- ¿Es posible que yo te entienda?... Pero… ¿Quién puede entender a una persona como tú? Eres una aldeana equivocada.
- Yo estoy segura de lo que estoy haciendo. Tú te acuerdas que el año pasado todo fue igual, a pesar de eso el abuelo no me presentó quejas, que eso es mucho decir.
- No busques la verdad en una simple esperanza. Esa verdad que buscas te puede dar golpes muy duros.
Mi vida era un ir y venir de las circunstancias. Jamás pensé que pasara algo distinto, algo que rompiera con esa rutina infatigable que corrompía cada uno de mis momentos más satisfactorios. Recuerdo aquella fiesta que cerró mis duros años de estudio en la aldea, cuando pensé que por primera vez el amor me sonreiría, pero qué tonta y qué cursi yo, todo fue un desastre. Esa noche ocurrió el único movimiento sísmico que recuerdan los ancianos de la aldea y pasé hasta las cuatro de la mañana para que mi hermano el Aldeano me llevara hasta la maldita choza donde me tocó nacer, vivir, sobrevivir y comer tierra y lodo todos los días.
- ¡Cállate la boca niña, la gente de la aldea no tiene que saber tus penas!