lunes, 7 de noviembre de 2011

Sagua la Grande, una ciudad de inmigrantes.

Por: Yoel Rivero Marín
El antecedente más remoto de inmigrantes en Sagua la Grande, o lo que es el territorio que abarcó la provincia indígena de “Sabaneque”, se remonta aproximadamente a 30 mil años de antigüedad. Investigaciones recientes confirman la aparición de artefactos primitivos hallados solamente en algunas regiones de Europa. Constituye un tema muy complejo al referirse al origen de los más antiguos pobladores de Cuba y específicamente de las comunidades paleolíticas y mesolíticas. El propio Ernesto Tabio reconoce en su obra: "Introducción a Arqueología de Las Antillas", que los estudios al respecto son aún incompletos por la falta de una investigación más profunda que responda toda una serie de interrogantes y lagunas existentes en todo el ámbito antillano.
No obstante, las investigaciones que se han realizado hasta el momento sobre el tema, suponen que los primitivos pobladores de Cuba arribaron a esta por tres vías fundamentales: proveniente del Sur de los Estados Unidos atravesando la desaparecida Gran Bahama, otra desde la costa nordeste de Venezuela a través del área de Las Antillas Menores, y proveniente de las costas de América Central a través de pequeñas islas y grupos de arrecifes, existentes entonces, que favorecieron el recorrido.
Una de las probables entradas por el norte de Villa Clara, pudo ser producido por las costas del actual municipio de Quemado de Guines desplazándose por toda el área geográfica, teoría respaldada por el hallazgo en lugares conocidos como La Viuda, El Charcón y Manacal, de los ajuares líticos más antiguo de la Región, los que denotan características típicas del paleolítico, cuestión objeto de estudio y sin fechado, que se mantiene en el terreno de la hipótesis hasta tanto se corrobore o rechace, científicamente. Pero todo parece indicar, según las investigaciones del Centros de Estudios Arqueológicos de Villa Clara, que estas tribus nunca llegaron a establecerse en la región y por consiguiente no dejaron descendencia.
Aunque no está históricamente bien definido, el nombre de Sagua se deriva de tronco lingüístico “aruaco”, cuyo centro ocupó la parte norte de Suramérica y del cual proviene la voz “Cagua” que al tener un carácter sintético y aglutinante significaba aproximadamente el lugar de donde proviene el agua. Debemos suponer que el mismo es castellanizado por el Padre Fray Bartolomé de las Casas en sus crónicas, cuando pasó navegando por la boca del caudaloso río Sagua en 1511 en viaje rumbo a Matanzas. Iba en misión de rescate de un español cautivo en aquella región, acompañando al sanguinario Pánfilo de Narváez después que este provocara la criminal matanza de Caonao. Al navegar por el lugar en canoas aborígenes y preguntarle a los traductores autóctonos que lo acompañaban, por el nombre del río, dieron su versión en lengua aruaca y el noble fraile anotó castellanizadamente que viajaban sobre el río Sagua Grande para diferenciar en el apunte la otra anotación hecha anteriormente sobre otro río más pequeño existente hacia el este al que ya había denominado Sagua Chica.
A partir de entonces la región existente entre los dos ríos se conoció por mucho tiempo como “Las Dos Saguas”.
Existen documentos históricos que atestiguan la llegada a la zona antes de 1563 de cortadores reales de maderas preciosas, enviados por el Rey de España Felipe II, quien estaba enfrascado en construir cerca de Madrid un templo a la grandeza de su reinado: “El Escorial”, celebrando a la vez sus victorias militares. Tal es así, que dicha edificación porta una buena parte de las maderas de Sagua.
Aquí cortaron madera en abundancia la cual sacaban en balsas por el río Sagua hasta su desembocadura y de allí la embarcaban por mar. Todo este trabajo fue realizado desde el comienzo por emigrantes españoles en busca de fortuna en el nuevo mundo.
En 1590 se asienta en el territorio el primer español conocido por su nombre: Don Alonso de Cepeda, después de haber recibido una Merced de tierra en el lugar conocido por Sabana Grande. Allí fundó el Hato de la Jumagüa y la hacienda Sabana de Sagua en el lugar conocido hoy como poblado de Jumagüa.
Hasta finales del siglo XVI se cortó mucha madera en la zona. Después de la construcción del Escorial, Felipe II insistió en construir en los astilleros reales de La Habana la famosa Armada Invencible y además de este fin, la buena madera sagüera permitió la fabricación de muchas de las grandes mansiones habaneras.
Aunque los cortes reales fueron abandonados en el siglo XVII y buena parte del XVIII, en 1770 se reiniciaron en Sitiecito y Alacranes, con cuadrillas de leñadores españoles que vinieron esta vez acompañados de sus esposas. Uno de estos matrimonios integrado por Doña Gertrudis de los Santos y Don Cristóbal González, se establece definitivamente en esa fecha, en el área que hoy ocupa el “Parque de la Independencia”, en Sagua la Grande.
Al producirse nuevos cortes de madera en 1780 en las cercanías de la Hacienda de la Jumagüa, ocurren nuevos desprendimientos de colonos que se establecen junto al matrimonio ya establecido anteriormente, dando un definitivo impulso al engrosamiento del caserío inicial, cuyos propietarios dependían económicamente de cultivos de subsistencia para dar un carácter humilde a esta etapa de fundación. En ese tiempo todos los habitantes de la ciudad eran españoles asentados en este rincón del mundo.
En 1796, estimulados por el crecimiento del poblado, lograron permiso para oficiar misa en las casas de los moradores, hecho que ocurrió en el lugar conocido por Isla Verde, de exuberante belleza existente entre el río y el pequeño estero que aún perdura en el lugar.
Poco a poco la población fue creciendo y habitantes de otros rincones de la isla de Cuba también buscaron oportunidades en el naciente poblado. Fue así que comenzó a nacer una nueva población identificada con esta tierra.
En 1800 ya existe donde nace la calle Padre Varela, un atracadero de goletas que provienen de la Habana y cierto aire comercial, recibiendo el poblado por ello el nombre de El Embarcadero, el cual según los documentos de época tenía aun muy pobre aspecto y un escaso número de casas de embarrado y guano que no tenían ni orden ni concierto.
En 1806 llega a este lugar Don Juan Caballero con su esposa y tres hijas y se establece en Isla Verde. Este señor venía con la intención de fundar un pueblo y para lograrlo, repartió pequeñas parcelas para atraer nuevos colonos dándoles un orden hasta cierto punto urbanístico que conformó el primer trazado de lo que llegarían a ser después, las primeras calles del poblado e inmediatamente comenzó las gestiones para construir una pequeña iglesia.
El 8 de diciembre de 1812 con la inauguración de una pequeña y humilde “ermita” o “capilla” y la celebración en ella de una misa en honor de la Purísima Concepción, patrona del pueblo, como era costumbre entonces entre los colonizadores españoles queda fundada la ciudad. El acto como tal, fue notable y se aprovechó como señal de fundación, sentimiento que antes no existía entre los cerca de 200 pobladores que se congregaron ese día. Los sagüeros de entonces tomaron conciencia del hecho, por la relevancia que tenía para sus vidas.
La mezcla de temperamentos, de diferentes modos de ser, de genes, de costumbres y expresiones culturales tan diversas, iría conformando lenta pero inexorablemente, un nuevo y único colorido en todas las esferas de la vida social, que estaba marcado por la unidad de lo diverso. A partir de entonces durante ese complejo proceso de desarrollo ascendente, lo que conocemos hoy como sagüero en general, se iría haciendo paulatinamente menos español, menos negro, menos chino, para pasar a ser una masa peculiar con un nuevo sabor, una nueva forma de ser, diferente a todas las anteriores. Podemos definir desde ese entonces a Sagua como un pequeño planeta tierra.
En el año 1840, se amplió y desarrolló nuestra economía y en consecuencia creció la población a pesar de varios incendios, ciclones e inundaciones que desbastaron la ciudad.
“…el pueblo de Sagua está situado en la costa norte del Isla a la margen izquierda del río Sagua la Grande, a las 6.6 ½ de S.S.O de su boca en línea recta. Este pueblo tiene una iglesia regular de tabla y teja, una plaza pública, una administración, tesorería, rentas reales y de correo, una ayudantía de marina, una escuela con 40 niños, 21 tiendas de ropas y pulpería, cinco billares, tres fondas, cuatro zapaterías, siete panaderías, tres herrerías, una platería, dos boticas, 6 médicos cirujanos, 14 carpinteros, 4 tejares, 26 ingenios a un lado y al otro del río, su puerto era espacioso y servía para unos 250 buques de cabotaje…” (Alcover 1905).
El 24 de Noviembre de 1844, quedó aprobado por José María de la Torre, Oficial encargado de la mesa del departamento Oriental, que Sagua la Grande tuviera su Tenencia de Gobierno y un puerto en la Boca (hoy Isabela).
“(…) La población asciende a 5000 almas, 2644 blancos, 1000 fincas, 50 ingenios que producen 60000 cajas, el movimiento de cabotaje es de 1 000 000, la población se haya muy desairada, proponiendo en fin por límite al este del río Sagua la Chica, al Oeste de Sierra Morena, al este sur la linia recta que se ve tirada en el plano que son los términos equivalentes entre Sagua y Villa Clara (…)” (Alcover 1905).
La jurisdicción de Sagua, estaba constituida por 7 partidos judiciales, 2 poblados, 1 aldea y 2 caseríos, y ya en el año 1946, la población continuó su ascenso y la Villa contaba con un total de 16 961 habitantes, distribuidos de la forma siguiente: 10 396 blancos, 579 pardos libres, 417 morenos libres, 273 pardos esclavos, y 5296 morenos esclavos.
En “Las Villas” (hoy Villa Clara) entre los años 1846 y 1862, se aprecia una tendencia al aumento de la población blanca más que en el resto, sobre todo por varios factores asociados al proceso de inmigración tanto interno como externo. Durante el período de 1848–1874 se redujo considerablemente la introducción de esclavos debido a la prohibición del contrabando de 1845. No obstante continuó la entrada ilegal de esclavos al país que se estima en unos 220 mil.
Llegaron esclavos de África para hacer producir las florecientes plantaciones cañeras, industria que rápidamente se convirtió en el primer renglón económico de la Jurisdicción. Apenas una docena de años después de la fundación, por necesidad del cruel modo de producción esclavista imperante entonces en Cuba, se incorpora al componente social español ya existente en la región, el componente africano, para darle un nuevo colorido a la naciente sociedad. A estos hay que agregar alrededor de 124 mil culíes chinos que ingresaron al país contratados como “trabajadores libres”, pero bajo condiciones tan espantosas o peores que los esclavos africanos. Su entrada al territorio fue a partir de mediados del siglo XIX cuando los colonos procedentes de ese inmenso país, se importaron en grandes cantidades hacia esta región, ante el peligro que significaba para la economía azucarera las amenazas de supresión de la esclavitud. Aún se recuerda en la zona que la dotación de trabajadores que construyó el Faro Bahía de Cádiz fue casi en su totalidad china y en ese cayo, aún se encuentra el cementerio que guarda los restos de la mayoría. Después continuaron llegando paulatinamente por su propia voluntad durante la primera mitad del siglo XX, siguiendo el rastro de los primeros. Aquí fundaron sus colonias en las cuales mantenían vivas sus costumbres y tradiciones.
En estas mismas condiciones entraron al territorio grupos de indios yucatecos. Adicionalmente, hubo otro gran componente de la gran corriente inmigratoria hacia Cuba en estos años, representada por colonos españoles.
Sagua la Grande representó la mayor amalgama de nacionalidades extranjeras en los dominios de un territorio cubano. Los datos aportados por Alcover y Beltrán en 1905, cuando publicó su “Memoria Histórica de la Villa de Sagua la Grande y su Jurisdicción”, son palmarios. En 1862, después de 17 años de establecida la independencia de su caserío, bajo el dominio de la administración político y militar de Santa Clara, el Undoso contaba con más de 51 mil 986 habitantes. Todos se encontraban diseminados en los cercanos asentamientos de Álvarez, Amaro, Calabazar, Ceja de Pablo, Quemado de Güines, Rancho Veloz y Santo Domingo.
Doce nacionalidades, sin incluir a los cubanos nacidos en la Isla, había por esa fecha. Sumaban 27 mil 307 extranjeros, entre los que existían españoles peninsulares, canarios, norteamericanos, franceses, yucatecos, portorriqueños, alemanes, sudamericanos, ingleses, portugueses, asiáticos y, por supuesto, africanos, quienes constituían el principal soporte económico de una población dedicada en lo fundamental a actividades industriales, de servicios y de comercio.
La corriente migratoria se vio favorecida por las condiciones favorables de subsistencia en la Isla a finales del siglo XIX a contrapelo de los temores que podía infundirles la fiebre amarilla, la viruela, el paludismo y el cólera. La fuerte inmigración de estos años modificó las condiciones étnicas de nuestros habitantes, a la vez que continuó introduciendo enfermedades no padecidas anteriormente. Estos eventos repercutieron en la transición del perfil epidemiológico de la época.
Durante 16 años (1862- 1846) la población aumentó en 19 578 habitantes, mientras que de 1827 a 1846 (19 años después) aumentó solamente en 1 669 habitantes. En ese momento histórico se justifica el lento crecimiento ya que es en esta etapa cuando ocurre la separación de Cienfuegos, lo cual implicó pérdidas tanto en tierras como en habitantes. No obstante esta división político-administrativa, la jurisdicción mantuvo una población considerable de 33 066 habitantes como consta en el censo de 1846, de ellos 25 634 vivían en el campo (78% del total) de los cuales el 93 por ciento en áreas no azucareras.
Podemos afirmar que el municipio de Sagua la Grande se ha desarrollado demográficamente bajo las condiciones económicas, políticas y sociales que han caracterizado al país y a la provincia de Villa Clara, por lo que el proceso de Transición Demográfica de la ciudad, puede ser analizado e interpretadas bajo los mismos puntos de vistas.
Sagua la Grande nació por sus inmigrantes, creció por ellos y sus descendientes posteriormente mostraron un proceso inverso que debe ser analizado detenidamente por su complejidad hasta la época actual.

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