miércoles, 14 de octubre de 2009

PUENTE DEL TRIUNFO.


Por: Alberto González Rivero.
Esta histórica vía, que divide en dos a la ciudad, fue inaugurada el 25 de noviembre de l895 y se conoce como Puente de San Juan.
Era de madera en sus orígenes y sirvió de paso a las tropas españolas que combatían en la zona contra los insurrectos sagüeros.
Casualmente, el primero de enero de l899 los mambises, encabezados por el general José Luís Robáu, cruzaron victoriosos por el Puente en la gesta de independencia, de ahí su actual denominación del Triunfo.
Al ritmo de conga y voladores fueron recibidos los patriotas que enfrentaron a los soldados españoles en la manigua redentora.
Los embates de una crecida del Río Sagua, después de la guerra, devastaron la estructura de madera y, en su lugar, se utilizó un andarivel, una balsa flotante, para recuperar el tránsito por esta vía que fragmenta el poblado.
Y no es hasta el 20 de mayo de l905 que se construye el esbelto Puente de Hierro Del Triunfo.
Rememoramos las patanas surtas en la orilla del rio, encargadas de trasladar sacos de azúcar hacia el Puerto de Isabela o simplemente cuando los bañitas se tiraban desde los muelles en la ribera del Río.
Quizás, Gertrudis Gómez de Avellaneda acodó su imaginación en Del Triunfo, durante su estancia relámpago en Sagua, o se huele aún el perfume del gran depósito de vino Vermouth que derramó la barca italiana Francesco Garguillo, el 23 de diciembre de l878, en el fondo de la desembocadura de este embalse natural.

lunes, 12 de octubre de 2009

CAPABLANCA Y SU PARTIDA VIVIENTE. Crónica a Capablanca en Sagua la Grande.

Por: Alberto González Rivero.
José Raúl Capablanca escenificó en el antiguo teatro Uriarte, hoy cine Principal, una partida entre trebejos vivientes.
El genial ajedrecista residió durante algún tiempo en Santa Clara, y, a la sazón de su estancia en la capital villaclareña, fue invitado a celebrar sesiones de partidas simultáneas en Caibarién y en esta ciudad, pero con una variante casi teatral.
Capablanca, huésped de honor en la ocasión, subió a las platea del teatro Uriarte para medirse al campeón local, José Someillán, en movimientos de piezas que se realizaron sobre un tablero alfombrado.
Ante el asombro de los presentes, el visitante iniciaba así un encuentro muy peculiar.
Capablanca y Someillán ordenaban las jugadas a efectuar por las piezas blancas o negras, representadas por niños disfrazados de rey, dama, caballo o alfil, quienes se desplazaban por el tablero, cuyas casillas se bordaron sobre tela y se diseñaron los trajes para los participantes en el evento.
Como es lógico suponer, el Campeón Mundial superó al ídolo local, quien ordenó inclinar su monarca personificado, lo que provocó el aplauso del público.
Así se recuerda la estancia en Sagua la Grande de José Raúl Capablanca, cuya foto de la época recoge el novedoso acontecimiento: la visita de aquel rey de todos los tiempos.

domingo, 11 de octubre de 2009

LA CURA DE UNA MUÑECA. Crónica a la doctora Concepción Campa Huergo

Por: Alberto González Rivero
La sagüera Concepción Campa Huergo nos recibió en uno de los salones del Instituto Finlay. El interés periodístico era obtener revelaciones inéditas de la llamada madre de la vacuna contra la meningitis meningocóccica, tipo B,creada en l987, única de su tipo en el mundo en aquel entonces
.Conchita, al evocar recuerdos de su tierra natal, rememoraba los juegos de muñecas que organizaba en su casa de la calle Máximo Gómez, junto a los niños del barrio, y su interés por revisar y curar a aquellos juguetes que ella suponía estaban enfermos.
Los científicos cubanos fueron los primeros en inocularse el preparado vacunal, el Vamengoc, y, sin tener la certeza de su eficacia, sacrificaron besos por caricias a sus pequeños hijos, pues “eran portadores de un bicho malo que les podía ocasionar una enfermedad grave”.
La doctora, que así es como la llaman en el Instituto Finlay, licenciada en bioquímica farmacéutica, fue una de las que convenció a su prole para que se inyectara primero que otros niños, pues el pinchazo le iba a quitar el peligro de contraer la enfermedad que ellos le tenían miedo.
No ocultó la campaña desatada alrededor de la eficacia del preparado vacunal cubano contra el Haemophilus influenzae, un flagelo universal, dicho así por quién fuera aquella niña que jugaba con muñecas y le obsesionaba tratar “al paciente”.
Esta mujer que arrancó unánimes aplausos en un congreso internacional sobre Nisserias Patógenas, efectuado precisamente en Atlanta, Estados Unidos.
La investigación científica la acogió para siempre en su laboratorio, buscando nuevas fórmulas, de ahí que nos mostrara frascos y botellones que contenían el placebo del preparado vacunal, conservando la Propiedad Intelectual del medicamento.
Mientras camina por el Instituto Finlay, la doctora combina su decisiva actuación en la medalla que le otorgó la Organización Mundial de la Salud al Vamengoc.
Y Conchita vuelve, cada vez que puede, para acariciar las muñecas que desde su infancia se propuso curar.

sábado, 10 de octubre de 2009

LA CAZA DEL PRÍNCIPE.

Por: Alberto González Rivero.
Alfonso de Borbón, Príncipe de Asturias, se casó con la sagüera Edelmira Sampedro Robato, y la novelesca historia de este matrimonio llegó a convertirse en un melodrama que trascendió hasta la reacción de la Familia Real Española.
El periodista Aldo Isidrón del Valle, escritor e investigador, confirmó que el heredero de la corona ibérica se había hospedado en el Hotel Sagua, en el siglo XX, durante su estancia en compañía de su esposa.
Edelmira, pariente del célebre escritor Jorge Mañach Robato, según los testimonios de la época, heredó de su padre -un negociante de ferretería- dos millones de pesos.
Alfonso de Borbón la describía como una mujer bonita, de reducida estatura, voluptuosamente formada, de ojos y pelo negros, de rasgos tan nítidamente cortados como los de una moneda recién estampada.
El soberano español era amigo de la farra, adorador de faldas, y como consecuencia de esas referencias bohemias, surge el romance con una corista, la seductora Martha de Rocafort, otra cubana residente en New York.
Y Edelmira Sampedro, herida con la noticia, apremia la discordia familiar, pues acusa al príncipe de tener relaciones extramatrimoniales. .
La Reina Victoria Eugenia, enterada de las tribulaciones de su hijo con la Rocafort, viaja a New York para resolver este conflicto y para saber del estado de salud del Príncipe de Asturias, que padecía de anemofilia, enfermedad que lo afectaba desde que tenía diez años.
Su Alteza era portadora de un ultimátum de su majestad Alfonso XIII a su descendiente descarriado, donde le pide que no abandone a Edelmira.
La crónica periodística, al tanto del escándalo real, publicó también los rumores de que Martha Rocafort fue víctima de los desafueros de Alfonso de Borbón .El Príncipe de Asturias se despide de este mundo, abatido por los padecimientos, y se ha testimoniado que en sus delirios llamaba con insistencia a sus padres, el Rey Alfonso XIII y la Reina Victoria Eugenia
Un artículo aparecido en 1958 suscribe que veinte años después del deceso de Alfonso, Edelmira Sampedro Robato, Condesa de Covadonga, asistió de rodillas, en el aeropuerto de Miami, a la repatriación a España de los restos de su exmarido.

EL GUAJIRO DE LABERINTO. Crónica al lanzador de baseboll Conrado Marrero

Por: Alberto González Rivero. (Conrado Marreo a la Izquierda)
En la Finca Laberinto tiró sus primeros lanzamientos el guajiro Conrado Marrero Ramos, un pitcher que se fajaba a los naranjazos contra el testero del bohío donde vivía, pues nunca, en su niñez, pudo tener una pelota de verdad.
Entonces una bola de béisbol, un par de guantes u otros implementos deportivos, era un privilegio. Los primeros pitenes se desarrollaban donde hoy se encuentra la tienda de víveres, de Laberinto.
El célebre premier dejaba la carreta a un primo para poder jugar pelota en Sagua la Grande, Isabela de Sagua o Cienfuegos. En la Perla del Sur, Conrado Marrero debutó en la lomita frente al Club Stany. De esta forma se daba a conocer este lanzador, efectivo e inteligente, y se fue despidiendo de las prácticas con naranjas que rebotaban contra el testero de su casa, o de la faena agrícola.
Marrero estuvo en el róster del equipo Almendares. El premier parecía un título de nobleza para un humilde carretero que prefirió las emociones de los estadios y las multitudes. Ningún fanático o periodista alababa la velocidad que no tenía en sus envíos, sino que veneraban su dominio, sus habilidades en la lomita y fuera de ella, su intuición para poner la bola donde se volvía imposible batearla.
Como integrante del equipo Cuba de Béisbol Aficionado gozó del mérito de ser el primer lanzador que se anotó un triunfo ante una selección de Estados Unidos. Marrero compensaba su pequeña estatura con la sabiduría en el box.
Son leyendas los ponches que le propinó al extraordinario bateador Ted Williams en las Ligas del beisbol rentado en los Estados Unidos. Y el desquite de este último con aquel descomunal jonrón que se perdió en el horizonte. El Guajiro de Laberinto vistió las franelas del New York.
Conrado Marrero se llenó de glorias y elogios, pero esa simpatía de guajiro decidió compartirla con los aficionados que lo aplaudieron inings tras inings, ponche tras ponche.
El premier, Hijo Ilustre de Sagua la Grande, vuelve una y otra vez a la finca “Laberinto”, busca a sus familiares y antiguos amigos, riega cuantas bocanadas de nostalgia le permite la humareda de su inseparable tabaco, hace chistes medio en serio, medio en broma, se siente afligido por la pérdida física de su amigo “Tronquito”, pero se faja con toda la tristeza y los recuerdos y los traduce en alegría. Por aquello de pensar siempre en el relevo, no dejó de admirar a su coterráneo Víctor Mesa. El premier recorre el parque “La Libertad”, escoltado por sus fanáticos de toda la vida, tirando imaginarias naranjas hacia el home de la memoria y hablando de béisbol.

sábado, 3 de octubre de 2009

TANDA DEL DOMINGO. Crónica a Rodríguez Alemán el sagüero.

Por: Alberto González Rivero.
…el perdón es bello. (J. Martí)
El historiador Tomás Aguilera Hernández, Manino, sagüero de pura cepa, le escribe una carta al conductor de Tanda del Domingo, porque en una entrevista que concediera a Radio Habana Cuba Rodríguez Alemán no declaró su procedencia natal.
Como tuve acceso a su papelería, Manino me mostró la respuesta del reconocido crítico de cine y especialista en teatro; carta que se convierte en un documento imprescindible de la historiografía de esta localidad, pues en ella expresa.
«Cómo olvidar, Manino , que tu me diste la mano para iniciarme en el periodismo y que gracias a dos o tres años de trabajos publicados en Mensaje y las gestiones de tu parte, se me concedió el título de periodista de la escuela Márquez Sterling, en La Habana». Mas adelante el intelectual subrayó: «cómo me puedo olvidar cuando nos sentábamos a hablar sobre poesía con antiguos y jóvenes amigos en los bancos del parque La Libertad, escuchando el repique de las campanas de la Iglesia Católica y disfrutando del vuelo de las palomas».
Manino leía el documento deslumbrado por la fidelidad de quién le recordó: “que sí iré a Sagua, como Federico García Lorca así lo hizo, pero no en un coche de agua negras, sino remontando el largo río que divide en dos a la ciudad”.
En otra parte de la epístola, Mario le promete al amigo que: “iré a Sagua una vez más, para llegar a lo que más quise, al humilde hogar de mi padre y mi maestro, de mi madre, que sembró pureza en la vida, como aquellas azucenas del patio de la casa nativa, en Maceo, número 17”.
La evocación al terruño era una luz permanente en la existencia de Mario Rodríguez Alemán, aquel señor de verbo esclarecido que viajó con el rollo de la historia a través de la magia del celuloide en las tardes de Tanda del Domingo.
El crítico de cine se despide de Manino acotando: “te prometo aparecerme en cuanto pueda por ahí. Para volverme a ti, figura histórica de Sagua, y reunirnos en algún lugar, hablar hasta que se me agote la respiración, contestar cuántas preguntas me hagan y, además, tener el placer de oírte, porque tú eres el maestro de las anécdotas y las improvisaciones”.

viernes, 2 de octubre de 2009

COSIENDO AMANECERES. Crónica a Alfredo Sosa Bravo

Por: Alberto González Rivero (Güinía)
Alfredo Sosa Bravo traza bocetos de la estación ferroviaria, bordando las tonalidades de la vegetación.
Fue el amanecer de la campiña en Viana, las combinaciones de colores del tren que viajaba por vía estrecha, lo que dio lumbre poética a sus cuadros.
El premio nacional de artes plásticas, reflejado en los vidrios de la ciudad de Murano, Italia, donde es venerado por su obra, alarga las rieles cuando esperaba la llegada de la prensa en aquella Terminal que sirvió de hogar a la familia.
Sosa bravo se quedaba hechizado con el paquete de comic, esos dibujos que le inspiraron las combinaciones de colores vivos: figurativa, llena de símbolos, como lo sigue siendo el señor de sombrero y gafas oscuras, que es él mismo, recurrente, de diversos tamaños.
Mientras vemos cruzar el gascart de sus fantasías, la pincelada se entremezcla en sentimientos, atmósferas de tijeras, cuchillos, bastoncitos, cintas, estrellas…
El maestro se inició cosiendo paños en el lienzo, tendencia o estilo que ambienta en su impronta actual.
En los años cincuenta del siglo xx vio una exposición de Wifredo Lam, en el Parque Central, en La Habana, y se deslumbró con la magia de su notable coterráneo.
Al genio lo conoció cuando vino a la capital cubana a tratarse la apoplejía que le aquejaba, pero no tiene influencias en su pintura.
Alfredo Sosa Bravo se traslada a sus destellos fugaces en las calles de Sagua, “limpias como las calzadas argentinas”, según describe Mañach en “Glosario”, esbozando la acuarela por el Hotel Telégrafo y las corrientes del río que alguna vez fueron bautizadas por el poeta Plácido.
Se sustrae el personaje de sombrero y gafas, porque el pintor de las estrellas ensarta los muñequitos de la estación.

jueves, 1 de octubre de 2009

Los Angelitos Negros de Güinía

Por: Yoel Rivero Marín.
Hoy la alegría con que comienzo el día me ha marcado significativamente. Un amigo, un profesor de la radio y del periodismo llegó a mi puerta con la copia digital de su libro. Una publicación que saldrá a la luz próximamente en la editorial Capiro de Villa Clara. Su título: Angelitos Negros. Su autor: Alberto González Rivero, ese incansable jugador de ajedrez, periodista, inquieto investigados, amante de su tierra, que logró los resultados más notables con que soñaron los realizadores radiales de esta Villa. Con su palabra sagaz siempre ha logrado encerrar momentos, vivencias, sueños y hasta personalidades ilustres o populares de Sagua la Grande. Hoy Sagua Viva comenzará a publicar cada una de las crónicas que recoge este texto de nuestro incansable “Güinía”. Para todos los sagüeros, estén donde estén, muchas traerán nostalgias, recuerdos, alegrías. Gracias a este periodista y escritor sagüero, que también merece que lleguen las palabras ideales para ser el protagonista de su propia crónica. Quién escribe tendrá suficiente tiempo para hilvanarlas y les aseguro que la compartiré con todos mis lectores. Ahora que comiencen poco a poco a revolotear estos “Angelitos Negros” y pido a todos los hijos de esta tierra que no se limiten en ampliar cada una de sus crónicas, eso pide el autor porque sabe que su trabajo necesita de todos nosotros, los que amamos a Sagua la Grande y a los sagüeros.