viernes, 27 de mayo de 2011

Carmen Ribalta entre Maceo y Marta Abreu. Una calle compleja en la historia.

Por: Raúl Villavicencio Finalé
Desconocemos que tipo de construcciones existieron en esta esquina en el siglo XIX pero ya en las primeras décadas del XX se había construido el edificio que contemplamos hoy. En pretil se observa el nombre de La Perla 1916 pero carecemos de más datos al respecto. Después aparece aquí la tienda de tejidos La Nueva Francia de Eduardo Gómez e inmediatamente después la escalera de la planta superior donde vivió el viajante Otero.
Entre La Nueva Francia y la farmacia existe un local con cuatro puertas que aunque externamente conforme una unidad, en realidad siempre estuvo dividido en tres y en cuatro locales de menor tamaño. En las dos puertas cercanas a la mencionada escalera existió hasta 1948 una bodega de nombre Casa Valdés, después de ese año y hasta 1955 estuvo ubicada allí la Emisora CMHA, de la propia familia y posteriormente Radio Tiempo de Cienfuegos, encadenada con esa ciudad hasta su traslado para la Avenida. Desde 1955 hasta el triunfo revolucionario, la familia Valdés estableció un negocio de Café que denominaron el 125 en alusión al número del local. Hacia el lado de la escalera se vendía café molido y en el lado opuesto café colado. Agradecemos a Oscar Valdés haber facilitado los interiores de este negocio familiar. La tercera puerta estuvo ocupada en los años 40 del siglo 20 por una billetería llamada El Gato Negro de Amelia Cuétara. Después de esa época el local fue ocupado por la Sombrerería Falcón hasta la Revolución.
La restante puerta perteneció primero al chino José, quien tenía allí un puesto de fritas, chichimuí, chicharrones de viento, etc. Después el local pasó a manos de otro asiático, el chino Felipe quien montó una fonda que vendía arroz frito y comida china en general.
Después de este local encontramos la farmacia, de la cual desconocemos su fecha de inauguración. Primero perteneció a Juan A. Yánez y posteriormente a Alberto Pérez. En los altos se ubicaba la casa de vivienda del dueño. Aun se mantiene ofreciendo el mismo servicio.
Existe una foto de fines del siglo XIX que nos permite apreciar la existencia en la parte del tramo más cercano a Maceo una gran cantidad de negocios. En la misma esquina una tienda mixta de Milia y Rubín y rumbo oeste una fábrica de tabacos y cigarros de Francisco Oliva, una ferretería de Francisco Laya, un almacén de víveres de Aróstegui y Alzúa, una tienda mixta y aproximadamente en el lugar donde hoy está la farmacia, una peletería de Juan B. Motoberria y una hojalatería de Rafael Márquez. En ese mismo orden partiendo de la misma esquina, conocimos que en los años 50 existió allí un local pequeño especializado en pollo frito, caldo de pollo, etc. De Nene Pastrana y atendido por Trejito. El actual edificio aquí enclavado, es de principios del siglo XX y ha sufrido considerables transformaciones, principalmente en la planta alta. Actualmente está ocupado por Tiendas Panamericanas. Al lado, estuvo ya avanzado el siglo XX, la bodega de Sañudo y Estrada y posteriormente la Joyería Fidel de Fidel Peraza. A continuación la cafetería El Pilón de Papá Julio, donde hoy tenemos el establecimiento gastronómico La Ruina.
Al lado de Papá Julio se encontraba la librería La Peña de Osvaldo Évora, con el más completo surtido de efectos escolares de esa época en que el estado no daba nada y todo útil escolar tenía que ser comprado allí.
Después de La Peña existió un local que aparentaba una bodega pero en realidad vendía efectos agrícolas como frontiles para bueyes. Pertenecía a unos gallegos de apellido Madrazo.
El Bar América de Eliseo Nodarse le seguía a continuación, espacioso y bien surtido, tenía además una fonda en la parte posterior del negocio. En el lugar estuvo después la Agencia “Hino” de viajes a La habana.
Ocupaba entonces dos puertas de las cinco existente en los bajos del Hotel Plaza, construido a principios del siglo XX. La puerta siguiente era la entrada a la fonda La Estrella de Oro propiedad de unos asiáticos, hoy Restaurante El Colonial y la que le sigue la entrada del Hotel que administraba una señora a quien llamaban Lolín. En esa misma entrada se tenía acceso a la agencia de los Ómnibus Aliados, de corta duración, espacio que ocupó Erasto y sus líneas de ómnibus que cubrían las rutas de Sagua Quemado y Sagua Corralillo.
La puerta restante la ocupaba la tienda de baratillos conocida como El Ten Cent La Mina de Finalet. Después reparadora de TV y hoy reparadora de calzado.
Seguidamente estuvo la bodega La Aurora y el Gallito de un gallego. Hoy es una guarapera.
Y pegada a la farmacia existe un local que ha tenido hasta la función de bodega. Antes estuvo allí La popular del asiático Francisco Un, cuya hija facilitó las imágenes del interior que poseemos.

No hay comentarios: