Por Yoel Rivero Marín.
Si hablo de historia, la historia está indisolublemente ligada a la filosofía de vivir. Historia fue ayer y fue el momento en que hace una hora dejé a mi hija escuchando música, música que yo puse en sus manos, o más doloroso aún, que yo permití que el mercado pusiera en sus manos. Mercado ideológicamente estructurado para mantener a la inmensa mayoría consumiendo, respondiendo fácilmente a las necesidades básicas del ser humano, el que no tendrá que preocuparse nunca más por ejercitar el entendimiento, el análisis, el debate y la defensa del criterio.
Tengo absoluta libertad de pensamiento aún cuando el futuro asuste, me asuste porque ingenuamente mi pequeña vive sin saber en entramado de ideas que sostienen ese reguetón que fácilmente llegó a sus manos. Yo soy libre porque aprendí a serlo, pero me asusta que mi hija se convierta en una esclava más del mercado.
Todo es consumo intelectual generado por el mercado, que con un ostensible poder económico es capaz de poner en las manos de mi hija todo tipo de baratéelas hechas para el ciudadano promedio de los países de un tercer Mundo idiotizado. Resulta comparable con una golosina de fina envoltura y con sabores bien definidos, saturados en azúcares de fácil digestión y de vida cortamente útil, provocando que el paladar pierda la capacidad de procesar esas grasas pesadas que le dan vida a largo plazo.
Me asusta el futuro, aún en Sagua la Grande, un pequeño rincón de este mundo globalizado e idiotizado por la última palabra del mercado y aquello que da o no da dinero. Un mundo donde se globaliza esa mediocridad intelectual que va a parar generalmente al sur del norte con un discurso literario, musical, plástico y hasta filosófico, preparado para las masas de un bajo nivel cultural, pensado para las masas de un bajo nivel intelectual, orientado para que esas masas se mantengan así y hasta disfruten el indigno mundo donde las ponen una y otra vez.
Me asusta el futuro, porque aun cuando pensé alguna vez que vivir lejos de las grandes urbes pudiera ser una ventaja, la realidad me dice lo contrario. No hemos podido escapar del reguetón, la novela tonta y la revista de moda. Me martillan mis esperanzas en las fiestas infantiles donde llevó a mi hija, en los transportes donde viajo con ella, en barrios donde paso, centros comerciales y hasta culturales, e incluso, hasta en la Radio y la televisión que esta pequeña niña de sólo 7 años consume a diario, medios que en Cuba supuestamente no se dejan llevar por esos cantos de sirenas. Mi gusto ya está formado, mis intereses ya están marcados, el camino en mi vida ya está trazado , ¿Pero el de ella?, Solo tiene 7 años. Nos desgastamos, hablamos, trazamos políticas y al final terminamos en el mismo laberinto que cortésmente y con todo tipo de destellos puso en nuestro camino el mercado.
¿Qué hacer?... Siempre he escuchado que aquellos que denunciamos un hecho, en el texto hemos de plasmar, sino soluciones, al menos caminos. No sé si ese pueda ser este caso. Es un problema extremadamente complejo, inmensamente global. Aspiro que el discernimiento humano sepa decantar y evolucionar como lo atestiguan más de 2 millones de años de andar sobre la Tierra. No puedo acostumbrarme a la idea que el futuro de mi hija sea tan enajenante como el mercado pretende que sea este presente. ¿Quién hace el mercado? Lo hacemos nosotros mismos, personas comunes con bolsillos vacíos que sueñan y caminan como corderos de un rebaño bien organizado, bien orientado, bien cuidado por perros de presa que no dejarán que ataquen los lobos. Un rebaño con su pastor, un pastor con su dinero. Eso sí, ese pastor se ha cultivado y come la manzana; a sus corderos los deja que coman humildemente la hierva. Bien sabemos quienes tenemos abiertos los ojos en este pequeño rincón del mundo que lo barato sale caro. Las grandes masas de estos países tercermundistas son capaces de vivir en el encanto de música, televisión, cine y prensa que nos regalan los dueños del mercado, que nos ponen a cada paso los dueños del mercado, que sin miramiento alguno nos imponen los dueños del mercado.
¿Vivir entonces en una pequeña ciudad alejada del agitado mundo de afuera hará que mi hija no se convierta en una consumidora enajenada, epidérmica y empedernida?
Intentaré mostrarle el camino, lucharé porque todos los que me rodean y tienen la posibilidad, le muestren el verdadero camino. No lo harán sólo para mi pequeña, lo harán para sus hijos y los hijos de sus hijos. Esa es una lucha que nos ha tocado en el siglo XXI, no la buscamos, no pensamos que fuera tan difícil, nunca imaginamos que fuera tan larga y costosa. La cultura define ideología y eso lo sabemos bien, hagamos las cosas como hemos aprendido a hacerlas y dejemos que la inmensa maquinaria del mercado caiga por su propio peso. El futuro me asusta, aún en Sagua la Grande, pero no por eso vamos a dejar que el buen gusto sea tronchado, (Cultura=buen gusto=madurez=futuro amplio=Verdad=Libertad) ese es el camino que mi hija siempre tendrá abierto y aún cuando tenga a su alrededor otros con rosas y luces de colores, ella sabrá que el que le mostramos sus padres es el más seguro, sólido y perdurable.
Si hablo de historia, la historia está indisolublemente ligada a la filosofía de vivir. Historia fue ayer y fue el momento en que hace una hora dejé a mi hija escuchando música, música que yo puse en sus manos, o más doloroso aún, que yo permití que el mercado pusiera en sus manos. Mercado ideológicamente estructurado para mantener a la inmensa mayoría consumiendo, respondiendo fácilmente a las necesidades básicas del ser humano, el que no tendrá que preocuparse nunca más por ejercitar el entendimiento, el análisis, el debate y la defensa del criterio.
Tengo absoluta libertad de pensamiento aún cuando el futuro asuste, me asuste porque ingenuamente mi pequeña vive sin saber en entramado de ideas que sostienen ese reguetón que fácilmente llegó a sus manos. Yo soy libre porque aprendí a serlo, pero me asusta que mi hija se convierta en una esclava más del mercado.
Todo es consumo intelectual generado por el mercado, que con un ostensible poder económico es capaz de poner en las manos de mi hija todo tipo de baratéelas hechas para el ciudadano promedio de los países de un tercer Mundo idiotizado. Resulta comparable con una golosina de fina envoltura y con sabores bien definidos, saturados en azúcares de fácil digestión y de vida cortamente útil, provocando que el paladar pierda la capacidad de procesar esas grasas pesadas que le dan vida a largo plazo.
Me asusta el futuro, aún en Sagua la Grande, un pequeño rincón de este mundo globalizado e idiotizado por la última palabra del mercado y aquello que da o no da dinero. Un mundo donde se globaliza esa mediocridad intelectual que va a parar generalmente al sur del norte con un discurso literario, musical, plástico y hasta filosófico, preparado para las masas de un bajo nivel cultural, pensado para las masas de un bajo nivel intelectual, orientado para que esas masas se mantengan así y hasta disfruten el indigno mundo donde las ponen una y otra vez.
Me asusta el futuro, porque aun cuando pensé alguna vez que vivir lejos de las grandes urbes pudiera ser una ventaja, la realidad me dice lo contrario. No hemos podido escapar del reguetón, la novela tonta y la revista de moda. Me martillan mis esperanzas en las fiestas infantiles donde llevó a mi hija, en los transportes donde viajo con ella, en barrios donde paso, centros comerciales y hasta culturales, e incluso, hasta en la Radio y la televisión que esta pequeña niña de sólo 7 años consume a diario, medios que en Cuba supuestamente no se dejan llevar por esos cantos de sirenas. Mi gusto ya está formado, mis intereses ya están marcados, el camino en mi vida ya está trazado , ¿Pero el de ella?, Solo tiene 7 años. Nos desgastamos, hablamos, trazamos políticas y al final terminamos en el mismo laberinto que cortésmente y con todo tipo de destellos puso en nuestro camino el mercado.
¿Qué hacer?... Siempre he escuchado que aquellos que denunciamos un hecho, en el texto hemos de plasmar, sino soluciones, al menos caminos. No sé si ese pueda ser este caso. Es un problema extremadamente complejo, inmensamente global. Aspiro que el discernimiento humano sepa decantar y evolucionar como lo atestiguan más de 2 millones de años de andar sobre la Tierra. No puedo acostumbrarme a la idea que el futuro de mi hija sea tan enajenante como el mercado pretende que sea este presente. ¿Quién hace el mercado? Lo hacemos nosotros mismos, personas comunes con bolsillos vacíos que sueñan y caminan como corderos de un rebaño bien organizado, bien orientado, bien cuidado por perros de presa que no dejarán que ataquen los lobos. Un rebaño con su pastor, un pastor con su dinero. Eso sí, ese pastor se ha cultivado y come la manzana; a sus corderos los deja que coman humildemente la hierva. Bien sabemos quienes tenemos abiertos los ojos en este pequeño rincón del mundo que lo barato sale caro. Las grandes masas de estos países tercermundistas son capaces de vivir en el encanto de música, televisión, cine y prensa que nos regalan los dueños del mercado, que nos ponen a cada paso los dueños del mercado, que sin miramiento alguno nos imponen los dueños del mercado.
¿Vivir entonces en una pequeña ciudad alejada del agitado mundo de afuera hará que mi hija no se convierta en una consumidora enajenada, epidérmica y empedernida?
Intentaré mostrarle el camino, lucharé porque todos los que me rodean y tienen la posibilidad, le muestren el verdadero camino. No lo harán sólo para mi pequeña, lo harán para sus hijos y los hijos de sus hijos. Esa es una lucha que nos ha tocado en el siglo XXI, no la buscamos, no pensamos que fuera tan difícil, nunca imaginamos que fuera tan larga y costosa. La cultura define ideología y eso lo sabemos bien, hagamos las cosas como hemos aprendido a hacerlas y dejemos que la inmensa maquinaria del mercado caiga por su propio peso. El futuro me asusta, aún en Sagua la Grande, pero no por eso vamos a dejar que el buen gusto sea tronchado, (Cultura=buen gusto=madurez=futuro amplio=Verdad=Libertad) ese es el camino que mi hija siempre tendrá abierto y aún cuando tenga a su alrededor otros con rosas y luces de colores, ella sabrá que el que le mostramos sus padres es el más seguro, sólido y perdurable.
2 comentarios:
Sigo tu “blog”, y espero que tu intencion al dedicarle tiempo y esfuerzo sea para expresar tu arte, que ya sea por profesion o aficion, te inspira a compartirlo con el el resto del mundo. Por eso ante todo respeto esa parte individualista de la información que presentas, que al fin y al cabo es tu opinión, bajo ningun concepto condenable, ya que solo es producto de tus experiencias en el mundo que te ha tocado. Si esta misma regla la aplicamos a cada una de las personas que como tu dedican su tiempo y esfuerzo a expresar su arte, producto de sus experiencias en el mundo que les ha tocado, entonces por que condenarlo?
Cultura no es igual a buen gusto, cultura es la expresión de un pueblo en un tiempo y espacio especifico. Buen gusto como la belleza esta en el lente que la observa. Bueno, ni la madurez, ni el futuro amplio, ni la verdad, ni la libertad, tienen algo que ver entre si. Todos los conceptos, si, son bastantes vagos como para ponerlos juntos en una frase, relativos 100% a la realidad personal de cada uno.
Desde mi punto mas noble y como madre que soy, te digo que tu unica responsabilidad para con tus hijos es amarlos incondicionalmente, y mostrarles tu apoyo siempre, aunque su gusto no coincida con el tuyo, ni aunque el camino que escojan andar este lejos del que has escogido tu. Date cuenta que su tiempo y espacio es otro, otra cultura, otro mundo. Al escoger por ella, limitas sus posibilidades de crecer, desarrollar nuevas ideas, madurar, ser libre de pensar diferente… o parecido a ti. Es como decirle – “mijita, la tierra es plana, mira al horizonte…, ves esa linea donde el cielo se une con la tierra? ahí termina… no vayas hacia alla, que solo te encontraras con un precipicio infinito” – hace cientos de anos algo asi por el estilo causo que a un hombre le llamaran “loco”, y mas tarde su muerte, porque propuso que la tierra era redonda.
Creeme, un regueton no evitara que tu hija sea una excelente cientifica o maestra o ingeniera o … simplemente gran ser humano, que es de sobre todo la cualidad mas importante y no tiene que ver con escuelas, o sociedades, o ideologías, o religiones; tiene que ver con como le ensenes tu desde el principio a interactuar, aceptar, reaccionar y amar el tiempo y espacio que le ha tocado vivir.
Buena suerte!
Maylin muchas gracias por este comentario, realmente me interesa mucho que la gente de su criterio, emita todo tipo de valoraciones con respeto como tú lo has hecho. Realmente gracias y espero que continúes haciendolo pues esa es la medida que tenemos los que hacemos estos sitios para realmente ser mejores.
En cuanto a lo que me dices del concepto de cultura, no creo que me interesará darlo teóricamente, pues es bien conocido, jamás se me ocurriría cerrarlo en buen gusto y de eso escribiré un próximo comentario que espero que emitas criterio también. Igual cultura=buen gusto=madurez.... dado que todos esos elementos han de ir mezclados y ninguno puede faltar, ya sea para que tome un camino u otro mi hija. Nunca se me ocurrirá imponerle un camino, y aún con 7 años no lo hago, trato que desde muy pequeña tenga la posibilidad de decidir, solo le mostraré el que concidero que es el más seguro para su futuro, ya sea ingeniera o ama de casa, en ese camino caben de igual manera. Solo buscaré que sea una persona de bien en todos los sentidos. te aseguro que ella con su edad me da tremendas clases de convivencia y el aprendizaje no es para un solo lado. El mundo que le ha tocado vivir es complejo y concuerdo contigo la música que escuche no determinará, pero la filosofía con que decida vivir sí, y esa es la que me preocupa y ocupa en este trabajo. gracias nuevamente y aquí sólo te doy algunas conideraciones aisladas y apresuradas.
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