jueves, 5 de marzo de 2009

HISTORIA DEL USO DE LAS PLANTAS MEDICINALES (Los científicos sagüeros tienen espacio en Sagua Viva)

Por: Dra. Haydée Abril Trujillo
Especialista de II Grado en Estomatología General Integral. Máster en Medicina Natural y Tradicional. Miembro Titular de la Sociedad de Medicina Natural y Bioenergética. Filial de Ciencias Médicas “Lidia Doce”. Sagua La Grande, Villa Clara. Profesora Auxiliar. Investigador Agregado. ISCM-VC.
e-mail: haydee@undoso.vcl.sld.cu


La Medicina Natural y la Bioenergética forman parte importante de la historia de la humanidad, porque las terapias naturales son mucho más antiguas que los tratamientos occidentales, como la cirugía y los antibióticos. Los remedios naturales de hierbas han estado en circulación por más de 5 000 años, aproximadamente. Por ejemplo, los antiguos egipcios usaban aceites fragantes para masajes, baños y medicinas, quemaban incienso en ceremonias religiosas, y usaban aceites aromáticos de cedro para embalsamar a sus muertos, lo que puede haber sido una versión original de la aromaterapia.
Se conservan papiros egipcios, que se remontan al año 1700 a. C., entre los que se mencionan diferentes plantas, como el ajo, que se ha venido utilizando con fines medicinales desde hace unos 4 000 años. En tiempos de Ramsés III se usaban plantas, como la amapola del opio, que se empleaba para calmar el llanto de un niño.
¿Cómo descubrió el hombre primitivo que las plantas tenían propiedades medicinales?
Existen diferentes hipótesis acerca de esto. Probablemente, según estudios realizados, los primeros herbolarios observaron los animales, y se fijaron en cuáles plantas comían cuando no se sentían bien. El estudio de las sociedades primitivas en diferentes lugares del mundo ha demostrado que el uso de las plantas con fines curativos ha sido una actividad responsable de hechiceros, magos y curanderos en diversas tribus. Constituye un mérito de estas personas que en los primeros tiempos se dedicaban a curar, el haber descubierto hace milenios plantas como el té en Asia, el café y la nuez de cola en África y la coca en América, estimulantes todas. Podemos decir que el hombre primitivo trató de combatir sus enfermedades, pero a través de la historia consideró que tanto sus padecimientos como las propias plantas que lo curaban tenían poderes mágicos y sobrenaturales.
Existe una relación muy estrecha entre la filosofía de la antigüedad y los tratamientos con medios naturales, pues aunque éstos comenzaron en etapas anteriores al desarrollo de la filosofía como ciencia, lo que sí resulta cierto es que en etapas posteriores, cuando aparece la filosofía, el hombre comenzó a representarse teóricamente la realidad circundante desde un punto de vista naturalista, y empezó con ello a superarse el mito, y a entenderse que la naturaleza exterior al hombre –como el hombre mismo– puede manifestar desequilibrios, que en el caso de los humanos serían las enfermedades y, por tanto, según los filósofos y médicos de la antigüedad, tales desequilibrios sí tenían un origen natural y no divino; entonces, la solución a ellos radica en los propios procesos y medios naturales. Es ahí, donde se refuerza la tesis del antiguo misticismo de la medicina natural, actualmente revalorado con criterios más científicos. Decía Hipócrates (468-377 a. C.) que la naturaleza y las causas de las enfermedades dependen del mismo principio que da nacimiento a todo lo existente. Por tanto, ninguna de las dolencias que padece el hombre es más divina ni más humana que las demás; cada una tiene su causa natural y ninguna se produce sin ella. La naturaleza, decía, es el médico de todas las enfermedades. Según Paracelso (1493-1541): “Todo lo que viene de la naturaleza es bueno y malo a la vez, puede ser alimento, veneno y remedio, es la dosificación lo que determinará su efecto.” Este pensamiento contribuyó a la difusión de los valores medicinales de ciertas plantas o hierbas y el tratamiento de las enfermedades con elementos naturales por diversas vías, al parecer con resultados sorprendentes algunos de ellos; aquí comenzó a delinearse el azaroso camino que ha recorrido la medicina natural y bioenergética entre lo místico y lo científico.
Hipócrates dividió todos los alimentos y hierbas en categorías, según su cualidad fundamental. Mantener el equilibrio entre todos ellos, hacer ejercicios y respirar aire puro era esencial para disfrutar de buena salud.
Dioscórides escribió el clásico “De Materia Médica”, alrededor del año 60 d. C., el cual se convirtió en un libro de referencia obligada durante 1 500 años.
Claudio Galeno (131-199) médico del siglo II, reelaboró muchas de las teorías de Hipócrates; con la caída de Roma en el siglo V, el centro de la cultura se trasladó a Oriente, donde los árabes adoptaron el galenismo. La invasión árabe a Europa devolvió prácticas y tradiciones sobre el empleo de hierbas que sobrevivieron en el antiguo Egipto. Probablemente, lo más importante de la época fuera el Kitab al-Qanun o canon de medicina, del médico árabe Avicena, que estaba basado en los principios de Galeno. En nuestros días las teorías de Galeno siguen siendo dominantes en la medicina Unani, que se practica en el mundo Musulmán, y el Ayurveda en la India.
Los orígenes del uso medicinal de las hierbas en China, se pierden en la mitología. Existen figuras legendarias como Shen Nong, el cual ”inventó” la agricultura, e identificó numerosas plantas medicinales. El padre fundador de la teoría médica china es el Emperador Amarillo, que según se cree tuvo una larga vida. Al igual que en el Occidente, en esa época la medicina china estaba vinculada a la religión.
En Cuba, el reconocimiento del uso de las plantas con fines curativos, no es nuevo; esta práctica, a través de los tiempos, estuvo a cargo de curanderos, adivinos y practicantes vinculados con cultos afrocubanos. Cuba, colonizada a partir de 1511, vio la entrada de esclavos africanos desde 1515, procedentes de diversas partes de África occidental, que pertenecían principalmente a las culturas yorubas y bantú; estos negros traían sus creencias en dioses u orishas, pero desde el principio fueron llevados por los españoles a recibir la fe católica6. Los esclavos siguieron dando culto a sus orishas secretamente, y comenzaron a venerar en el santo católico al orisha africano. Como dijera René Depestre, poeta haitiano: “Se le puso una máscara a los dioses negros”. Una de las religiones afrocubanas de mayor fuerza en Cuba ha sido, a través de los tiempos, la regla de Osha o santería. Las bases de esta religión plantean la confluencia entre sus dioses u orishas y las plantas, pues los primeros eran dueños de muchas de éstas que poseían propiedades curativas7. Aunque en muchos casos no se ha comprobado científicamente el valor terapéutico de algunas plantas utilizadas en esta religión, sí nos sirve como una base de datos para continuar la investigación, para conocer más de cerca el modo en que actúan e identificar así los ingredientes activos responsables de sus propiedades curativas.
El interés por las hierbas en el mundo entero va aumentando; el riesgo a los efectos secundarios que puede provocar el uso de potentes fármacos convencionales representa para muchas personas una razón para volver a la medicina basada en plantas. En los países en vías de desarrollo, la falta de recursos para importar productos farmacéuticos está revalorizando los remedios tradicionales.
Sin embargo, al extraer los productos químicos de las plantas y convertirlos en potentes fármacos, nos olvidamos de que el fundamento de los métodos curativos tradicionales era intentar combatir la causa de las enfermedades antes que los efectos, porque la salud está tan relacionada con la prevención, como con la curación. Los padres fundadores del Ayurveda, la escuela clásica de la medicina india, se centraban tanto en la higiene personal y la alimentación sensata, como en los preparados de hierbas. Los primeros textos chinos reiteran, una y otra vez, la idea de que “el buen médico se ocupa de mantener a la gente sana, mientras que el de menor categoría sólo atiende a quienes están enfermos.”

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