viernes, 8 de mayo de 2009

El güije de Sagua la Grande

Por: Lic. Raúl Villavicencio Finalé
La leyenda del charco del güije es la más siniestra de las existentes en Sagua la Grande y la única que aterrorizó la infancia de muchas generaciones de sagüeros y puso en alerta permanente a las madres del poblado.
La leyenda tomó mucha fuerza a fines del siglo XIX después de suceder un hecho que involucró a dos guardias civiles españoles, quienes llegaron un día al pueblo contando como estando en una operación de captura de un bandido por la cercanías del aludido charco vieron a la extraña criatura y que intentaron balearla sin resultado alguno.
La leyenda siguió tejiéndose hasta mediados del siglo XX en que comenzó a desaparecer ante la incredulidad de las nuevas generaciones, pero si recuerdo, cuando tenía unos 14 años, como mi madre se inquietaba cuando le comunicaba mi interés en ir al río, rogándome que no lo hiciera por la amenaza del güije.
Lo interesante de la leyenda resulta que cada persona que aseguraba haberlo visto lo describía de una forma diferente, añadiéndosele todo lo que al narrador de ocasión se le ocurriera: negro-mono, mono de piel lisa, negro con garras, o con escamas, mujer-hombre, etc, etc.
La piedra que está al centro del charco era la preferida, según la leyenda, por el güije para secarse al sol, preferentemente los jueves y viernes santos, días estos muy peligrosos para que los bañistas fueran devorados.
La celebridad del lugar fue tal que hasta una película sobre el tema se filmó en 1909, una de las primeras silentes del país, teniendo también como locación el potrero de Uriarte contiguo a la margen izquierda del charco.

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