Por: Aylín Cruz.
Desde muy temprano en la mañana, cuando la ciudad apenas se despereza para comenzar el día, ya se escuchan rodar las bicicletas por el asfalto. No importa lo temprano que sea, si sale a caminar por las calles de nuestra ciudad, siempre encontrarás el pedaleo de su gente. Pero puede también que se encuentre con un panorama mucho menos reconfortante; ¡es increíble como pululan por la villa los perros callejeros! Esos mismos canes que no quisieron sus dueños cuidar en casa y arrojaron a la calle, esos que ahora van procreando en pleno espacio público para multiplicarse como los panes y los peces; precisamente cuando lo que necesitamos multiplicar son los panes, para que no estén mendigando en cada esquina y en todas las cafeterías, una migaja de pan.
A demás de los desalmados que los entregan a su suerte, no existe en Sagua la Grande un lugar donde cuiden de ellos, por mucho tiempo ha sido un reclamo la construcción de un espacio donde
puedan habitar estos desdichados, pero los perros son solo eso, perros. A pocos les importa si portan enfermedades, a pocos les interesa su suerte, sin embargo a todos les molesta estar rodeados a la hora de merendar y saberse casi asaltados por estos infelices.
Devolverle un poco de dignidad a la ciudad no es solo reparar, reconstruir y edificar, es también cuidar la imagen, la limpieza, la salud, es preocuparse por la gente que la habita pero también es llegar a preocuparse por los animales, habitantes obligatorios de las calles. Sagua es sin dudas un pueblo de coches y bicicletas, pero en número los perros se están disputando el primer premio.
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