jueves, 10 de marzo de 2011

Una libreta perdida en la historia.

Por: Yoel Rivero Marín.
“Advertencia, el uso indebido o alteración de esta libreta o apropiarse de ella en caso de extravío son delitos previstos y sancionados por la ley penal”“Los cupones desprendidos de las libretas carecen de valor. Los dependientes de las tiendas son los únicos autorizados para desprender cupones, siempre en su presencia y efectuar las anotaciones cuando estas correspondan. Es obligación del consumidor el cuidar con esmero esta libreta….”
Este es solo un recuerdo de algunas generaciones de cubanos. Para escribir al respecto acudo inevitablemente a mi madre, una mujer que durante gran parte de su vida laboralmente activa se vio necesitada de dar uso una y otra vez a esta LIBRETA para la adquisición de todas sus prendas de vestir y artículos del hogar. La compra de mis primeros juguetes en la infancia, mis primeras camisas, mis primeros zapatos, todo fue gracias a esta libreta, bendecida libreta. Cada artículo comprado representaba una casilla o un cupón de esta LIBRETA emitida por el Ministerio de Comercio Interior de Cuba.Existían libretas para las mujeres, libretas para los hombres, para los niños, para toda la familia. En ellas teníamos 32 cupones, cada uno representaba una prenda de ropa, un par de zapatos o un corte de tela determinado. Existían cupones para toallas, ropa de cama, ropa interior y todo lo que pudiéramos imaginar necesario para la vida cotidiana. Las 77 casillas de esta LIBRETA eran fundamentalmente para artículos varios, en ellas estaban mis ansiados juguetes de la infancia, aún recuerdo con significativa alegría que de una de ellas salió mi primera bicicleta.Esta también es parte de nuestra historia, una historia feliz que compartimos muchos y que ineludiblemente hemos de recordar y compartir. Aún me encuentro con las señoras que laboraban en la tienda “El Martillo” y me cuentan sus experiencias, vivencias y no pueden evitar lanzar más de un suspiro al aire, pues para ellas fueron sus días de gloria. Esos eran tiempos en que los sábados por la noche el parque “La Libertad” de Sagua la Grande se llenaba de camisas de guinga de diferentes colores, pues en esa semana llegaron a las tiendas una camisa de ese tipo por cupón para cada hombre o niño, nos veíamos uniformados, pero alegres y sin la presión que los jóvenes de hoy sufren por estar a la moda.
Recuerdo que los días previos a la salida de un artículo determinado eran de tormento en casi todas las familias de Sagua, pero desde la ingenuidad de mi niñez, era todo una gran fiesta por todo nuevo que pudiera llegar a mi casa. Las colas de un día a otro eran clásicas, mujeres trabajadoras pasaban las noches en la puerta del “20 de mayo”, “La aplanadora” o la ya mencionada “El martillo”, tiendas de lujo para los sagüeros de los años 60, 70 y 80.Con la llegada del periodo especial esta fue la primera libreta que pasó a ser historia, en el año 1991 mi padre sólo utilizó un cupón y dos casillas de la suya. No sé qué pasó con las libretas del resto de la familia, pero al menos en Sagua la Grande, ya en el año 1992 no fue necesaria su repartición general, las tiendas de productos textiles, variados, peleterías, ferreterías y otras, colapsaron y se les vio cerrar una a una con sus estantes totalmente vacíos. Según cuenta mi madre, aún se mantenían libretas de este tipo para las embarazadas, las cuales también desaparecieron con el paso del tiempo.
Con los años y el comienzo de la utilización de la doble moneda en el país, aparecieron las tiendas en divisa y los estantes se llenaron nuevamente, pero ya no fue necesaria nunca más aquella bendecida LIBRETA para ropa, zapatos y mis añorados juguetes, esos que hoy he de comprar a mis hijos.
“Caso de que usted encuentre una libreta extraviada, debe entregarla en la oficina de registro de consumidores más cercana o enviarla por correos…”
“Esta libreta no constituye un documento de identificación”

NOTA: La libreta de mi padre aún la conservo, tal vez algún día deba usar el resto de los cupones.

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