alcover, siguiendo partes militares del Coronel Rafael Rodríguez, jefe de operaciones de Villa Clara y Sagua, con fecha de 6 de enero de 1876 , hace referencia a acciones desarrolladas a finales del año anterior en la zona sagüera, en las que se destacó el teniente coronel Luis Morejón que al frente de estas fuerzas dirigió varias acciones: asaltos a ingenios, fincas, quema de cañaverales y desjarretan boyadas, entre otras.
Indiscutiblemente, el año 1875 fue de los de mayor incidencia de la guerra en esta región , respondiendo a la estrategia de Gómez de ir preparando las condiciones para la invasión a las Villas occidentales .
En este año se realizaron 40 acciones que representaron el 29 % de las efectuadas en la guerra de los Diez Años en Sagua la Grande. Durante el año 1876 y 77 se mantuvo esta situación con mayor o menor intensidad, disminuyendo a partir de julio de 1877, después que cayó en poder de los españoles el Teniente Coronel Luis Morejón, de gran accionar en la región .
Al analizar los partes de guerra del ejército Libertador y todo el decursar de la guerra en la región, obviamente hubo acciones militares; pero estas en gran medida se limitaron a objetivos económicos, asaltos a ingenios, fincas y fuertes españoles; estas características se mantuvieron inalterablemente durante los años de mayor incidencia de la guerra en Sagua la Grande y si bien es cierto que hubo afectaciones a ingenios y sus cañaverales en la mayoría de los casos no fueron desastrosas y los dueños podían en un período breve restablecer nuevamente la producción. No se tiene información de grandes enfrentamientos con columnas españolas en esta zona. La tendencia a la disminución de las operaciones militares a partir de mediados de 1877 se mantiene inalterable hasta los inicios de 1878 en que se logró los efectos esperados la política pacificadora de Arsenio Martínez Campos como consecuencia de las contradicciones y males que perjudicaron la contienda de 1868, que condujeron al zanjón. La jurisdicción de Sagua la Grande no estuvo ajena a ese proceso.
“El 23 de febrero (1878) llegaron a esta Villa, procedentes del departamento central para conferenciar con los Jefes de las fuerzas cubanas de esta comarca y lograr su presentación a las autoridades españolas los señores D Marcos García, Coronel y miembro de la cámara revolucionaria y D Enrique Mola, de igual graduación militar y procedente del mismo campo.”
Con la visita de estos representantes del zanjón y sus conversaciones con las fuerzas en la región, lograron que unos primeros y otros después se fueran acogiendo a las bases del pacto y concluyera la guerra en Sagua la Grande.
Realmente los efectos de la guerra de los diez años en Sagua no fueron de gran magnitud. Uno de los más sentidos estuvo dado por el abandono y destrucción de potreros y la inutilización del ganado, lo que provocó un alza considerable en el precio de la carne y un comercio artificial con el ganado. Durante el desarrollo de la contienda fueron afectados 29 ingenios en la jurisdicción para un 18 % de la riqueza azucarera de la región que además de no ser amplio índice, la mayoría de estas afectaciones, eran de fácil recuperación para los propietarios que rápidamente dejaron sus fabricas en condiciones de condiciones de continuar la producción, incluso aumentó considerablemente el número de ingenios durante el desarrollo de la guerra.
Lo mismo ocurrió con la riqueza urbana lo que demuestra claramente la tesis expuesta anteriormente. Además si se compara las afectaciones en la industria azucarera en Sagua con las de otras jurisdicciones de Camagüey y Oriente, se confirma que las diferencias son enormes lo que refuerza las consideraciones hechas sobre este fenómeno. Por todo lo anterior se puede afirmar que el desarrollo de la guerra de los Diez Años, en Sagua la Grande no afectó significativamente la base económica de la región que continuó su paso ascendente garantizado por la actividad contrarevolucionaria de los hacendados y la protección oficial del gobierno.
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