jueves, 25 de octubre de 2012

Cuando las lluvias de Sandy aún nos quedan.

MENSAJE A BLOGUEROS SANTIAGUEROS: Cuba Blog Club aún no tiene noticias de sus integrantes en Santiago de Cuba, espero que en próximos días comiencen a narrar lo sucedido en el oriente de la isla. Para ellos un mensaje de solidaridad y amistad desde la Villa del Undoso.
 
Las lluvias de Sandy aun quedan después de más de 48 horas bajo agua y en Sagua la Grande aún tememos por la reacción del río que da nombre a nuestra ciudad, pero en momentos así nuestra condición de cubanos nos hace preocuparnos siempre por aquel que más afectado está.

En días como esto en los cuales el infortunio ensombrece las miradas, no puedo borrar de mi memoria las imágenes dejadas en 1985 por el huracán Kay que azotó con toda su fuerza al centro mismo de mi tierra. Solo tenía 12 años y aquellos recuerdos de techos saltando por los cielos y árboles a los que el viento no les daba respiro nunca se han alejado de mí, año tras año se renuevan, pues vivimos en la amenaza constante de la naturaleza. Aún recuerdo cuando todo había concluido, que en mi ingenuidad infantil salí a saltar por las calles anegadas en agua y me encontré solo escombros, sendas intransitables, personas  abrumadas porque lo habían perdido todo y aunque la esperanza nunca los abandonó, ese momento los presionó al límite. En los días siguientes, para el infante irresponsable era una fiesta la recuperación de lo dañado, recuerdo a mi padre rehaciendo los techos perdidos de mi hogar, llevando a su lugar todas las tablas que cedieron ante la fuerza del viento.  Recuerdo y tiemblo, pensar que un evento de esas características volviera a pasar por este lugar, hace que inevitablemente mi mirada vaya hasta aquellos puntos débiles de esta misma casa que ya tiene más de 100 años y posee el mismo techo que al pasar el Kay mi padre dejó como nuevo.
Desde la noche del pasado miércoles 24 de octubre no me alejé ni un instante de las informaciones que llegaban de forma impactante sobre el fortalecimiento del huracán Sandy, que atravesó finalmente por el oriente de Cuba,  y aunque Santiago es Santiago, Sandy fue Sandy, y no cedió en la fuerza de sus vientos y la intensidad de las lluvias, aun cuando oriente tenía a su Sierra Maestra. Con claridad meridiana admiré la forma en que Lázaro Espósito de la habló a su pueblo, tal cual padre pide a sus hijos que se cuiden, solicitando a todos los santiagueros que sobre todas las cosas, pusieran a salvo sus vidas.  Pocas son las imágenes llegadas hasta el momento desde la indómita ciudad y aún no se perciben desde la distancia con claridad los daños que ha dejado a su paso, pero a mi mente regresan una y otra vez aquellas imágenes demoledoras del paso del Kay por Sagua la Grande o las fotografías guardadas en mis archivos sobre el desastre  del 48 que casi borra a Sagua del mapa y octubre de  96 cuando el Lili dejó otra profunda huella en esta tierra.

Santiago se recuperará, oriente se recuperará, pero el golpe de Sandy  dejará la marca,  y aquellos que lo perdieron todo empezarán de cero, tomarán aliento y emprenderán nuevamente el camino, y la llegada de cada temporada ciclónica alterará una y otra vez sus nervios por el resto de su existencia.

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