El vizcaíno Ignacio Lohera ocupaba el puesto de encargado de los almacenes de Hoyuelos, cuando la laguna de este nombre se hallaba en su máximo esplendor. Bandas de gansos, garzas y patos adornaban las tranquilas y relucientes aguas de esta legendaria laguna sagüera.
En aquel tiempo cualquier hecho por insignificante que fuera, era recogido por la calenturienta imaginación popular, y transformado a su antojo en hechos de exagerada magnitud que hacía poner los pelos de punta a los crédulos habitantes de este pueblo.
Ejemplo patente de lo anterior lo constituye la bellísima leyenda que rodea la laguna de Hoyuelos. Decía esta leyenda que “todo aquel que penetraba en esta, desaparecía para siempre”. También se afirmaba que una yunta de bueyes había desaparecido en sus aguas.
Aunque nadie había visto al monstruo, muchos afirmaba que se trataba de una serpiente de gigantescas proporciones, mientras que otros achacaban las desapariciones a una madre de agua, que como una sombra negra se llevaba sobre la superficie de las aguas y devoraba todo cuento encontraba en su camino. Esto último era sostenido por Juan Hoyuelos, moreno que vendía por las calles de la población el agua extraída del aljibe de los almacenes, quien aseguraba haber visto la espantosa madre de agua en varias ocasiones.
Los viejos y aún los jóvenes escuchaban con atención las fantásticas narraciones del moreno Juan y adornándolas con algo de su propia cosecha, las repetían más adelante.
Lo verdaderamente extraño de este caso, es que, aunque nadie había visto ni la madre de agua ni la serpiente gigantesca, todos los habitantes de nuestro pueblo estaban materialmente seguros de la veracidad de las afirmaciones del moreno, y sentían verdadero terror por la laguna de Hoyuelos.
Lo que constituye la única verdad de esta leyenda, es que nadie se aventuraba a penetrar en las aguas de la laguna, y aun hoy los pocos que lo hacen, en lo que queda de ella, experimentan cierto temor por la madre de agua que existe según la leyenda.
En aquel tiempo cualquier hecho por insignificante que fuera, era recogido por la calenturienta imaginación popular, y transformado a su antojo en hechos de exagerada magnitud que hacía poner los pelos de punta a los crédulos habitantes de este pueblo.
Ejemplo patente de lo anterior lo constituye la bellísima leyenda que rodea la laguna de Hoyuelos. Decía esta leyenda que “todo aquel que penetraba en esta, desaparecía para siempre”. También se afirmaba que una yunta de bueyes había desaparecido en sus aguas.
Aunque nadie había visto al monstruo, muchos afirmaba que se trataba de una serpiente de gigantescas proporciones, mientras que otros achacaban las desapariciones a una madre de agua, que como una sombra negra se llevaba sobre la superficie de las aguas y devoraba todo cuento encontraba en su camino. Esto último era sostenido por Juan Hoyuelos, moreno que vendía por las calles de la población el agua extraída del aljibe de los almacenes, quien aseguraba haber visto la espantosa madre de agua en varias ocasiones.
Los viejos y aún los jóvenes escuchaban con atención las fantásticas narraciones del moreno Juan y adornándolas con algo de su propia cosecha, las repetían más adelante.
Lo verdaderamente extraño de este caso, es que, aunque nadie había visto ni la madre de agua ni la serpiente gigantesca, todos los habitantes de nuestro pueblo estaban materialmente seguros de la veracidad de las afirmaciones del moreno, y sentían verdadero terror por la laguna de Hoyuelos.
Lo que constituye la única verdad de esta leyenda, es que nadie se aventuraba a penetrar en las aguas de la laguna, y aun hoy los pocos que lo hacen, en lo que queda de ella, experimentan cierto temor por la madre de agua que existe según la leyenda.
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