lunes, 31 de diciembre de 2012

La Múcura en el primero de enero del 59

La múcura está en el suelo mamá no puedo con ella
Me la llevo a la cabeza mamá no puedo con ella
La múcura está en el suelo mamá no puedo con ella
Me la llevo a la cabeza mamá no puedo con ella 
Me cuenta Eliseo, un anciano muy lúcido y con una memoria envidiable, que fue locutor de la CMHA en Sagua la Grande , que en el bayú de la ribera del río existía una señora, una de las prostitutas más baratas del lugar, inquieta, vivaracha y de pequeña estatura,  que al triunfo de la revolución de Cuba,  fue la primera mujer de la Villa del Undoso que se lanzó a las calles para celebrar aquella victoria.  A sus 81 año Eliseo no escatima detalles para  describirme a la Sagua de los años 40 y 50 y aquellos momentos los recuerda con especial nitidez, mucho más cuando me habla de “La Múcura”, pues veo en sus ojos un brillo distinto, pudiera decir que hasta juvenil.
Asegura que vivió aquel día un momento desagradable, pues en la casa de una familia sagüera de entonces,  se abrieron las puertas a todos aquellos que añoraban el cambio y comenzó a ensayarse con el piano de la casa el himno del 26 de julio. Allí un grupo de autonombrados revolucionarios entonaba con bríos aquella marcha de victoria y “La Múcura”, como todos le llamaban en el ambiente del prostíbulo, también se sumó al ambiente de júbilo y  llegó al lugar para prestar su voz a tan simbólico hecho, pero unánimemente los presentes la rechazaron y la expulsaron de la casa. Me describe Eliseo,  que algunos de los presentes, entre los que se encontraba  él, no aceptaron aquella mala acción y salieron a la calle en solidaridad con la mujer y el rechazo también fue unánime con ellos,  respaldados por un proceso que promulgaba la igualdad de todos los estratos sociales.
 La múcura está en el suelo mamá no puedo con ella
Me la llevo a la cabeza mamá no puedo con ella
La múcura está en el suelo mamá no puedo con ella
Me la llevo a la cabeza mamá no puedo con ella

Aquel momento era la reivindicación de los valores humanos que todo un pueblo buscaba y una puesta a prueba de los valores de aquellos que celebraban ese cambio único y trascendental. Algunos lograron comprenderlo, otros no tanto. Algunos con el tiempo hasta hicieron su propia versión y la quisieron compartir con muchos otros.  Se lamenta Eliseo, el octogenario amigo que me cuenta la historia, que vio después a la Múcura vestida de miliciana, pero tristemente nunca más supo de ella.

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