Cuento dedicado a mi Padre.
Sentarme en el centro de mi choza, más que un privilegio, muchas veces resulta un reto. Ver a toda mi familia en su quehacer cotidiano provoca alucinaciones difíciles de evadir en esta vida y hasta en la próxima. Pasa a mi lado mi padre, cruza la matrona, desfila mi esposa y hasta mi agraciada hija recordándome siempre el día en que nací.
- ¡Ha nacido un aldeano! Un gran aldeano, un aldeano derecho, con gran futuro. Un aldeano sin miedos, de mirada fuerte, de pensar sereno, un aldeano que será capaz de encontrar el equilibrio, de dar forma a las palabras y conjugar respuestas.
Así lo sentenció el Chamán de la aldea hace treinta años y todavía estoy esperando sus vaticinios. Vivo en una choza con mi padre, la matrona, mi mujer e hija y con la desdichada de mi hermana, que resulta un punto aparte en toda remembranza que intente hacer de mi vida.