sábado, 30 de noviembre de 2013

Entrevista con el poeta cubano (y sagüero) Enrique Sacerio-Garí.

El lunes 14 de octubre de 2013 fue presentado, en la sala Villena de la UNEAC , el volumen Para llegar a La Habana y otros poemas, del escritor sagüero  Enrique Sacerio-Garí, un sincero homenaje al primer novelista hispano en ganar el Premio Pulitzer de ficción, el cubano-estadounidense Oscar Hijuelos ... Sagua Viva publica íntegramente dos artículos recientes que nos ayudan a conocer y descubrir la vida y la obra de Sacerio-Garí, autor nacido en la Villa del Undoso.
Entrevista publicada en
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Sería triste si la mente estuviera anclada exclusivamente al sitio en que se está.”
Conversar con Enrique Sacerio-Garí (Sagua la Grande, Cuba, 1945), aunque tan sólo medie un humilde intercambio de e-mails, le da a uno la posibilidad de profundizar en la literatura a un nivel poco transitado. Cultivador de una escritura de escrituras, Haroldo de Campos le identificó como poeta intersemiótico. El bagaje, la tradición, la intertextualidad y, al mismo tiempo, la recurrencia a la observación íntima, a la evocación, a la intuición, son rasgos que definen a este poeta cubano. Poeta cubano y, ahora, poeta de lo cubano, pues muchos años después de Poemas interreales, regresa con un nuevo poemario en el que evoca su isla añorada, además de muchos otros temas de inspiración cotidiana y profunda humanidad. Se trata de Para llegar a la Habana (Bartleby Editores), título con el que rinde homenaje a Lezama Lima.
Actualmente, Enrique Sacerio-Garí es profesor en Bryn Mawr College de Pensilvania.
Enrique Sacerio-Gari
En el prólogo del libro, escrito por Norberto Codina, se habla de una angustia al evocar. ¿Cuánto duele evocar?
Al evocar se siente todo lo que el abanico de sentimientos rememorados aviva. Es bien posible que lo doloroso evocado duela tanto o más que los puntos intensos que se trazan. Evocar también cicatriza.
En “Contorno” habla de ‘un poema que cuenta todo lo que siente’. A grandes rasgos, ¿de qué hablaría ese poema?
“Contorno” es absolutamente metapoético: habla de lo poético más que de sujetos o temas. Es la persona poética que está por cuajar, lo más cercano a la expresión que permanece interno sin pasar la frontera retórica. Siempre falta algo. Serán los lectores los que cuentan.

El título, Para llegar a la Habana, es un homenaje a la obra de Lezama Lima, Para llegar a Montego Bay, que a su vez ya homenajeó Cortázar en Para llegar a Lezama Lima. ¿Por qué consideraba necesario este homenaje?
Es muy atrevido escribir un poema con el título “Para llegar a La Habana”, dialogar con un título de Lezama y con su ciudad. El destierro casi siempre se siente desde/hacia la ciudad-capital del estado. El abandono de la tierra natal es destierro cuando no se puede regresar. Hay razones, y código legal, de ambos lados del Estrecho de La Florida que mantuvieron, mantienen, el destierro permanente de los que nos fuimos. Tampoco era posible visitar la Isla por dos décadas. Penoso recordar que Cuba intervino en los lazos de familia, hasta entre padres e hijos, en los momentos de mayor densidad ideológica y que Estados Unidos trató de imponer que las tías y los tíos no eran miembros de la familia. Estos “actos” son el colmo en el escenario del psicodrama político de los dos países. “Para llegar”, volver, no fue fácil. Lezama no es fácil, Cortázar reconoció que era necesario ofrecernos una guía a la obra de Lezama. Llegar es una incorporación o recuperación de imágenes, lo cual no siempre se logra. Hay mucho “por llegar” en “para llegar” ya sea por los azares de la historia o por la resistencia textual.
Lezama está presente hasta en la elección de la portada. Háblenos de por qué escogió esa ilustración para su poemario.
La portada es la imagen de un cuadro del artista cubano José Fuster titulado “La Catedral del Helado (David y Diego)”. Lo tengo en mi casa a las afueras de Filadelfia. Se trata de los protagonistas de la película Fresa y chocolate, donde Lezama ocupa el centro de lo gay y de la literatura cubana. Y que goza, además, de recodificaciones textuales. Se basa en el cuento “El lobo, el bosque y el hombre nuevo” de Senel Paz, obra que también produce una versión teatral con el título La Catedral del Helado. Es obvio que el cuadro de Fuster establece una relación intersemiótica con estos textos. Añade al vitral cromático, que aparece en la parte superior, el color de la piel chocolate en las relaciones humanas. Ya habiendo escogido la portada escribí un poema “Por la Catedral del Helado” que amplifica estas relaciones entre diferentes textos artísticos y sociales. Quien haya estado en Coppelia sabe que hay “colas monetarias” diferentes: “No todos llegan / al mismo altar”, así comienza el poema. Sabemos que en nuestro mundo el color también nos separa en colas diferentes.
Para llegar a La Habana
Lezama Lima, que,  al contrario que usted, pudo vivir toda su vida en Cuba, dedicó gran parte de su poesía a describir el paisaje sensorial de la isla. Al leer su obra, ¿siente usted aumentar esa sensación de pérdida? ¿O, por el contrario, el que le hablen de su patria de una forma tan inspirada le sirve como remedio para la ausencia?
Lezama sólo se explora verdaderamente regresando incesantemente a su texto, releyendo. El regreso a la Isla también es necesario para comprender sus procesos, para comprendernos. El deseo de recuperación de imágenes en la memoria no se cumple siempre porque la historia transcurre y desaparece la higuera del traspatio real. No he vivido toda mi vida en Cuba pero he revivido sus paisajes, sus ruinas y sus nuevas construcciones. Las imágenes que guardo se hallan en una memoria dinámica que, al volver, se transforma en contacto intermitente con la Isla y sus cielos. La ausencia también se vive dentro de Cuba. Lezama la conoció y luchó por sus imágenes.
¿Cuánto ha influido Lezama Lima en su poesía y cuánto queda de él en la poesía cubana actual?
Hay que aclarar que Lezama es parte de mi vida intertextual pero no el único autor ni el más importante. Pasé años con textos de la tradición poética española y portuguesa. Como me he dedicado a la poesía concreta también estudié a los brasileiros y conocí personalmente a los concretistas brasileiros. Es probable que Neruda, Vallejo, Borges, Martí y Guillén sean los de mayor densidad intertextual en mis poemas. Para mí, no obstante, es imposible sacar a Lezama del tuétano de la poesía cubana… para aludir a la frase de Eliot.
Ya que menciona usted la poesía concreta, usted ha dedicado parte de su obra a practicar esta disciplina. Por ejemplo, su poema concreto Comunión, para el que incluso ha desarrollado versiones animadas en formato flash.
Comunión (1976) es una obra de serigrafía blanca sobre papel negro. Mide al abrirlo 48 pulgadas por 20 pulgadas. Lo que los lectores ven se desarrolla mirando por círculos concéntricos así que otra figura intratextual se va construyendo al dorso de los círculos. Ello lo llevé a cabo después de conocer a Haroldo de Campos y a Décio Pignatari. Como sabe, lo visual en poesía es muy antiguo pero un momento clave es Mallarmé, que crea la lectura del poema como instancia del libro abierto en vez de simplemente páginas. Los concretistas, desde Eugen Gomringer (que fue secretario de Max Bill) hasta los brasileiros se dedicaron a explorar el espacio semiótico total y condensado entre palabras y el silencio de la página en blanco. Comunión lleva a los lectores (en lo concreto) al volumen, es decir a lo tridimensional. Aquí se encuentra un lado de la última instancia de Comunión en una versión Flash en movimiento. Capta algo de lo que es el libro, “texto” que explora una palabra y el proceso de lectura y producción de sentido. El cambio a letras blanca sobre papel negro hace de él una “noche oscura” para los lectores.
comunion
Portada para el poema concreto Comunión en Diacritics, con las dimensiones reducidas y los colores invertidos respecto al original.
¿Cómo surgió la idea del proyecto poeticsolutions.com, página web en la que incluye varios de sus poemas concretos en formato de animación Flash, y que recorrido ha tenido?
Poetics Solutions es un sitio bastante “antiguo”. Lleva casi quince años online. Mis amigos diseñadores me han convencido de que no debo actualizarlo, que debe quedar como muestra de lo que logré hacer con las herramientas de aquellos años. Como mi primer título es en ingeniería, llevo trabajando con computadoras desde los años sesenta. IBM me prestó su primer PC para que experimentara en el mundo de las letras. Además de ofrecer un taller para otros profesores, colaboré en uno de los primeros libros de aplicación de estas herramientas: Computer Programs for Literary Analysis (University of Pennsylvania Press, 1984) de John Abercrombie. Se trata de un programa escrito en Pascal para el análisis morfológico elemental del español. Todo ello fue un ejercicio que apliqué al primer párrafo de Cien años de soledad. A finales de los ochenta ofrecí una clase (“Telecommunications and the Information Age”) en Bryn Mawr College con mi colega Alfonso Albano del departamento de física. Por lo tanto, considere que hace muchas décadas que practico, conciliadas, las dos culturas de C. P. Snow. Pero no he querido, ni tratado, de abandonar la creación de poemas tradicionales. Es lo que me sale más fácil, es donde se encuentra mi verdadera voz. Comunión fue un gran esfuerzo dentro del movimiento de poesía concreta mundial a principios de los años setenta, que muchos consideran su recta final. Sin necesariamente recurrir a McLuhan, es obvio que la evolución acelerada de los medios de comunicación ha transformado la creación y la recepción de los textos artísticos. Borges también lo vislumbró con su poética de la lectura cuando habló de saber cómo sería la literatura del año 2000 si supiera cómo se iba a leer en ese año. Las nuevas tecnologías tienen mucho que aportar para que se siga leyendo y escribiendo. Pero como la mejor poesía es tan antigua, los poetas no tienen que comprometerse con las nuevas tecnologías para ser fiel a la poesía y a su voz poética.
¿Es posible hablar de una poesía cubana hoy día, teniendo en cuenta las condiciones de dispersión de muchos de sus autores?  ¿Consiguen mantener los lazos entre ustedes?
Es exactamente lo que estamos haciendo. Hablamos de la poesía cubana en Miami y en Madrid, y en Cuba se habla de la poesía cubana que se escribe hoy día en muchas partes de nuestro planeta. Sólo cuando se intensifica la ideología política, específicamente relacionada a la separación impuesta por los estados o autoimpuesta por razones personales (que debemos respetar), nos salimos del profundo y verdadero texto poético cubano. Es muy difícil escribir poemas políticos. Algunos de mis poemas son intensamente políticos y, entre ellos, pocos logran salvarse del quehacer de los días que nos han tocado vivir.
En el poema La soledad en la Habana, se presenta usted como un viajero solitario, que pasa por multitud de lugares y los ama, pero no puede sino recordar su Sagua natal. ¿Cuando se pierde un hogar, se pierde la posibilidad de crear nuevos hogares?
Absolutamente no. Aun cuando no se abandona el pueblo natal, se habita en muchos hogares. La diferencia se da en que al partir a otras tierras se vive en las encrucijadas de nuevos códigos culturales que se internalizan, que nos enriquecen, que nos recuerdan, inevitablemente, con las “chispas” de diferencias, que algo aparentemente homogéneo ha quedado atrás. Hay nuevos hogares y familias (bilingües y biculturales) lejos de la Isla que, no obstante, sienten el corazón de Cuba. El partir inicial del ámbito natal es lo que sigue marcando los estados de añoranza del regreso. Por eso, “para llegar a La Habana” sigo partiendo de Sagua.
Cuando en Otros motivos, en los poemas escritos durante la invasión de Irak, deja clara su aversión por la guerra, parece hacerlo desde la turbación de pertenecer al país invasor. Igual que en poemas como Cazador de acero, en el que describe con desaliento los usos de la sociedad que ahora le rodea: creo que ese nivel de crítica sólo puede ejercerse desde el arraigo en el mismo lugar que se critica. Es decir, en ciertos momentos, ¿sí cree haber echado nuevas raíces en otro lugar?
Hay algo en el desarraigo que nos ayuda a explicar lo que ha observado. Se trata originalmente de quedarse con las raíces en el aire pero luego esas raíces penetran en otra tierra y se vive… Y cada uno siente y se nutre a su manera. Al regresar a la tierra natal las raíces se excitan por lo conocido en los orígenes. Todo ello, en poesía y en fin, tiene que ver en muchos casos con la preservación del código lingüístico y otros códigos autóctonos que crean complejas relaciones intersemióticas. Su observación se aplica al hecho que los poemas “Complejo militar-informativo” y “Vistas del 1898” los escribí y publiqué originalmente en inglés. En el origen nacional y el origen de la creación hay coordenadas inevitables a considerar. No he echado nuevas raíces: son las mismas en tierra extranjera.
Como también se dice en el prólogo, el verdadero protagonista del drama es la memoria. ¿Es usted consciente de estar colaborando en la construcción de una memoria colectiva que ayuda a sostener una idea concreta sobre Cuba?
Sólo la historia y los lectores podrán determinarlo. Los protagonistas son la memoria y el lenguaje. Si uno de mis poemas queda en la memoria de algún lector o lectora, habré colaborado en construir algo muy especial: el milagro de la lectura que despierta las palabras y los sentimientos.
Usted habla de más cosas, además de Cuba, en el poemario. Habla de una Primavera en Jerez, habla del Vino bueno, habla de la muerte de su padre, de la Guerra de Irak… A veces su mente sí se encuentra en el lugar en que se halla su cuerpo, y no navegando por la evocación de otros lugares, ¿es así?
La mente y el cuerpo se refractan al pasar por este mundo. Los paisajes y las personas que vemos y conocemos, nuevas lecturas y las que regresan, todo ello navega con el tiempo y las palabras. Los ciclos de la naturaleza, la ausencia de los seres queridos, inolvidables guerras cruentes, son parte de nuestras secuencias vitales. Los dos poemas que menciona existen por vivencias correlativas y relaciones intertextuales: viajes, otros poetas que viajan, la Biblia. Sería triste si la mente estuviera anclada exclusivamente al sitio en que se está. Otras personas, la mirada en nuevos horizontes, la lectura, nos sacan por ejes extraordinarios a otras dimensiones de nuestra imaginación.
El poemario arranca con una cita de José Enrique Rodó, “…Cada uno de nosotros es sucesivamente, no uno, sino muchos”. ¿Cuál de todos los Enrique Sacerio-Garí ha escrito Para llegar a la Habana? ¿Cuál de ellos querría usted que el lector imaginase al leer el libro? ¿Cuál de todos ellos habría predominado si hubiera podido pasar la mayor parte de su vida en su Sagua natal, o en su Habana evocada? 
Todos lo han escrito, todos son del lector. Soy escritor de poemas más que de poesía o poemarios. Cada poema lleva su Enrique. Si me hubiera quedado en Sagua habría escrito poemas diferentes. Cuando volví a Sagua por primera vez tuve que ajustar la población sagüera imaginaria que llevaba en la memoria. Muchas de las personas que pensaba que se habían ido, se habían quedado en Sagua y viceversa. Una tarde me senté en el parque central a escuchar los danzones del conjunto municipal, Allí estaba un amigo de la niñez. Vivía al lado de mi casa, ensayando su saxofón. Éramos compañeros en los Jesuítas. Ahora él seguía en nuestra Sagua, enraizado en su música y sus ritmos cotidianos. Allí pensé que él era lo que había perdido. El perpetuo pertenecer a un sitio. Allí también pensé en el problemático enriquecimiento cultural y lingüístico por el que me había llevado la vida.  Ello me ayudó a comprender mis vivencias y a apreciarlas.
¿Hay miedo de que esa memoria colectiva no se corresponda con lo que vayan a encontrar cuando puedan regresar a su patria para quedarse? En …Para el aire de flecha en libertad usted escribe un verso que dice: ¿Qué forma alcanzará / la libertad?
Por lo que acabo de explicar, ya sabe que la memoria no corresponde exactamente a la realidad. Si uno interroga la historia (en archivos y reportajes o en grandes esfuerzos historiográficos) y luego la memoria individual sobre los hechos, las discrepancias son significativas y de capital importancia para los sujetos sociales.
La libertad es contingente según contextos sociopolíticos transformacionales. El hecho es que muchos cubanos que residimos en el exterior regresamos a la patria aunque no nos quedamos por razones personales o por ciertas prohibiciones o impedimentos. Ejercer la libertad de viaje es un valor indispensable en el mundo de hoy. Cuba ha progresado algo en este tema ya que recientemente ha habido cambios notables para los cubanos.  Los que regresamos no podemos quedarnos porque para ello tendríamos que transferir mucho más dinero del permitido por Estados Unidos. Si quisiéramos quedarnos permanentemente, para lo cual se necesitaría una transferencia bancaria aún mayor, habría serios problemas con las regulaciones de transferencias de fondos hacia “el enemigo”. Luego, el regreso tendría que ser definitivo y como “prófugo”. Imagínese que Estados Unidos no me deja hacer lo que quiera con mi dinero con respecto a Cuba. Luego están los impedimentos cubanos. Exige insertarse por completo en un sistema económico distinto. Lo más conveniente para los viajes y los regresos (en ambas direcciones), no el regreso,  sería el establecimiento de relaciones diplomáticas y económicas. Las corporaciones se pasean por el mundo con pocas dificultades (menos en Cuba por regulaciones internas proteccionistas y por las prohibiciones comerciales decretadas por Estados Unidos); las regulaciones se crean para poder esconder ganancias; los bancos parecen salirse con la suya siempre; la violencia no llueve parejo sobre los pueblos… y a Estados Unidos le preocupa más que un mexicano no se cuele por la frontera, que un estadounidense vaya a Cuba o que un cubano regrese a la Isla con demasiado dinero. ¿Qué forma alcanzará la libertad? Esperamos mejores tiempos y espacios de paz y pan para todos.
Otros enlaces a poemas concretos de Enrique Sacerio-Garí:
1) Homage to Max Bill: ReMax2
2) Front Page Issues: Stop & Go Censorship
3) Vientos: Rosa de las letras
4) ¿Cómo somos?
5) Cohearts / Cocorazones

Publicación reciente sobre este autor sagüero:

PARA LLEGAR A UN LIBRO*

Fecha de publicación 15/10/2013

El libro de Sacerio-Garí salió a la luz en 2013 bajo el sello de Bartleby Editores, de Madrid, España. (Fotos: Tessio Barba)
Por: Norberto Codina
Para llegar a La Habana y otros poemas, de Enrique Sacerio-Garí, desde las líneas iniciales de la dedicatoria a su madre Felicita, fallecida meses antes de concluir este libro, deslinda su voluntad expresiva cuando evoca «y todos los que regresan a la patria»; voluntad que se complementa con la cita de Rodó—otro Enrique con otros motivos—, en la que el ilustre uruguayo nos recuerda que las personas sucesivas y diversas que somos «… suelen ofrecer entre sí los más raros y asombrosos contrastes». Esa vuelta a La Habana nace de esos encuentros y re-encuentros, nostalgia y presente, pasado y nuevas experiencias, literatura y realidad…«del azar/ marino y celeste/ que nos dispersa/ y nos une». Y esa es la viga maestra de esta compilación de textos, que parten de ese desarraigo, donde volver es regresar al terruño —Sagua—, a la patria-nación, al yo interior, a los sabores y olores de la infancia y la añoranza… «y en los largos manteles/ se anclan postres/ de todos los colores:/ coco rallao, cascos de guayaba,/ naranjas y toronjas peladas,/ natillas y buñuelos,/ señoritas con sus nuevos napoleones,/ papayas, mameyes, hicacos sangrientos. . .» («Escena 93»). Parafraseando a su admirado Mark Twain, a Enrique pudiera definírsele como «un criollo de Sagua en el norte del Tío Sam».
Ese universo de Sacerio se desarrolla a lo largo de estas páginas, anclado en la angustia del hombre, que al decir de León Felipe, solo morirá con él, aunque en el futuro sus lágrimas puedan tener orígenes más ilustres en «…los silencios,/ las cenizas/ de la historia/ dando vueltas»(«Contorno»).
En sus diferentes lecturas, este es un libro auto-referencial, y esa cualidad, junto a su voluntad intelectual y espiritual, calan los presupuestos generales del autor; de ahí que para él sea válido todo lo que lo hace deudor obstinado de sus orígenes y de su época, desde la primera villa del Undoso, rodeada de asentamientos madereros, hasta la Filadelfia de hoy, tan norteamericana y a su vez tan asociada a ilustres cubanos de los pasados siglos.
«Para llegar a La Habana» es un diálogo con José Lezama Lima y Julio Cortázar y con dos textos capitales de las letras latinoamericanas: «Para llegar a MontegoBay» (Lezama Lima) y «Para llegar a Lezama» (Cortázar), pero es también, a lo Charles Dickens, la “historia de dos ciudades” (Sagua y La Habana): «…porque Sagua es mi tierra:/ turbonada de recuerdos/ dimensión familiar/ música que dio/ a Machín/ murales soterrados/ de Wifredo/ cauce que enseñó/ a Albarrán […] sin volver a partir/ desgarrándome de Sagua/ madera de mis marcos/ madre del río/ honda ciudad/ que sigue/ dando en mí» («Para llegar a La Habana»).
Parafraseando a Lezama en su conocido y juguetón elogio al pintor Mariano, pudiéramos festejar a Enrique, que ha conocido las grandes ciudades como Nueva York, Madrid, Lisboa, Barcelona, Londres, La Habana y Sagua. Lo cual define en el poema «La soledad en La Habana», donde reivindica la experiencia cosmopolita y a la villa del Undoso: «ciudades del mundo/ …solo se lleva/ el pueblo chico/ en los nervios electrizantes/ de la soledad…»
El principio de que el código de cada poema resulta independiente a las leyes del autor, la palabra que se burla del límite de su aparente creador, y posible «recreador», como un símbolo mutante entre el poeta y sus posibles lectores, conforman una experiencia reiterada en la escritura de diferentes autores, a la que no es extraño Sacerio, en esa vocación del creador para inmortalizarse en su tránsito efímero como ser terrenal. Y así se enlazan las diferentes secciones, más allá del poema-prólogo que le da título al libro.
Como bien afirmara Matthew Arnold en el ya muy lejano siglo XIX, la poesía tiene una voluntad y un poder de comunicación más allá de los dogmas, de las ideologías, de un poder económico o político determinado. Esa voluntad de la poesía de ser otro dialogante de la historia, tal como lo enunció Arnold, es algo que ha signado mi condición de lector. Me consta que el acercamiento a la historia por parte de Sacerio  —«…desde antes/ de San Agustín/ ya había fragmentos/ de siglos/ en La Habana» («Estratigrafía»)—, es más incluso por lo que ha leído y, sobre todo, ha vivido, que por los apuntes que pueden aparecer en su poesía.
Sacerio
Un pasaje de esa impronta de la historia contemporánea, la comparte con nosotros al evocar la ocupación por Estados Unidos de la pacífica ciudad iraquí de Faluya. A pesar de la inicial tranquilidad de la zona, las diferencias entre la población conquistada y el ejército invasor causaron innumerables escenas de violencia. Gran parte de la ciudad quedó en ruinas por los combates, el sesenta por ciento de los edificios destruidos y una población diezmada en torno al treinta-cincuenta por ciento en relación con los niveles anteriores a la ocupación. Poesía cargada de angustias y silencios. El vallejiano «Sabemos/ de estos golpes/ de la vida» («Cuarteto elemental»).
La voluntad del autor, y esto es válido para determinada crítica tendenciosa, no es desplegar ejercicios de virtuosismo literario, sino plantear diferentes opciones que son testimonio de sus agonías, recuerdos y esperanzas. «Son» («…Como cenizas/ que regresan a la isla») alude al drama que hemos compartido tantos cubanos, y toma el cauce triste de estas palabras: «…como migajas/ endurecidas en el bosque/ en la mandíbula de las hormigas/ o manchas húmedas. Este es uno de los momentos de su escritura que más se acerca, siempre en mi modesta opinión, al elán poético.
«Desde los Cayos mártires» es el texto que más recuerdo de Enrique, tal vez por habérselo oído decir en sitios tan diversos como un aula de la Universidad de La Habana, una feria del libro en Guadalajara, un café de Montreal, y en la terraza de mi casa. Signado en Cayo Hueso, la ciudad más meridional de Estados Unidos y, por ende, el punto más cercano a Cuba, «Desde los Cayos mártires», es un poema emotivo, trasvase de múltiples sensaciones y experiencias del autor, apasionado de ese «pedacito de Cuba», frontera y puente natural entre las dos orillas de la cubanidad. Y termina diciendo: «No hay más Sur/ que Cuba (…) ni más norte/ que Martí».
A propósito de «el discurso de la nostalgia», como bien disecciona este sentimiento el estudioso de nuestra diáspora (llámese exilio o emigración) literaria, Ambrosio Fornet, «la verdadera protagonista del drama es la memoria. Es ella quien sostiene consigo misma, y con cada uno de los sujetos líricos, un mono diálogo que intenta rescatar, al conjuro de los mitos nacionales y familiares»1.
El autor, con honestidad vertical, con ese amor a su origen múltiple y uno, nos hace partícipes de su verdad, que no es la única ni total, pero sí entrañable y auténtica, cuando nos conmina: «… por los frutos sin máscaras/ con los fieles azules del ozono […] Vislumbremos dos patrias/ como una/ las dos manos/ de Martí…/ Cuba/ y la noche/ de los poetas» («Lares múltiples»).
Con Martí y Cuba, los poetas y la noche, no podía terminar menos este libro comprometido de motivos y regresos, que reúne cerca de medio centenar de textos, del cubano que es y ha sido siempre Enrique Sacerio-Garí, y quien nos recuerda el juicio de otro autor profundamente martiano, y nacido para más concurrencia en su querido Key West, Cintio Vitier: «A los poetas habría que hacerles caso, quizás / algún día empiecen a ser tomados en serio»
*Texto leído por Codina el lunes 14 de octubre en la sala Villena de la UNEAC, durante la presentación de Para llegar a La Habana y otros poemas, de Enrique Sacerio-Garí (Bartleby Editores, Madrid, España, 2013).
Notas:
1 Ambrosio Fornet. Ver Ob. cit.
SacerioSacerio

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