miércoles, 2 de abril de 2014

Los coqueteos economicistas de un país

Los coqueteos economicistas de los últimos años corren el riesgo de desvirtuar cada vez más el proyecto social que se le prometió al cubano. No puede hablarse de una planificación económica, cuando a la larga no existe un plan de desarrollo nacional que sustente decisiones sostenidas pragmáticamente en la fallida intención de la acumulación, estabilización o recuperación del capital en el mejor de los casos.(economia prostituida) 
La voz pópuli con mayor cantidad de cuestionamientos se hace una pregunta entre tantas: ¿Cómo  el PIB del país crece y eso no se ve reflejado en crecimiento de salario, disminución de costos o aumento de oportunidades, cómo no se vio reflejado en el crecimiento del ciudadano medio?
Mientras el espacio vacío existente entre el discurso oficial y el pensamiento social crece, no resulta un secreto para nadie que Cuba se encuentra marcada por patrones culturales occidentales,  los cuales lastran inevitablemente la necesidad urgente de emancipación real, de sostenibilidad económica y social y de equidad nunca lograda. La limitada visión de futuro brota de un conflicto intergeneracional pronunciado en las últimas décadas, la cual  lanza a todo un pueblo a los comienzos de la década de los noventa.
Sería absurdo evolucionar cuando sólo se tiene sobre la mesa un único modelo de desarrollo. Vivir en sociedad es un proceso lleno de contradicciones y complejidades y mucho más, cuando se vive en una sociedad en "transición sostenida", que permanece probando estrategias  sobre la marcha carentes de métodos fundamentados y necesitadas de una perspectiva desarrolladora y emancipadora.
Avanzar no puede significar borrar un pasado y comenzar a ensayar, ensayar y ensayar una y otra vez con un presente risiblemente innovador y lleno de buenas voluntades, de buenas voluntades está hecho el mundo y se está cayendo a pedazos, como aquellas casas que en los años noventa se hicieron de bajo costo.
De nada vale solidificar la economía, hacerla eficiente y eficaz, si quienes dirigen el estado cubano no son capaces de permitir el crecimiento de hombres y mujeres empoderados, emancipados, participativos, comprometidos, liberados de todo signo de apatía y enajenación.
Un pasado contradictorio  desvirtúa a un presente lleno de contradicciones, y no porque el pasado aflore como fantasma cargado de las imperfecciones sociales de la seudorepública, sino que se encarga abrumadoramente de mostrar esos descalabros del proyecto socioeconómico actual de Cuba, que dista mucho de mostrar la perfección prometida.
Se habla de cambios, se enumeran cambios, se festeja con aparentes y bien comedidos cambios, pero, sólo un cambio radical, superador y crítico puede romper con anquilosados esquemas que se reproducen una y otra vez con intentos de actualizar .

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