Cuando hablamos de historia no comprendemos que la historia está indisolublemente ligada a la filosofía de vivir. Historia fue ayer y fue el momento en que hace una hora dejé a mi hija escuchando música, música que yo puse en sus manos, o más doloroso aún, que yo permití que el mercado pusiera en sus manos. Música que le llega gracias a la Radio, esa Radio que yo me he dedicado a aprender, descubrir y transformar en los últimos 15 años y Mercado ideológicamente estructurado para mantener a la inmensa mayoría consumiendo, respondiendo fácilmente a las necesidades básicas del ser humano, el que no tendrá que preocuparse nunca más por ejercitar el entendimiento, el análisis, el debate y la defensa del criterio.
Tengo absoluta libertad de pensamiento aún cuando el futuro asuste, me asuste porque ingenuamente mi pequeña vive sin saber el entramado de ideas que sostienen ese reguetón que fácilmente llegó a sus manos o ese discurso repetido. Yo soy libre porque aprendí a serlo, pero me asusta que mi hija se convierta en una esclava más del mercado y muchas veces nuestra radio y los que la hacen se convierten en eso, en esclavos del mercado y de sus vericuetos llenos de trampas.
Todo el consumo intelectual generado por el mercado, que con un ostensible poder económico es capaz de poner en las manos de mi hija todo tipo de baratéelas hechas para el ciudadano promedio de los países de un tercer Mundo idiotizado, resulta comparable con una golosina de fina envoltura y con sabores bien definidos, saturados en azúcares de fácil digestión y de vida cortamente útil, provocando que el paladar pierda la capacidad de procesar esas grasas pesadas que le dan vida a largo plazo.
Me asusta el futuro, aún en Sagua la Grande, un pequeño rincón de este mundo globalizado e idiotizado por la última palabra del mercado y aquello que da o no da dinero. Un mundo donde se globaliza esa mediocridad intelectual que va a parar generalmente al sur del norte con un discurso literario, musical, plástico y hasta filosófico, preparado para las masas de un bajo nivel cultural, pensado para las masas de un bajo nivel intelectual, orientado para que esas masas se mantengan así y hasta disfruten el indigno mundo donde las ponen una y otra vez.
Me asusta el futuro, porque aun cuando pensé alguna vez que vivir lejos de las grandes urbes pudiera ser una ventaja, la realidad me dice lo contrario. No hemos podido escapar del reguetón, la novela tonta y la revista de moda, más doloroso aún nos hacemos eco de ellos en la Radio que hacemos y hasta tratamos de copiar su estilo en algunos casos. Me martillan mis esperanzas en las fiestas infantiles donde llevó a mi hija, en los transportes donde viajo con ella, en barrios donde paso, centros comerciales y hasta culturales, e incluso, hasta en la Radio y la televisión que esta pequeña niña de sólo 8 años consume a diario, medios que en Cuba supuestamente no se dejan llevar por esos cantos de sirenas. Mi gusto ya está formado, mis intereses ya están marcados, el camino en mi vida ya está trazado, ¿Pero el de ella?, Solo tiene 8 años. Nos desgastamos, hablamos, trazamos políticas y al final terminamos en el mismo laberinto que cortésmente y con todo tipo de destellos, puso en nuestro camino el mercado.
¿Qué hacer?... Siempre he escuchado que aquellos que denunciamos un hecho en el texto, hemos de plasmar, sino soluciones, al menos caminos. No sé si ese pueda ser este caso. Es un problema extremadamente complejo, inmensamente global. No puedo acostumbrarme a la idea que el futuro de mi hija sea tan enajenante. ¿Quién hace la radio? Lo hacemos nosotros mismos, personas comunes con necesidades comunes y vidas reales en un mundo real.
La cultura define ideología y eso lo sabemos bien, pero parece que hemos olvidado esa verdad los que tenemos la responsabilidad de hacer radio. Hagamos las cosas como hemos aprendido a hacerlas y dejemos que la inmensa maquinaria del mercado caiga por su propio peso. Es la Radio un trasmisor de Ideología, formador de pensamiento, y así hemos de verla, así hemos de hacerla.
Tengo absoluta libertad de pensamiento aún cuando el futuro asuste, me asuste porque ingenuamente mi pequeña vive sin saber el entramado de ideas que sostienen ese reguetón que fácilmente llegó a sus manos o ese discurso repetido. Yo soy libre porque aprendí a serlo, pero me asusta que mi hija se convierta en una esclava más del mercado y muchas veces nuestra radio y los que la hacen se convierten en eso, en esclavos del mercado y de sus vericuetos llenos de trampas.
Todo el consumo intelectual generado por el mercado, que con un ostensible poder económico es capaz de poner en las manos de mi hija todo tipo de baratéelas hechas para el ciudadano promedio de los países de un tercer Mundo idiotizado, resulta comparable con una golosina de fina envoltura y con sabores bien definidos, saturados en azúcares de fácil digestión y de vida cortamente útil, provocando que el paladar pierda la capacidad de procesar esas grasas pesadas que le dan vida a largo plazo.
Me asusta el futuro, aún en Sagua la Grande, un pequeño rincón de este mundo globalizado e idiotizado por la última palabra del mercado y aquello que da o no da dinero. Un mundo donde se globaliza esa mediocridad intelectual que va a parar generalmente al sur del norte con un discurso literario, musical, plástico y hasta filosófico, preparado para las masas de un bajo nivel cultural, pensado para las masas de un bajo nivel intelectual, orientado para que esas masas se mantengan así y hasta disfruten el indigno mundo donde las ponen una y otra vez.
Me asusta el futuro, porque aun cuando pensé alguna vez que vivir lejos de las grandes urbes pudiera ser una ventaja, la realidad me dice lo contrario. No hemos podido escapar del reguetón, la novela tonta y la revista de moda, más doloroso aún nos hacemos eco de ellos en la Radio que hacemos y hasta tratamos de copiar su estilo en algunos casos. Me martillan mis esperanzas en las fiestas infantiles donde llevó a mi hija, en los transportes donde viajo con ella, en barrios donde paso, centros comerciales y hasta culturales, e incluso, hasta en la Radio y la televisión que esta pequeña niña de sólo 8 años consume a diario, medios que en Cuba supuestamente no se dejan llevar por esos cantos de sirenas. Mi gusto ya está formado, mis intereses ya están marcados, el camino en mi vida ya está trazado, ¿Pero el de ella?, Solo tiene 8 años. Nos desgastamos, hablamos, trazamos políticas y al final terminamos en el mismo laberinto que cortésmente y con todo tipo de destellos, puso en nuestro camino el mercado.
¿Qué hacer?... Siempre he escuchado que aquellos que denunciamos un hecho en el texto, hemos de plasmar, sino soluciones, al menos caminos. No sé si ese pueda ser este caso. Es un problema extremadamente complejo, inmensamente global. No puedo acostumbrarme a la idea que el futuro de mi hija sea tan enajenante. ¿Quién hace la radio? Lo hacemos nosotros mismos, personas comunes con necesidades comunes y vidas reales en un mundo real.
La cultura define ideología y eso lo sabemos bien, pero parece que hemos olvidado esa verdad los que tenemos la responsabilidad de hacer radio. Hagamos las cosas como hemos aprendido a hacerlas y dejemos que la inmensa maquinaria del mercado caiga por su propio peso. Es la Radio un trasmisor de Ideología, formador de pensamiento, y así hemos de verla, así hemos de hacerla.
1 comentario:
Me parecen lógicas tus preocupaciones, pero me parece injusto culpar una pobre radio que, dicho sea de paso, en los últimos días casi ni se puede escuchar con nitidez. Y me pregunto: ¿Son los niños y los jóvenes propicios a las influencias de la radio? Ojalá fuera así. Se salvarían de videojuegos, DVD y otros inventos, aunque sea escuchando alguna música mala que promovemos.
Claro, lo que sí resulta un asunto serio es que la radio debe investigar cómo llegar a esos muchachos y qeu la calidad de Radio Sagua ha descnedido.
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