viernes, 27 de marzo de 2009

Río Sagua la Grande lo llamó el Padre de las Casas. Undoso lo llamó el poeta Plácido.

Por: Lic. Raúl Villavicencio Finalé.
Historiador de Sagua la Grande.
Motivo eterno del sagüero, justificación de existir para la ciudad eso y mucho más pudiera ser el Río Sagua la Grande. Por tal motivo bien merece nuestro comentario. Sus bondades y sus acostumbradas crecidas han hecho una historia para contar.
Explicar por qué de manera contradictoria este río constituye al mismo tiempo un don y un castigo para la ciudad. Mientras que por una parte su existencia ha contribuido, por disímiles razones, al desarrollo local, por otra ha traído también momentos de ruina y dolor.
Antes de adentrarnos en su vínculo con la historia local debemos conocer algunos aspectos que resultan muy interesantes.
Se encuentra casi en el centro de la Isla, posee unos 163 kilómetros de largo, es el más largo de l vertiente norte y el segundo del país después del Cauto. Nace en el Domo de Cubanacán y atraviesa cuatro municipios de la provincia: Manicaragua, Ranchuelo, Santo Domingo y Sagua la Grande para verter sus aguas en el, litoral norte donde posee un delta sumergido.
Su cuenca abarca unos 2113 kilómetros cuadrados.
Para los sagüeros, lo más importante de esta historia lo constituye el hecho de que en el lugar que observamos al fondo de donde me encuentro sirvió de asiento a los primeros pobladores, quienes escogieron ese punto de la margen izquierda y no otro para establecerse definitivamente. Fue el Padre Fray Bartolomé de las Casas quien en 1514 le da nombre al río mientras cruzaba su boca, combinando una palabra del léxico español (grande) con una palabra del lenguaje polisintético aborigen (cagua) para anotar en sus crónicas de manera castellanizada “Sagua Grande”, imbricando así ambas culturas.
Uno de los lugares más pintorescos que este posee nuestro río es el conocido en el pasado como “La Chorrera”.
Si pensamos en los famosos bosques que caracterizaron a la región debemos imaginar aquí un hermoso lugar antes de la llegada del colonizador español.
Era la chorrera entonces el único tramo corto del río donde este corría rozando el bajo fondo, permitiendo con ello, el paso a pie o a caballo entre ambas márgenes y a la vez el único punto donde se podía acceder al río por una suave pendiente que permitía evitar los abruptos barrancos que caracterizan de manera general al cauce de este río. Estas condiciones físicas apropiadas más las aguas puras y cristalinas convirtieron a la chorrera en el lugar ideal en el cual los colonizadores establecieron la aguada desde donde acopiaban el vital líquido para su incipiente caserío.
Constituía también el único lugar por donde se podía establecer contacto con el centro político y administrativo radicado en el poblado de Santa Clara.
La corriente tan baja del río acumuló también el lugar la arena y el barro suficiente para construir las casas de embarrado de la época. Específicamente la extracción de arena se extendió hasta la década de los años 50 del pasado siglo.
Fue también la chorrera el lugar escogido por muchas generaciones de sagüeros para refrescarse con un baño durante los calurosos días de verano.
Hoy el lugar no sirve para nada de lo que hemos narrado hasta aquí, porque la acción insensible del hombre ha convertido lo que antes era un lugar hermoso en un sucio y feo vertedero y de las aguas puras y cristalinas solo queda el recuerdo.

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