jueves, 28 de marzo de 2013

EL EMPACHO. De la academia al remedio.

Las creencias populares tienen su origen en el hogar, en la calle, en la conversación, en la propia cuna, porque desde muy pequeños se ha reiterado instruido en nuestra educación, en mayor o menor grado, por los adultos, muchas de las cosas que hoy son creencias. Los científicos sagüeros aportan sus criterios al respecto a Sagua Viva sobre una de las creencias populares más enraizadas en Sagua la Grande: 
El empacho.
Dr. Carlos Aguiar Mota 
El empacho según Campos Navarro R. en  Notas de trabajo de campo en Cuba.2004): " No hay cubano al que no le hayan pasado la mano. No hay nadie que no conozca del asunto"
Desde un punto de vista histórico vale la pena mencionar que la palabra empacho, proviene del latín  ìmpèdìcáre, y luego del francés antiguo, empechier, que se traduce como estorbar o embarazar // ahitar, causar indigestión (Diccionario Enciclopédico U.T.E.H.A., 1951).
De acuerdo al Diccionario producido por la Real Academia Española, el empacho es definido como una "indigestión de la comida" y a su vez, el término indigestión es considerado como un "trastorno que por esta causa padece el organismo", cuando existe un alimento o alguna sustancia "que no se digiere o se digiere con dificultad" (Diccionario de la Lengua Española. 1992).
Desde el punto de vista médico nos interesa destacar por su uso clínico, la palabra dispepsia, que el mismo Diccionario de la Lengua Española define como una "enfermedad crónica caracterizada por la digestión laboriosa e imperfecta" coincide con la definición técnica ofrecida por el Diccionario Terminológico de Ciencias Médicas que relata el origen griego a partir de las partículas dys, mal y pepten, cocer, o sea, nuevamente una "digestión difícil y laboriosa de carácter crónico  (1983).

Podemos concluir que existe una sinonimia terminológica entre empacho y dispepsia, y que otras palabras equivalentes o asociadas son ahíto, repleción gástrica, crudeza estomacal, hartazgo y embarazo gástrico (Sainz de Robles  F, 1969).
Si bien, se reporta que la palabra empacho es poco usada en España (Moliner, María, 1979:1080), la utilización por mestizos y criollos de toda América Latina es generalizada y cotidiana, no obstante, existen palabras amerindias que son propias y similares, por ejemplo, Fray Alonso de Molina en su vocabulario de lengua castellana y mexicana, reporta moxouitiqui para el que está ahitado, y temamatiliztli o tepinauiliztli a la enfermedad del empacho (1970).
En Bolivia se reconoce al empacho como una entidad morbosa pero es considerada como una forma parcial de obstrucción intestinal que se traduce en problemas de estreñimiento.
En el nordeste de Argentina, los pueblos guaraníes consideran que es una enfermedad "natural" o "de Dios" pues "se origina de una mala digestión o bien por el estado físico de la persona" (Pérez-Samaniego, 1988).
Además  consideran que un empacho puede complicarse si no es atendido en forma oportuna por los curadores populares (y no por el doctor que desconoce el tratamiento específico que requiere la enfermedad). De tal modo, que el empacho, "se queda adentro, no sale y se va subiendo hasta la cabeza, y ahí ya es peligroso, puede dar hasta meningitis" amenazando la vida del paciente
En la historia médica latinoamericana tenemos reportes sobre el empacho desde el siglo XVI y su continuidad en términos teóricos y prácticos hasta la actualidad, por ello su inclusión en este tratado de pediatría en los principios del siglo XXI simplemente refleja la importancia, trascendencia y vigencia de una enfermedad de predominio infantil que se ha mantenido en los compartimentos de la medicina popular, y que requiere de una nueva revisión y valoración por las ciencias médicas (Campos-Navarro R, 2000).
En Cuba, los campesinos camagüeyanos insistían  en que el empacho es una mala digestión, que se grava porque el alimento no baja, se estanca en el estomago, no pasa, se queda, no se va e incluso que se trata de una mala digestión encabronada, que no quiere bajar para el intestino, que se haya estancada y permanece jodiendo en le estomago.
Desde el punto de vista clínico es importante la distinción popular que se hace entre empacho "seco" y empacho "húmedo". En el primero, los datos se agregan alrededor de un cuadro de estreñimiento o constipación, mientras que en el segundo, la diarrea es el signo fundamental. Por ello, se invalida la catalogación simplista del empacho como una   gastroenteritis caracterizada por la disminución de la consistencia y aumento en la frecuencia de las evacuaciones digestivas.
Existe otra diferenciación clínica entre empachos recientes y antiguos, donde los primeros se manifiestan en forma aguda y abierta mientras que los segundos se encontrarían ocultos, enmascarados y aparecerían como un hallazgo cuando se efectúa alguna eventual manipulación terapéutica.
Si entendemos al empacho como un síndrome con una variada causalidad, también podemos comprender su diversa configuración clínica. Pueden variar desde un sencillo y pasajero dolor abdominal hasta múltiples alteraciones orgánicas que ponen en riesgo la vida del paciente.
Un hartazgo digestivo suele acompañarse de signos y síntomas gastrointestinales: dolor de estómago, mareos, náuseas, vómitos y agruras. Si no se resuelve pueden añadirse alteraciones diversas como dolor de cabeza, malestar general, pérdida del apetito, fiebre, algunas ocasiones el estreñimiento y en otras la diarrea.
En este sentido, cabe mencionar que los médicos mexicanos del siglo XIX reconocían cuatro grupos clínicos en el empacho. En el primero sólo existen alteraciones debidas a la excitabilidad gastrointestinal, en el segundo se presentan datos de obstrucción intestinal, en el tercero hay datos neurológicos, y en el cuarto, otras manifestaciones o "accidentes extraños que pueden desfigurar la expresión de la enfermedad"
Si partimos de los elementos clínicos de la medicina académica (o biomedicina) para construir un diagnóstico basándonos en el interrogatorio y la exploración (que abarcan la inspección, la palpación, la percusión y la auscultación), con el empacho podemos utilizar esas mismas herramientas de auxilio.
De hecho, el interrogatorio es uno de los principales instrumentos para la elaboración diagnóstica, pues se pregunta a la madre sobre los antecedentes en la ingesta de alimentos. Y así podremos conocer la frecuencia, la regularidad, los excesos, sus propiedades frías o calientes (de acuerdo a la clasificación popular), la frescura y madurez de frutas y verduras, el grado de crudeza y cocimiento, la presencia o ausencia de hollejos (cáscaras), su condición de digeribilidad, enfermedades asociadas como susto o haber "hecho bilis" Igualmente podremos saber si hubo la ingesta de elementos no ingeribles como el papel, textiles, cabellos, chicles, tierra u otros.
En la inspección encontramos a un pacientito inquieto, llorón, con facies dolorosa, palidez de piel y tegumentos, con datos compatibles con deshidratación (piel húmeda y fría, hundimiento ocular, fontanela deprimida, etc.). En algunos casos podremos observar el abdomen distendido y en ocasiones una deformidad abdominal por presencia de tumoración.
A la palpación podremos corroborar presencia de  taquicardia y  diaforesis debidas a una hipertermia, y en algunas ocasiones, la palpación de una tumoración abdominal en alguna sección del tubo digestivo. Los médicos mexicanos del siglo XIX señalaban en orden decreciente: íleon, ciego, colon transverso, intestino delgado y por último, el estómago. (Vargas, 2000). En Cuba la mayoría de la gente basa el diagnóstico en la presencia de una "bola" o "pelota" en el abdomen.
Durante la percusión, se escuchará un sonido de matidez o submatidez, en el lugar donde se ha detectado o palpado la tumoración digestiva.
En la auscultación, se escuchará un aumento en la frecuencia de los ruidos intestinales cuando se trate de un empacho "húmedo" que se relaciona con evacuaciones diarreicas, o bien su disminución en caso de empacho "seco". Si existiera un problema de oclusión o suboclusión intestinal, la auscultación corresponderá a presencia de los ruidos antes del sitio afectado, y su ausencia (ileo paralítico) en secciones posteriores.
En Argentina y en Cuba se diagnostica el empacho a través de la cinta, método que se describe a continuación:
Se utiliza una cinta de tela (no elástica) de unos 2 cm. de ancho y una longitud tres veces la medida del antebrazo del que cura, desde el codo hasta los dedos. [...] El paciente toma un extremo de la cinta y lo coloca sobre el epigastrio o "boca del estómago", el curandero toma el otro extremo, se santigua, y lo pone bajo su codo derecho, estirando este brazo hasta coger la cinta con la mano del mismo brazo. El punto de la cinta donde ha llegado la mano es colocado nuevamente bajo el codo y se repite la acción tres veces en total. A la tercera vez, si no está empachado la mano quedará en el epigastrio del consultante, pero si es un Empacho la cinta "se acortará mágicamente" y la mano queda en el pecho, cuello o cabeza del enfermo. Cuanto más alta quede la mano más grave o avanzado será el Empacho. Tres veces se repite la medida completa de la cinta haciendo tres cruces en el punto de llegada al paciente. El curandero durante toda la operación susurra ininteligiblemente una oración, que es la que tiene el verdadero poder de curación, mientras que la cinta posee el del diagnóstico.
Tratamientos.
 Los tratamientos relativos al empacho suelen ser realizados por las madres de familia, y en casos más complicados o graves por los curanderos, existiendo en Argentina los especialistas denominados como "medidores o quebradores de empacho".
En toda nuestra América existen una enorme gama de recursos terapéuticos y sus combinaciones para curar el empacho, no obstante su objetivo es el mismo: desalojar y limpiar el tubo digestivo en cualquiera de sus secciones. Por ello aparecen remedios vegetales y sintéticos de carácter calmante y evacuante tales como los vomitivos, los purgantes y laxantes, digestivos y carminativos e incluso enemas, relativos a las plantas medicinales utilizadas en México, Cuba Bolivia y Chile, así como los purgantes y medicamentos usados en varios países de América Latina para el tratamiento del empacho).
Algunas plantas medicinales utilizadas para el tratamiento del empacho en Cuba
1.    Cayaya
2.    Anón
3.    Mejorana
4.    Hierbabuena
5.     Piñón de purga
6.    Algodón
7.     Pendejera
8.    Ajo
9.    Chamico
10.    Manzanilla de la tierra
11.    Manzanilla
12.    Manzanilla de costa
13.    Semilla de mamey
Purgantes usados en el tratamiento del empacho en Cuba
1.    Agua con sal
2.    Aceite de comer
3.    Vino seco + Agua con ceniza de leña
4.    Aceite de mesa
5.    Mercurio con agua tibia
6.    Piñón de purga
7.    Excremento blanco de perro
8.    Flor de la ceniza
9.    Ceniza de la fruta que provocó el empacho
10.    Aceite de comer + sal + ajo
11.    Cuero de suela de zapato
12.    Agua de mar
13.    Caldo de molleja de gallo/gallina + aceite de comer + sal
14.    Cuero de chivo de un taburete viejo
15.    Resina de guaguasí
A propósito de tratamientos con elementos farmacológicos de patente, es creencia popular generalizada que se deban evitar medicamentos que reduzcan la movilidad intestinal como los antidiarreicos de tipo astringente (por ejemplo, la caolín y pectina) y los derivados de la butil hioscina.
Además de la limpieza digestiva, se realiza  un masaje o “sobada” en la superficie abdominal. Las manos del curador se recubren de manteca de puerco, aceite de comer, sebo de variados animales (gallina, pollo, carnero, cabrito, toro, entre otros), “pan puerco” (pomada grasosa que se hace en México, y que puede contener entre otros elementos la raíz de jalapa). En Honduras se usa también la brillantina. En Cuba, los orines humanos y el cocimiento de hojas de chamico; y en Venezuela, la mantequilla, aceite de almendras, manteca de cacao mezclados con infusiones de flor de rosa y hojas de col. En algunos casos, se suele dejar un emplasto, siendo los más famosos en la época colonial, la hoja del tabaco, y que ahora ha sido sustituido por la hoja de col o el papel de estrasa.
Quizá la manipulación terapéutica más espectacular y específica del empacho corresponde a la tronada o quebradura de empacho, que también se conoce como “tirar del cuerito”. Contamos con reportes de su utilización en México, Cuba, Argentina y Chile. La persona afectada se le acuesta, se le masajea (con la técnica particular de cada curador), y luego se le pone en decúbito ventral, se le soba la espalda, y se le jala la piel ubicada en la región paralumbar, escuchándose un tronido o chasquido, es decir, un sonido seco e intenso, que es específico de la curación del empacho.
Esta técnica provoca aumento del peristaltismo gastrointestinal por estimulación de las raíces nerviosas correspondientes al plexo solar, y obliga al paciente a evacuar en forma inmediata. Otra explicación, desde el modelo de la acupuntura tradicional china, es que la zona donde se le “tira del cuerito” corresponde a canales y meridianos que controlan órganos internos con función digestiva, aumentado su actividad.
Sean las plantas medicinales, las sales minerales, los medicamentos de patente, las purgas o las técnicas manuales, se busca el incremento de la actividad gastrointestinal, la salida de aquello que está provocando el empacho, y la máxima prueba demostrativa es visualizarlo en las heces fecales o –en otros casos- encontrarse con evacuaciones extraordinariamente fétidas.
A pesar de la infinita cantidad de remedios con cierta eficacia, es aconsejable prohibir el uso de algunas sustancias relacionadas con el plomo y el mercurio, nos referimos a la greda, albayalde y azarcón, que aún se suele utilizar en algunas partes del continente americano.
Bibliografía:
(1) Calzadilla Ramírez Jorge. Religión y Relaciones Sociales. Editorial Academia, La Habana 2000. Página 22.
(2) Castillo Vargas  Rafael. Lectura de Filosofía,  Salud y Sociedad. La Habana. Editorial Ciencias Médicas 2007. Página 220.
(3) Castro Ruz Fidel. Intervención del Comandante en Jefe Fidel Castro ante representantes de iglesias en Jamaica. 1977. En: Acerca de la religión, la Iglesia y los Creyentes. Editorial Política. La Habana 1982. Página 55-58.
(4) Castillo Vargas  Rafael. Lectura de Filosofía,  Salud y Sociedad. La Habana. Editorial Ciencias Médicas 2007. Página 221.
(5) Calzadilla Ramírez Jorge. Religión y Relaciones Sociales. Obra citada. Página 78.
(6) Calzadilla Ramírez Jorge. Religión y Relaciones Sociales. Obra citada
(7) Carlos Marx. Crítica del Derecho Político Hegeliano. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 1976.
(8) Lecturas de Filosofía, Salud y Sociedad. La Habana: Ecimed, 2000. p. 223 – 228.
(9) Pardo Cruz Fabian. Pediatria vs Creencias Populares--Santiago de Cuba: Oriente, 2005.

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