Los cementerios locales y los nexos y figuras históricas asociados a los mismos.
Especialista: Raúl Villavicencio Finalé
El cementerio de 1852, guarda una relación muy estrecha con los acontecimientos relacionados con las guerras por la independencia de Cuba y su extensión al territorio sagüero. Este campo santo recibió los cuerpos de los sagüeros fallecidos por esta noble causa.
Entre los meses de febrero y diciembre de 1869 fueron fusilados detrás de la cárcel pública el joven procurador Juan Daniel Araoz Almeida, el hacendado ganadero de Cifuentes Francisco López Ramos y el joven Miguel Acosta. Sus cadáveres fueron conducidos a ese cementerio.
El 25 de septiembre de1894, durante una terrible inundación del río Sagua que cubrió gran parte de la ciudad, el guardia civil español Antonio Rodríguez Reguera recién llegado a la ciudad para cumplir su servicio militar, murió ahogado por actitud heroica pues montado en su caballo había logrado salvar la vida de varios ciudadanos que eran arrastrados por las fuertes corrientes hasta que el animal cayó en el declive de la calle Cruz (hoy Padre Varela) hacia el río y lo arrastró por estar trabada su espuela en el estribo de la montura. El pueblo de Sagua le erigió en el cementerio sobre sus restos un sencillo monumento de mármol que aun se conserva por haber sido trasladado hacia el actual cuando este se inauguró en 1904.
Al estallar la Guerra del 95, los sagüeros muertos en campaña eran enterrados en los montes de la región pero los prisioneros de guerra eran fusilados en la propia tapia del cementerio después de ser trasladados desde la cárcel por toda la calzada que conducía este. Los periódicos de la época narran que eran impactantes los gritos de ¡Viva Cuba Libre¡ que proferían los conducidos a la muerte. En total fueron fusilados 16, 11 en 1896 y 5 en 1897. Lograda la independencia, el pueblo de Sagua colocó una enorme tarja de mármol en la misma tapia donde eran fusilados, para recordar eternamente la gloriosa muerte de estos hombres. Lamentablemente el ciclón Kate derribó el monumento en 1986 pero aun se conserva la tarja de mármol fragmentada en muchos pedazos.
En medio del fragor de esa misma guerra, el 26 de mayo de 1896, los cuerpos sin vida del Teniente Coronel José Sánchez Jorro y cinco compañeros más, después de ser envenenados y macheteados salvajemente por la guerrilla española, fueron expuestos para escarmiento público en un parque local y sepultados luego en el mencionado cementerio. Recién obtenida la independencia en dicho parque fue sembrada una Ceiba y sus cadáveres llevados a un Mausoleo creado al efecto.
Estas son sólo algunas de las figuras importantes en la historia local que quedaron enterradas en este cementerio de Sagua la Grande.
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