Por: Lic. José Luís Pérez Machado
El fenómeno pedagógico musical saguero tiene sus antecedentes en la Academia “Aurora” del Maestro Costa Sureda en el año 1860, de ella emergió una generación responsable de multiplicar en el futuro la enseñanza de la música, por eso desde los albores del nuevo siglo se produce una explosión de centros de instrucción musical, ya para la primera década del siglo XX existían 19 academias de música, todas ellas eran centros adjuntos de conservatorios nacionales lo que le garantizaban dar créditos válidos avalados por el Ministerio de Educación, Conservatorios Nacionales como el de Hubert de Blank. Falcón, Peyrellade entre otros rectoreaban a estos centros sagueros que impartían programas muy actualizados en la enseñanza musical en materias como historia de la música, solfeo, armonía, piano, todos los instrumentos de viento, de cuerda, además de canto y declamación. Estos centros eran exclusivos porque cobraban la matrícula y sus lecciones, además de los derechos a exámenes y títulos, por su puesto que los uniformes y materiales también corrían por parte del alumnado, sin embargo nunca escaseó la matrícula. Contaban con un riguroso régimen de disciplina a través de su reglamento y sus documentos de secretaría eran muy detallados, llevando cada nota de todos los estudiantes. Llama la atención que entre las 19 academias sagueras sólo una no era dirigida por mujeres y que los claustros predominantemente estaban formado por profesoras, muchas de ellas frutos de estas academias. Estos centros tenían una sólida promoción a través de la propaganda gráfica de imprenta y en la radio.
Sobresalen dos entre el resto de las academias, me refiero a la Academia Conchita Rodríguez y al Instituto Musical Fabre, adjuntos a los conservatorios nacionales Falcón y Hubert de Blank respectivamente, ambos centros fueron fundados en el año 1904 y perduraron hasta después del triunfo de la revolución por lo que son responsables de la formación de varias generaciones de músicos sagueros que han dado gloria a esta ciudad, estos centros se caracterizaron por ofrecer conciertos y concursos públicos de graduación de sus estudiantes no sólo en sus predios, sino en los teatros y plazas públicas de la villa lo que le permitía promover la música de diversos géneros y formatos desde estudiantinas y rondallas, agrupaciones de cámara, recitales de piano de hasta doce manos y estampas populares de alta calidad.
Podemos afirmar que esta ciudad tiene una fuerte tradición en la enseñanza musical que es antecedente de todo el desarrollo musical que tiene nuestro pueblo hoy y de célebres figuras sagueras dentro de la cultura cubana.
El fenómeno pedagógico musical saguero tiene sus antecedentes en la Academia “Aurora” del Maestro Costa Sureda en el año 1860, de ella emergió una generación responsable de multiplicar en el futuro la enseñanza de la música, por eso desde los albores del nuevo siglo se produce una explosión de centros de instrucción musical, ya para la primera década del siglo XX existían 19 academias de música, todas ellas eran centros adjuntos de conservatorios nacionales lo que le garantizaban dar créditos válidos avalados por el Ministerio de Educación, Conservatorios Nacionales como el de Hubert de Blank. Falcón, Peyrellade entre otros rectoreaban a estos centros sagueros que impartían programas muy actualizados en la enseñanza musical en materias como historia de la música, solfeo, armonía, piano, todos los instrumentos de viento, de cuerda, además de canto y declamación. Estos centros eran exclusivos porque cobraban la matrícula y sus lecciones, además de los derechos a exámenes y títulos, por su puesto que los uniformes y materiales también corrían por parte del alumnado, sin embargo nunca escaseó la matrícula. Contaban con un riguroso régimen de disciplina a través de su reglamento y sus documentos de secretaría eran muy detallados, llevando cada nota de todos los estudiantes. Llama la atención que entre las 19 academias sagueras sólo una no era dirigida por mujeres y que los claustros predominantemente estaban formado por profesoras, muchas de ellas frutos de estas academias. Estos centros tenían una sólida promoción a través de la propaganda gráfica de imprenta y en la radio.
Sobresalen dos entre el resto de las academias, me refiero a la Academia Conchita Rodríguez y al Instituto Musical Fabre, adjuntos a los conservatorios nacionales Falcón y Hubert de Blank respectivamente, ambos centros fueron fundados en el año 1904 y perduraron hasta después del triunfo de la revolución por lo que son responsables de la formación de varias generaciones de músicos sagueros que han dado gloria a esta ciudad, estos centros se caracterizaron por ofrecer conciertos y concursos públicos de graduación de sus estudiantes no sólo en sus predios, sino en los teatros y plazas públicas de la villa lo que le permitía promover la música de diversos géneros y formatos desde estudiantinas y rondallas, agrupaciones de cámara, recitales de piano de hasta doce manos y estampas populares de alta calidad.
Podemos afirmar que esta ciudad tiene una fuerte tradición en la enseñanza musical que es antecedente de todo el desarrollo musical que tiene nuestro pueblo hoy y de célebres figuras sagueras dentro de la cultura cubana.
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