sábado, 13 de septiembre de 2008

Leyendas de Sagua (La India Sención)


“LEYENDA DE LA INDIA SENCIÓN”


En un bohío de yagua y guano construido en un pintoresco lugar próximo a la laguna, habitaba una familia de color compuesta del padre, la madre y una hija. La muchacha llamada Ascensión o cariñosamente Sención era joven de 16 a 18 años, un hermoso tipo de mujer mestiza, de carácter indómito y soberbio. Sus rasgos fisonómicos denunciaban en ella la mezcla de la raza europea, africana e India. India la llamaban por negrura y brillantez de su cabellera lacia que peinaba en hermosas trenzas que caían graciosamente sobre los hombros.

Esta familia para todos desconocida, había llegado a Sagua en tierra adentro para alejar a la linda muchacha de enamorado galán que a los padres disgustaban.

Pronto descubrió el joven enamorado dónde escondían a su amada y vino a verla. Junto a la laguna los jóvenes se contaban sus amores, cuando la madre de la muchacha les descubrió y sorprendida e indignada les reprochó duramente. El joven escuchó el reproche sin protestar y se marchó enseguida, no así Sención que violenta tal vez sintiera en ella la rebelión y fiereza de tres razas, con sus ojos negros brillantes de ira le gritó a su madre con dureza:

Mamita, su merced me ha abochornado y no va a hacerlo nunca más.

Diciendo esto descargó su mano abierta sobre el rostro de su madre.

Al contestar la madre: - hija maldita. “Dios te va a castigar... ” Ocurrió algo inexplicable o milagroso: Sención no podía retirar su mano de la cara de su madre. Todos los esfuerzos fueron inútiles, la mano estaba adherida al rostro de la anciana.

El padre afligido acudió a su curandero, el de más renombre que era el que era el acudía en casos graves.

Era preciso cortar la mano o el rostro de anciana para terminar aquel martirio. No halló otra solución el curandero que amputar la mano por la muñeca a la joven y así lo hizo. La muchacha sin exhalar una queja resistió impasible la operación y terminada ésta, marchó a la laguna en cuyas aguas desapareció.

Muchos años después la infeliz madre habitaba sola en su casita, tejiendo sombreros finos de yarey, en lo que era muy experta, mientras en el lado izquierdo de su cara continuaba adherida la mano de su hija, que con el tiempo había tomado un tinte rojizo.

Todos los viernes primeros de luna, a las 12 de la noche se veía el alma de Sención emerger de las aguas de la laguna más pálida y esbelta que nunca, con sus trenzas caídas sobre los hombros como las usaba cuando vivía y sus brazos abiertos hacia el cielo como si implorase misericordia y en el lugar de la mano derecha el muñón envuelto en gasa que le pusiera el curandero.

Este hecho ocurrió recién fundada Sagua, en un lugar próximo a donde se alza la estación de ferrocarril por los años 1814 al 1816.

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